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Cinturón de seguridad puesto, bebida entre mis manos y Dixon a mi lado sujetando mi cuello con fuerza. Me sujeta como si yo fuera Spanky, su pequeño osito gris de peluche.

—Dixon, si sigues tomando tan fuerte a Ryder terminará en el hospital por decapitación.— escucho a Abraxas, nuestro manager, reprocharle a Dixon.

Me rio entre dientes, porque en algún momento lo pensé solo que no quise decirlo, no quería comentarle que estoy apunto de dejar de respirar. Dixon tiene miedo a los aviones, siempre que subimos a uno él hace lo mismo; se aferra a mi cuello intentando controlarse, aunque arrebata todo el aire que intento inducir a mí.
 

—Sin el guapo no vamos a poder hacer el concierto en Las Vegas, amigo.—  Marcus, el rubio que está sentado atrás de nosotros habla y golpea a Dixon en la nuca haciendo que él ponga su atención a n Marcus. —Sabemos que todos esos boletos vendidos son por él. No por nosotros.
 

—¡Oye! Que tu tengas un feo culo no significa que nosotros también.— se queja Dixon quitando sus manos de mi cuello, por fin respiro y lo agradezco en silencio.

Las Vegas seria invadida por D.four, sin duda había bastante expectación por esta ciudad. Nuestra banda estaba conformada por tres cabezas huecas y yo, habíamos comenzado nuestra carrera hace cinco años atrás, nuestro nombre lo elijomos porque sabíamos que cada uno tenía un destino, cuatro destinos.

Con el paso de los años nos acostumbramos a la vida  de fama y también estar en televisión o en conciertos por todo el mundo, justo como ahora. Habíamos tenido ya una gira por el continente americano y siempre nos llevamos una gran impresión de todos los fans que se encontraban aquí y mas que nada por el cariño que nos brindan. Aunque si vamos con las impresiones, creo que ese premio se lo lleva la gente latina; ellos siempre tienen una chispa de alegría, hacen que de inmediato te sientas muy a gusto en donde estés y también logra hacer que sonrias ante toda la belleza que los países te pueden dar. Siempre es maravilloso estar con mis hermanos en una gira.

Mientras el avión aterriza en la pista, Dixon Jobs se aferra de nuevo a mi cuello temiendo de que su vida se termine o salga volando por la ventana. 

Cuando subimos al avión el cambio su asiento por el de Chiara, nuestra estilista, ya que ella se sentaría a mi lado; Dixon solo cambio su asiento para poder protegerse con mi cuerpo si algo malo pasará. Seguro si se sigue aferrando a mí como una garrapata, incluso hasta salir a la sala de espera por nuestras maletas, habrá fotos de nosotros diciendo que somos encantadores. No me lo tomo a mal, desde que comencé en D.four me han vinculado con Dixon y no me molesta. Para nada, él a sido tan fiable para contar en cada aspecto de mi vida, desde múltiples desencuentros con mi familia, hasta aquella ocasión donde, supuestamente, no es que sea verdad; sería padre.

«Ry será el padre de mis hijos, así que deja de fingir que estás engendrando un hijo de mi novio», sus palabras, no las mías.

Desde ese momento supuse que tenía que elegir muy bien mis relaciones, encuentros de una noche o lo que sea que he tenido durante los últimos años. Sin Dixon sería como alguien sin sentido y con muchos hijos por el mundo. Si algún día tengo hijos le pondré su nombre a su honor por ser un buen mirador de mis problemas. Regresando de mi ensoñación de hijos con cara de Dixon, que eso no es muy recomendable. Desabrochó el cinturón de seguridad para poder ponerme de pie y bajar del avión, seguro abajo ya hay mucha seguridad. Seguro que esa seguridad será muy poco para el tumulto de destiners que abra allá afuera.

Suspiró tomando apenas mi celular, observando la hora y como el cambió de horario me hace tener una cara cansada, estoy agotado. Me imagino toda la burla que recibiré de mis compañeros por tener una cara horrible por el sueño. 

Miró a donde están ellos los tres hombres de D.four, Marcus está tomándose una foto con una chica que en algún momento se acercó a él en el corredor del avion; ese rubio siempre siendo el centro de atención. Braxton parace tranquilo y cansado, se pone unas gafas oscuras, lo emito poniendo unas del mismo color. Dixon, quien sigue sentado, pasa una mano por su cabello indicado que está nervioso por el aterrizaje; las fans nunca han sido un problema; su problema es algo más grave.

—Muy bien, ducklings —cuando la palabra "ducklings" es pronunciada, los cuatro miramos a Abraxas, esa es nuestra señal, para concentrarnos y jamás hemos entendido porque nos llama así.—Hemos llegado a Las Vegas, tomaremos una camioneta que nos espera afuera. Tendrán tiempo de ir al hotel, darse una ducha y posteriormente ir a algunas entrevistas para culminar con el concierto.

—Si, señor —Braxton le responde poniendo una mano en su frente dándole un saludo militar y nosotros reímos, Abraxas solo mira hacia Brax seguro preguntándose él porque terminó con nosotros—¿Después nos podemos divertir?

—Si eso no implica tener que sacarlos de aprietos. —eso es el último comentario antes de tomar camino fuera del avión.

Los cuatro llevamos gafas oscuras así evitamos que los flashes de las cámaras nos dejen ciegos. Aunque siempre Marcus se limita a poner una gorra de color vino con dos iniciales S.W en color amarillo, a él le gusta presumir sus ojos azules con esa gorra. La gorra recuerdo que se la regalo la mismísima Samantha Warner, presentadora guapa de la que estuve enamorado, en una de nuestras últimas entrevistas.

Esta vez Marcus se pone unas gafas de color café con algunos brillos que hacen que el rubio llame mucho la atención. Caminamos en una fila para ir por las maletas e irnos de inmediato, aunque es muy poco probable que podamos salir de acá. Cuando llegamos a la salida hay un grupo, demasiado grande, de fans gritando nombres y diciendo te amo.

Pda: te amo

No puedo pensar en algo que no fuera esa posdata, siento frío recorriendo por mi cuerpo. A mi mente viene el libro de color café con las leyendas de te amo en cada hoja, las palabras de tristeza, la depresión impregnada y lo que era aquella chica.