Animaladas

Capítulo 9: La gran Ceremonia

 

 

Arranca Óscar Lozano Álvarez

 

 

     Hubo una época, mucho antes de que se convirtiera en uno de los mejores detectives de toda Animalia, en la que Funesto LoOtro quiso escribir la crónica de la historia de Animalia desde su creación hasta su actualidad. Para ello iba cada día, sin tener en cuenta si era sábado, domingo o festivo, a la gran Biblioteca de Animalia, que junto al Archivo Histórico constituían el edificio que albergaba los saberes ocultos de la historia de toda Animalia. 

 

     Fue en estos años de su juventud donde Funesto coincidió con la que sería la futura reina Lyla y con el aprendiz de mago Áltamir. También merodeaba las instalaciones el por entonces inteligentísimo tiranosaurio Alberticius Tex, al que después de absorber la información de millones de libros se le hizo el cerebro fosfatina. Y junto a ellos empezó a investigar sobre las distintas leyendas que corrían de boca en boca entre los habitantes de los diferentes reinos de Animalia.

     —Es genial, ya tengo el título para nuestra colección de historias, la llamaré Leyendas de Animalia —gritó con alegría Funesto.

     —Pero Funesto, la bibliotecaria y brujita Vlad Strange me ha dicho que ya hay una serie de novelas con ese nombre que ha escrito un tal Víctor Fernández —le contestó Alberticius.

     —Con un buen sartenazo todo se arregla —dijo Áltamir, cuya solución para todo ya pasaba por el filtro de la sartén que siempre llevaba colgada a la espalda.

     —Pues habrá que pensar en hacer una visita a ese tal Víctor—sugirió Funesto. Y ver si nos cede sus derechos.

 

     Y dicho y hecho. Los tres se pusieron a buscar por distintos canales la información que les permitiera conocer dónde vivía el tal Víctor; que se les había adelantado en la que creían que sería su obra cumbre vital, contar la gran historia de Animalia. Pero por mucho que miraron y remiraron en los miles de volúmenes y pergaminos que escondía el archivo y la biblioteca, fue Vlad quien les dio la localización de ese impostor. Estaba viviendo en un lugar llamado Cataluña de un país que llamaban España.

Después de agradecer a Vlad su información, marcharon hacía aquel lejano lugar, donde al llegar todo les resultó extraño. La gente se asustaba al verlos, sin embargo, para ellos lo que no era normal es que los gatos y perros que encontraban por la calle no hablaran. Y, sobre todo, que fueran cogidos por una cuerda a las manos de los humanos. Y, así, andando por el primer pueblo costero al que llegaron, encontraron a una persona en la playa. Se acercaron para preguntar si conocían a Víctor Fernández, y para su sorpresa era el mismo al que andaban buscando. Y más sorprendente aún era que no se asustó ni salió corriendo al verlos. Además de que los conocía como si fueran hijos suyos.

     —¡Qué sorpresa de veros por aquí! ¡¿Qué tal estáis chicos?! —les saludó Víctor. —¿Cómo van esas investigaciones, Funesto? Áltamir, ¿ya has llegado a ser mago, o todavía eres un aprendiz? Mi querido niño grande Alberticius, ¿cómo está tu hada?

     —¡¡¡PEROOOO!!! —gritaron los tres a la vez. —¿Cómo es que nos conoces? Si nosotros no hemos escuchado nunca hablar de ti. Y, además, ¿qué es eso de quitarnos nuestra idea de escribir las Leyendas de Animalia? ¿Quién eres tú para hablar sobre la historia de nuestros reinos?

     —Yo soy de los pocos humanos que conocen vuestro mundo, junto con Vlad, Arkana, Àngels, J. Carlos y algunos más. Ellos son los que me han ido dando algunas de las pautas para describir Animalia.

     —¿Tanta gente nos conoce? Vamos a tener que olvidarnos entonces de nuestra idea. 

     —No os preocupéis, chicos. Vuestro mundo está a salvo con nosotros. Y Funesto, ¿te has planteado ser detective? Porque me han dicho que has encontrado varios incunables perdidos entre los miles de legajos y pergaminos del Archivo de Animalia. 

     —Nunca lo había pensado, pero me esforzaré por convertirme en el mejor detective de Animalia —contestó Funesto a la proposición de Víctor.

     —Y tú Alberticius, podrías utilizar tu fortaleza y generosidad para ayudar a los demás. Aunque para ello tuvieras que parecer que eres un poco menos inteligente de lo que eres. Seguro que harías muy feliz a mucha gente, también a ti.

     —Lo intentaré, porque me gusta ayudar a los que están en apuros.

     —Y ¡qué te voy a decir Áltamir!, si sigues con tu método de la sartén, no habrá nadie que ose decir que no eres el mejor mago de Animalia. El mejor de la historia. Y, además, te será muy útil si aprendes a no desconfiar de todo el mundo y pegar a diestro y siniestro.

     —Seré menos impulsivo, pero gracias por tus ánimos, Víctor.

 

     Se despidieron los tres del humano Víctor, y al volver a Animalia, le dieron un recordatorio a la brujita Vlad de parte de su amigo Víctor. Con lo que ella terminó esa jornada, que habían estado los tres mejores y mayores usuarios de la biblioteca donde trabajaba, muy contenta porque seguían acordándose de ella en su vida humana. Y es que sabía que su labor como espía para sus amigos, era muy importante para dar a conocer las excelencias y las excentricidades del loco mundo de Animalia, al que iba a echar de menos el día que regresara a su casa.



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En el texto hay: fantasia, reinos, animales

Editado: 03.09.2023

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