Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 23- Corre

Los rumores no paraban de oírse, llegaron a ella como un torbellino de malas noticias pero no para Doll.

Doll había escuchado acerca de la feria que se había instalado cerca del pueblo, una feria que no duraría muchos días y muchos de sus compañeros de clase ansiaban con ir a visitarla y divertirse un rato. Ir a la feria nunca estuvo en los planes de la pequeña asesina pues su única amiga odiaba el contacto físico aunque fuera accidental y llevarla a un sitio rodeada de personas no era buena idea (y no pensaba ir sola) además que nunca pensó que nada interesante podría pasar en una feria aburrida llena de personas corriendo de un lugar a otro. 

Eso cambio.

Escuchó los rumores pero no los creyó hasta ver las noticias de la mañana: Isabel Aragón había sido encontrada detrás de una carpa de circo medio muerta. Había sido una fortuna que no estuviera muerta cuando la encontraron, todo su cuerpo estaba destrozado debido a los golpes que había recibido repetidas veces con un arma desconocida, el ataque de un verdadero enfermo.

También escuchó eso en los rumores: el cuerpo de la niña había sido quebrado. Sus huesos estaban rotos y no podía hablar debido a varios golpes en la cabeza que le provocaron un trauma en el cerebro. 

Isabel Aragón, la niña que molestaba a Emily y a quien Doll había envenenado como castigo, no sabía cual era su apellido hasta ese día.

Estuvo pensándolo mucho tiempo al ver a Nadeline tan preocupada: ¿seria el karma?

Doll lo conocía como castigo divino, lo qué haces se te regresa ya sea bueno o malo, tal vez Isabel había recibido el castigo divino que merecía, o tal vez solo fue mala suerte. Lugar incorrecto en la hora incorrecta.

Pero si en verdad existía el karma o castigo divino ¿cuando le llegaría a ella? ¿Como se le castigaría por todos los pecados que había hecho? No quería pensar en ello, tenía cosas por hacer y daba igual aquella niña engreída, no era su asunto si vivía o moría. Tenía ahora un asunto de extrema importancia: matar a Julieta, más bien ayudar a matarla.

Doll preparo su mochila y salió de su casa ocultándose entre las sombras, su madre llegaría tarde ese día así que por eso lo habían escogido: sábado en la noche, el día de la muerte de Julieta.

Asegurándose que nadie la veía empezó a caminar y fue directamente a la estación de tren abandonada.

En el borde que marcaba el final del pueblo se encontraba una estación de tren abandonada donde antes pasaba muy a menudo la gente para abordar el tren pero hacia ya muchos años que nadie la visitaba pues no tenían interés en ella, no había guardias ni casas cerca. El lugar perfecto para asesinar a alguien.

Habían decidido ponerle fin a la vida de Julieta en ese lugar; la idea se le vino a Doll después de estar espiando a Emily. En ese momento recordó como su hermano (antes de que se fuera) las llevaba a Emily y a ella a la estación de tren para ver las estrellas pues desde ahí la vista era magnífica.

Asi que después de invitarla y convencerla de que no dijera nada con engaños y mentiras se prepararon para hacer realidad su plan.

Siguió caminando sin detenerse aún cuando el viento helado le pegaba en la cara, era una noche fría e incluso había niebla en el bosque. El suelo estaba mojado debido a la lluvia que acaba de parar minutos atrás, una noche hermosa para morir.

Tras un buen rato de caminar y tomar un breve descanso, un edificio antiguo y un poco pequeño apareció frente a ella escondido entre los árboles. Era un lugar rústico y vaya que se veía bastante antiguo, podía notar las telarañas alrededor de la madera vieja y la misma crujía debido al fuerte viento.

Los raíles del tren estaban casi ocultos por la maleza y tierra de tantos años sin usar. La pequeña asesina sacó una linterna y alumbró el edificio empezando a acercarse para contemplarlo de cerca. Había olvidado como lucia.

Era un edificio un poco largo con varias puertas y ventanas altas con los cristales en su mayoría rotos, tenía un techo que sobrepasaba el edificio y era sostenido por columnas de madera.

Se subió a la base de madera que llevaba a unas bancas viejas de hierro apuntando la linterna que traía a todos lados para cuidarse de cualquier animal que estuviera acechándola desde la oscuridad, sus manos estaban cubiertas por guantes negros y debajo de estos llevaba guantes de látex para impedir dejar sus huellas. El frío la hizo estornudar y alzó la mirada hacia el cielo viendo una escena que la dejó sin aliento:

El cielo nocturno con millones de estrellas; un manto azul en donde estaban muchas luces prendidas brillando desde lo más alto, sin ninguna nube o algo que las cubriese, era muy hermoso. Sus ojos reflejaban el magnífico cielo que la veía desde lo más alto. Aquella vista... La había olvidado también.

—No lo creí al principio pero tenías razón: es precioso el cielo desde aquí.

Doll se giró rápido viendo a Elizabeth recargada contra una columa de madera, su boca estaba tapada con una bufanda color crema.



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En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

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