Doll estaba sentada en en aquella aburrida habitación gris. Su cabeza se mantenía baja mirando con detenimiento sus pies descalzos.
—Entonces, ¿no lo niegas?—preguntó la doctora en frente suya.
Ella movió un poco los hombros.
—¿Que importa? Da igual si dije que no lo hice, me encerrarán de todas formas por qué todo apunta a que yo lo hice junto con Elizabeth—dijo sin muchas queja.
La mujer la miro de reojo con los brazos cruzados.
—Ya veo. Aún así me pregunto, ¿como una niña tan pequeña como tú pudo hacer todo eso? Eres la más joven a la que he tenido a mi cargo, siempre son adultos, viejos, hombres, mujeres... Pero, ¿una niña?—dijo sorprendida.
Doll alzó la mirada y la vio.
—Siempre es eso, siempre sorprendo a todos. Siempre esperan algo de mi y cuando no lo obtienen hacen esa misma reacción—murmuró con una media sonrisa.
La doctora la miro fijamente.
—¿Conocías bien a... Elizabeth?—pregunto dudosa.
La niña sonrió divertida.
—¿A esa tipa? Apenas la conocía, ella se metió a mi vida a la fuerza después de que descubriera que teníamos los mismos gustos—dijo sin más—. No era una mala persona, o al menos no tanto. Me fastidiaba, había veces en que no podía soportarla. Sentía que podía llegar a ser una linda persona. Me hacia gracia, pero me hacia más gracia muerta así que...
La doctora asintió comprendiendo.
—¿Y es por eso que intentaste matarla?—pregunto con voz gruesa.
Doll la miro y luego bajo la vista.
—No. Pensé que había matado a Emily. Estaba tan enojada que quería matarla—murmuró.
—¿Ella es tu amiga?
—Si, la mejor. Cuando vi que parecía muerta, enloquecí—balbuceo con voz entrecortada—. No pude pensar, mi mente se nublo al pensar que esa bastarda me la había quitado.
La mujer asintió.
—Ella está a salvo, según lo poco que nos dijo, Elizabeth la llevo hasta ahí para matarla, ella hubiera muerto si tu no hubieras llegado—Doll dio una media sonrisa—. Es extraño como a pesar de que mataste a tantos compañeros de tu escuela, querías salvar y proteger a Emily.
—No soy el monstruo que ustedes creen—le replicó Doll—. Yo también tengo sentimientos aunque no lo crean. Amaba a mi padre, amaba a mi madre, amaba a mi hermano, amaba a mi familia, amaba a todos.
La detective alzó una ceja.
—¿Amabas?—cuestionó al notar que era tiempo pasado.
—Ahora no se lo que siento por ellos. Es mejor haber amado que nunca haberlo hecho, ¿no cree? ¿Que clase de monstruo sería si no pudiera amar a nadie?
La mujer sonrió.
—Seguramente el peor de todos—dijo en tono de broma.
Bajo su cabeza.
—Con Emily es diferente. Mataría por ella.
La doctora la miro unos segundos, analizándola.
—¿La quieres?—pregunto en un susurro.
Doll lo alcanzo a oír perfectamente. Si, lo hacía, pero no podía decirlo pues no quería meter más a Emily en todo ese asunto y sentía que podían utilizarla en su contra.
—¿Por que?—Doll se mostró confundida— ¿Por que matabas?
Los ojos de Doll se abrieron de par en par y abrió la boca para responder. Nada. Simplemente nada salió de su boca.
Parpadeo un par de veces. Se sentía bien matarlos, se sentía poderosa (excepto algunas veces) se sentía superior a los demás y sentía que tenía el control de la vida de esa persona pues ella se la quitó. Esa era su motivación pero sentía que había otra razón.
¿Por que comenzó a matar? No sentía que estaba mal matar a alguien pero debió haber un detonante más allá de los libros y películas de asesinatos.
El cuerpo de Victoria en el suelo apareció en su mente. Había sido tan fácil matarla, había sido tan fácil matar a Alice, estaba claro, la única respuesta posible era la más obvia aparentemente.
—Por qué podía—dijo alzando la cabeza viéndola a los ojos.
La mujer la miro unos momentos analizándola, luego suspiro y se levantó de su asiento
—Me dan pena—comentó la mujer después de un rato.
Doll trono la boca creyendo que se estaba burlando de ella.
—¿Por que?
—Por que seguramente no eran así antes—admitió con expresión seria.
Doll la miro sorprendida, abrió la boca para replicar pero no pudo decir nada, las palabras no salían.
No había nada más que decir, ni siquiera intentaría defenderse pues sabia que era inútil.
—Llamaré al terapeuta para que tengas una sesión con él.
La mujer salió del cuarto y al poco tiempo un hombre entro vistiendo un traje color gris haciendo un juego espantoso con el resto de la habitación.
El hombre entró sin decir ninguna palabra pero tenía una sonrisa de oreja a oreja, Doll lo miró desafiante.
—¿Tengo algo en la cara?—preguntó la voz profunda del hombre.
—Solo observó lo fea que es—respondió agresivamente.
El hombre río.
—Si, puede que no sea tan hermosa como tú—indicó sin dejar de sonreír—. Eres realmente hermosa.
—Lo se—se limitó a responder.
Solo lo había visto dos veces y no le agradaba. La miraba de una forma extraña y no respetaba el espacio personal pues parecía querer acercarse constantemente a ella pese a estar separados por una mesa.
Vio como el hombre se sentaba en el asiento en frente de ella. Doll dejó de observarlo y tomó la muñeca en el centro de la mesa (el único objeto que se le permitía tener).
—Puede que eso te haya servido para que la gente confiara en ti y pudieras asesinarla: tu belleza natural—siguió diciendo el hombre—. Claro, junto con un buen cuchillo, ahora ya no eres tan brava si estás desarmada, ¿verdad?
Doll abrió la boca para decirle que se callara, pero la mano del hombre se deslizó por la mesa hasta tomarla de la muñeca y jalarla, su cara se estampó contra la superficie de la mesa.
—No deberías hacer eso, bastardo. Entre más distancia haya entre nosotros será mejor. Oí decir eso a los doctores—murmuro con voz ronca.