Annie de las Estrellas

09. ANNIE (II)

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ANNIE
(II)

Desde su llegada aproximadamente una hora atrás, la joven dama se había estado asomando constante desde las puertas de la sala hacia el vestíbulo, esperando divisar en cualquier momento a las dos personas que esperaba. Tuvo que dejar de hacerlo cuando prácticamente la forzaron a ir a su camerino a terminar de arreglarse, pero en cuanto estuvo lista volvió una vez más a mirar. Cerca de las nueve, su espera fue recompensada.

Justo se había asomado en el momento en el que Lake y Maya cruzaron la puerta principal del Majestic. Le entregaron sus entradas al encargado de la entrada, que cortó un pedazo de éstas y les regresó la más grande. Ambas chicas avanzaron admirando con curiosidad todo el vestíbulo y a las personas en él, hasta que algo captó poderosamente la atención de Maya: la fuente de sodas, y en especial la máquina de palomitas roja y blanca en ella. Maya se veía emocionada, mientras que Lake parecía más desconcertada que otra cosa.

Maya tomó a su acompañante de la muñeca, y la jaló en dirección a la fuente de soda para pararse al final de la fila. En ese punto, la joven dama las perdió de vista. Pero ya no importaba, pues lo importante era que estaban ahí.

La joven dama sintió en ese momento que alguien se paraba detrás de ella, pero desde antes de girarse a mirarlo supo que se trataba de su amigo.

Sí vinieron —pronunció la joven dama con entusiasmo—. Las dos, y además llegaron juntas.

Parece que su plan funcionó como lo esperaba —pronunció su acompañante con su habitual voz recatada—. La felicito. ¿Qué hará ahora?

La joven dama reflexionó un momento. Esa era una buena pregunta; ¿qué debería hacer a continuación?

Tal vez debería ir y hablar con ellas de una vez, ¿verdad? —dijo no dejando claro si era una pregunta real. Igual no tuvo oportunidad de recibir respuesta o hacer lo que le había propuesto, pues en ese momento se escuchó una voz que pronunciaba:

—Primera llamada. A todos nuestros asistentes se les informa que evento dará inicio en diez minutos. Por favor, tomen sus asientos a la brevedad. Ésta es la primera llamada.

Eso limitaba sus opciones. De seguro no tardarían en ir a buscarla de nuevo.

Será mejor después del concierto —masculló un tanto decepcionada.

Una idea cruzó súbitamente su cabeza en ese momento, haciéndola que se sobresaltara un poco, y su rostro entero se llenara de emoción.

—¡Ah! —exclamó de pronto con fuerza, tomando por sorpresa a su acompañante.

¿Qué ocurre?

Se me acaba de ocurrir una gran idea —pronunció la joven dama en alto; quizás demasiado en alto, considerando que estaban hablando en su dialecto, y no era algo que desearan que más personas a su alrededor notaran.

Antes de que su acompañante pudiera preguntarle cualquier cosa, la joven dama se encaminó presurosa hacia detrás del escenario.




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