—Ya basta —demando separándome de sus labios cuando por enésima vez vuelven a bocinarnos, él obedece de mala gana mientras yo trato de respirar normalmente.
—¿Vamos a casa? —Sugiere acoplándose nuevamente al tránsito, simplemente me encojo de hombros, ya después le diré al abuelo donde estuve, claro que omitiendo la pequeña pelea. Busco mi celular en mi bolsillo pero no hay nada, lo habré dejado tirado en algún lugar de la casa— Disculpa por haberte sacado de esa forma de tu casa, es que cuando estoy muy molesto no mido mis actos.
—No te preocupes, que no se vuelva a repetir y caso resuelto —puedo ver el arrepentimiento en esos ojos que tanto me gustan, y que tanto me asustaron hace unos minutos.
—¿Cómo estás con lo de tu padre? —Ni siquiera he tenido tiempo para pensar en papá el día de hoy, quisiera decir que me alegro pero en cambiaría todo lo vivido el día de hoy por llorar su ausencia.
—Lo estoy sabiendo llevar, bueno, lo estamos sabiendo llevar a excepción de mamá —digo y recuesto la cabeza por la ventanilla—; se pasó todos estos días en el cementerio hasta el punto de que tuve que ir por ella.
—Te entiendo, es muy duro perder a un ser querido y más si es tan cercano. Cuando murió la hermana de mamá, ella no salió de su habitación por semanas, hasta tuvo que visitarla un psicólogo —dobla un curva y sopeso sus palabras ¿necesitará mamá un psicólogo?
—¿Tú crees que sea buena idea que también vea a la mía un psicólogo?
Niega.
—No aún, es reciente su luto Anne es normal que actúe así, en realidad, cada uno tiene su forma de reaccionar. Dale más tiempo y si no mejora la situación puedes pensar en eso; no te precipites.
—Tienes razón, ni siquiera hace una semana de todo lo ocurrido, voy a esperar más, a ver qué pasa —suelta una mano del volante y toma con ella mía y la acaricia. ¿Cómo demonios es que siendo tan dulce pudo reaccionar de esa manera por los celos?
—¿Y tu hermana?
—Ella y el abuelo ya están bien, en lo que cabe de lo posible —«ella es la que peor está, sin padre y ahora despreciada por su madre»
—Me alegra oír eso. Tengo que contarte algo —lo dice como quien no quiere la cosa, hago un gesto para que continúe— Ya sé que no es el momento adecuado, pero es que cumplimos un mes de estar saliendo esta semana —Caracoles hervidos lo olvidé completamente— Específicamente este sábado, tres de marzo.
—¡Wow, el tiempo pasó volando!
—Sí —afirma mientras va entrando a Los Rosales— ¿Quieres venir a pasar el día conmigo en la casa de campo de mamá? —Me quedo mirándolo, ¡Dios el sábado es la final! No puedo faltar por nada del mundo, pero tampoco quiero dejarlo plantado a Ariel.
—¿Desde qué hora? —Pregunto obligándome a hablar.
—Desde que sale el sol —lo dice como si fuera lo más obvio en el mundo mientras entra al garaje de su casa. Baja del auto y yo lo imito.
—Esto... Ariel —balbuceo cerrando la puerta.
—¿Hmm? —Rodeamos el auto y quedamos frente a frente.
—El sábado es la final de motocross, no puedo faltar, soy mecánica. ¿Y si después de que termine pasamos a la casa? —Tuerce los labios disgustado, no le gusta la idea ¡Por favor, que no empiece con sus berrinches!
—Está bien —acepta gruñendo. ¿Así de fácil?
—La competencia empieza temprano y solo son tres corredores por lo tanto terminará rápidamente y tendremos todo el día para nosotros —deslizo mi dedo por el cuello de su camisa mientras pronuncio cada palabra.
¿Desde cuándo no estamos así solos y juntos?
—¿Todo el día? —Pregunta seductor, asiento levemente. Atrapa mis labios con los suyos mientras me toma de la cintura pegándome a su cuerpo, enredo mis dedos en su cabello mientras siento como me levanta del suelo y me deposita en capo del deportivo. Abre mis piernas para no perder la cercanía, el beso pasa de ser apasionado a salvaje y en menos de un segundo rodea mis piernas a su cintura y empieza a caminar conmigo en brazos sin despegar sus labios de los míos.