Anhelo Tus Besos

No Hay Que Callar Lo Que Lastima.

Eran las seis de la mañana y me levanté sin saber el motivo. Miguel seguía dormido bien a gusto mientras yo sentía un vacío dentro.

Fui al baño a orinar. Después, volví a acostarme.

Sentía sus manos acariciándome.

-Miguel...

-Me encantas demasiado, Lucas. Te amo.

-Yo también te amo. Y esto me gusta.

Giré a verlo y estaba sonriendo.

-Nunca olvides esto y que eres el único que me fascina.

-Soy todo tuyo. Yo no quiero a otro hombre que me domine ni que me toque.

-Solo seré yo, mi niño. Soy tu hombre, tu macho, tu novio y tu amante.

-Sí.

Ahora sentía que me besaba en el cuello y en la oreja.

-Miguel...

-Disfrútalo, amor mío.

-Siempre disfruto contigo, amor.

-Estás más rico que un pastel de chocolate.

-¿Tanto así?

-Sí.

Me besó en el cuello. Y sentía sus manos en mis posaderas.

-¿Quieres un poco?

-Quiero todo de ti, Lucas.

-Amor...

-Tú me encantas, nene hermoso.

-Dame todo tu amor con fuerza.

-Uy, con gusto te lo doy.

Nos desnudábamos lentamente. Miguel recorrió mi cuerpo con sus labios. Me fascinaba.

 

Entramos a la ducha. Miguel cantaba mientras se mojaba.

-Tienes una linda voz.

-No es cierto.

-Yo creo que sí. Eres bueno.

-Tal vez tengas razón, pero no me considero talentoso. Además, yo solo quiero cantar canciones para ti, mi bello Lucas. Y para mi hijo también.

-Podrías componer una y hablar de lo feliz que te sentiste cuando nació tu hijo.

-Veré qué puedo hacer.

Miguel parecía estar en la incertidumbre. Pero él sabía que siempre contaría conmigo.

*****

Miguel y yo nos levantamos casi iguales al siguiente día. Eran las siete de la mañana.

-Buenos días, amor.

-Buenos días, mi niño. ¿Cómo dormiste?

-Muy bien, ¿y tú?

-Igual. No puedo creer que ya sea nuestra segunda mañana despertando juntos.

-No es la primera vez.

-Me refiero a que ya vivimos juntos, Lucas. Ahora nos tenemos el uno al otro.

-Me gustaría saber si todavía estás seguro de esto.

-Amor, ya te dije que sí. Además, yo fui quien planeó esto.

-Lo siento.

-Tranquilo. Te amo demasiado.

Me abrazó. Sentía su abrazo como un alivio. Me gustaba eso.

-Igual yo. ¿Tienes hambre?

-Un poco, ¿y tú?

-No mucha. Debemos vestirnos.

-Oye, Lucas, ¿separaste tu ropa de la mía?

-Sí, Miguel. Vamos a comer, amor.

Nos levantamos de la cama. Nos vestimos ahí mismo. Ya no tenía vergüenza de eso.

 

Fuimos al 42. Miguel me había avisado que su madre nos invitó a desayunar de manera especial por el cumpleaños de Osman, quien ya cumpliría 13 años. Entonces, él estaba recién levantado y se sorprendió al encontrarnos todos reunidos. Su madre dijo:

-Hola, hijo. Tu hermano vino a felicitarte.

-Feliz cumpleaños, hermanito.

-Gracias, Miguel.

Miguel abrazó a su hermano con afecto. Randy fue el siguiente. Su madre fue la última y le dio un beso en la mejilla

Randy regresó y sonrió. Me acerqué a él. Me dijo:

-Hola, Lucas. Parece que no has dormido bien.

-Dormí mejor que nunca. ¿Cómo sigue Daryl?

-Está durmiendo. Más tarde viene su madre a verlo. Ella quiere hablar con Miguel.

-¿Sobre qué?

-No lo sé. Me imagino que es respecto a su hijo.

-Ah, listo. Bueno, gracias por decírmelo.

-No hay de qué.

Fui al baño a lavarme las manos y la cara. 

Me senté junto a Miguel. Tomé su mano por unos segundos. Él la apretó sin lastimarme.

Me gusta sentir eso. Miguel es muy atento conmigo.

 

Después de desayunar, Miguel y yo nos fuimos al pasillo.

-¿Qué tienes, mi niño hermoso?-me preguntó Miguel muy cariñoso.

-Nada, amor. Randy me ha dicho que Lucero quiere hablar contigo.

-Bueno, pero no es para tanto, mi amor. Hablaré con ella más tarde.

-Miguel, debemos irnos al colegio.

-Lo sé. No quiero tener problemas en el último año.

-Eso mismo te digo yo.

-Oye, Lucas, me gustaría pedirte un favor.

-Te escucho.

-Randy llevará hoy a mi hijo al departamento de nosotros. ¿Podrías cuidarlo hasta que regrese del entrenamiento?

-Sí, claro. Pero temo equivocarme.

-No digas eso, mi niño. Yo sé que lo harás bien.

-Bueno. Igual tengo que quedarme ahí.

-Así es. Ya debemos despedirnos.

-Vamos.

Volvimos adentro. Osman estaba con un bolso escolar.

-¿También tienes que ir a clases?

-Sí. De hecho, estoy en el mismo colegio que ustedes.

-Bueno, entonces ya vámonos.

Nos despedimos de la señora y de Randy. 

 

Miguel y yo nos vimos en el receso.

-Amor, ¿pasó algo?

-No, nada. Quería estar cerca de mi novio hermoso.

-Me gustaría besarte.

-Igual yo. Pero ya te besaré después y con ganas.

-Espero que así sea después, mi amor.

-¿Quieres comer algo?

-Sí.

Nos fuimos al comedor del colegio. Miguel se sentó a mi lado. Agarró mi mano por unos segundos.

-Amor, ¿qué tienes?

-Nada.

-Lucas, yo te conozco. Sé que tienes algo.

-Bueno, sí. Es mejor decírtelo ahora.

-Te escucho.

-Randy y yo nos besamos.

-¿Qué? ¿Lo dices en serio?

-Sí, Miguel. Pero pasó una vez y no me hizo sentir bien. Lo siento mucho.

-Bueno, no puedo decir que me molesta porque sé que no lo hiciste intencionadamente.

-Igual me siento mal, culpable, así que por eso te lo dije.

-Es cierto que estuvo mal que te hayas besado con mi hermano, pero ya pasó y sé que no se repetirá. Así que no te angusties por eso.

-¿Estamos bien?

-Sí, mi niño. No te olvides de cuidar a mi hijo.

-Eso no. Lo cuidaré con mucho gusto.

-Una vez más te lo agradezco, Lucas.

-No tienes por qué. Somos pareja y ya vivimos juntos. Así que en lo que pueda te ayudaré.

-Me parece bien. Te amo, mi niño lindo.




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