Hizo girar su paraguas y miró al cielo, había pasado mucho tiempo en aquel lugar. Noah aún podía sentir aquellas cuatro paredes rodeándolo y casi aprisionándolo, podía oír los gemidos y murmullos de desesperación retumbar en su cabeza una y otra vez.
Recordaba la pequeña ventana rota del lugar, su único contacto con el mundo exterior, mostrándole solo una pequeña parte de ese mundo complicado y lleno de mentiras.
Recordaba también el olor a cigarro y a vainilla, el olor de un nuevo invitado invadió sus fosas nasales aquel día. Se estremeció de recordarlo.
Paseaba por las calles casi vacías tocando con su dedo los arbustos, troncos de árboles y edificios que tenia a su paso.
Escuchó campanas a lo lejos, debían estar cerca.
—Es hora de prepararse—murmuro mirando otra vez hacia el cielo.
::: :::: :::: :::: :::: :::: :::: :::: ::::
Doll supo que estaba mal pero aún así se fugó del funeral junto con Elizabeth, ambas socias paseaban por las calles vacías.
Todos se veían más apagados de lo normal, incluso el clima parecía demostrarlo debido al cielo nublado. Lanzó una mirada furtiva al cielo esperando que no lloviera.
Fue sacada de sus pensamientos por un codazo por parte de su socia, se volteó hacia ella furiosa con intenciones de golpearla.
—Mira—la interrumpió.
Doll dirigió su mirada a donde le indicó. Vieron a un niño caminar de espaldas a ellas con un paraguas rojo vivo en mano, sus dedos tocaban los edificios y troncos cercanos.
—Noah—murmuro.
Podía reconocerlo incluso de espaldas. Intercambio una mirada con su socia antes de alcanzar al pequeño impertinente, tomarlo del hombro y girarlo con brusquedad.
Los ojos grises del chico se toparon con los ojos verdes de ella.
—Hena—dijo con sorpresa.
Doll gruño al oír aquella frase, el apodo que él, y antiguamente Victoria, le decía para referirse a ella de una forma despectiva.
El niño se veía horrible, tenía ojeras marcadas y estaba más delgado que la última vez que lo vio. Sus pómulos estaban marcados y su ropa se notaba más holgada, incluso los huesos de sus manos estaban más marcados.
—Te vez como un maldito esqueleto, ¿de que tumba saliste?—exclamó Elizabeth.
Noah se vio a si mismo como si se percatara finalmente de su aspecto.
—No creo que este tan mal—murmuro, luego sonrió—. Estoy mejor que ustedes, ténganlo por seguro.
Intercambiaron otra mirada antes de agarrarlo por los brazos y dirigirse a un lugar donde la gente no pudiera verlos.
Cerca de aquella zona había un terreno baldío que limitaba los límites del pueblo, era una zona peligrosa o al menos eso les decían los adultos a los niños. Doll había escuchado por mucho tiempo historias de brujas que hacían sus conjuros en aquel lugar o donde fantasmas y duendes se aparecían a media noche.
Nunca creyó en eso, pero era cierto que era peligrosa debido a un barranco de gran altura cerca de ahí, estaba rodeado de árboles así que podía camuflarse a la perfección. Por suerte, para ella, ya lo sabía.
Arrastraron al pequeño mentiroso al interior de la zona baldía donde lo azotaron contra un árbol para inmovilizarlo.
—Es hora de hablar, mocoso—gruño Doll—. Han pasado cosas muy raras últimamente. Tu estas igual de mal que nosotras, eres el principal sospechoso de todo esto.
—Yo no hice nada—murmuro intentando zafarse.
—No quieras mentirme a la cara, te cortaré la lengua. Antes de enterarme de la muerte de mi progenitor, te vi correr. Parecías nervioso y estabas sucio... No se como lo pudiste haber hecho, pero eres un gran sospechoso.
—No lo hice—repitió—. Se lo dije a ella, yo no lo maté.
Apuntó a Elizabeth. La pequeña asesina vio de reojo a su socia.
—¿Crees que le creo?—preguntó su socia cruzándose de brazos.
—En tal caso, tu debes saber quien está detrás de todo esto—indicó Doll volviéndose hacia el menor de los tres.
—¿Por que piensas eso? Soy menor que ustedes, no tengo las mismas habilidades—se protegió el pequeño mentiroso.
—Tu comportamiento es bastante raro. Sin contar que tú debiste ser quien le dijo a la policia acerca de los asesinatos en la estación de trenes—intervino su socia, vio como Noah abría los ojos sorprendido—. Por tu reacción debo estar en lo correcto, aunque era demasiado fácil saberlo teniendo en cuenta que admitiste haber estado en el momento en que quemamos los cuerpos de Julieta y Lily.
El pequeño mentiroso negó con la cabeza, parecía asustado.
—Yo no...
—Además, siento que alguien me observa. Pensé que podría ser el tercer asesino, bien podrías ser tu, mocoso—concluyó Doll—. Has dicho una y mil veces que sabes todo, así que habla ahora.