Me di una ultima mirada en el espejo ajustado la coleta de mi cabello.
Baje las escaleras y entre en la cocina donde estaban mis hermanos y mama.
— ¿Ris? —dijo mama mirándome de arriba abajo— estas muy guapa hija.
Me sonroje al oír eso ya que mama no solía alagarme.
— Ya no eres un minion mírale el lado positivo —dijo Esffie sonriendo mientras comía una rodaja de manzana.
— ¿A dónde iras? —pregunto Tanner.
Lo mire sorprendida porque nunca nadie en esta casa me preguntaban a donde iba.
— Iré a correr pronto volveremos a las practicas —respondí dudosa.
Mi hermano se pudo de pie dando un ultimo trago al jugo sobre la mesada.
— Iré contigo —abrí mis ojos y miré a Tanner nuevamente pensando que había escuchado mal.
— ¡Qué bueno que están llevándose mejor mis niños! —exclamo mama tomando sus cosas— cuídense ¡Los quiero!
Mama se despidió y salió por la puerta, volví a mirar a Tanner y el sonrío.
— Piérdanse por unas horas que invitare a unos compañeros —dijo Esffie pasando por nuestro lado.
— Solo iremos a correr no… —ella prendió la tele y subió el volumen ignorándome.
Negue con mi cabeza para salir de la casa.
Empecé a trotar casi olvidándome que mi hermano venia conmigo.
— ¡Oye Ris espérame! —exclamo el yo me reí.
— Se supone que tu eres jugador deberías tener mas resistencia —dije entre risas— además no hacia falta que me acompañaras
— Hay muchos sujetos y como todos se dieron cuenta creciste —dijo el para salir corriendo nuevamente— ¡Alcánzame si puedes arrocito!
Fruncí el ceño y tomé velocidad para alcanzarlo, el se detuvo en medio de la calle y no paraba de reír.
Me detuve por unos segundos y vi que se acercaba un auto.
— ¡Tanner! —cruce a toda velocidad la calle para empujarlo.
Lo mire con el ceño fruncido y el sonreía.
— ¿Eres idiota? ¡Casi te atropella un auto! —exclame levantando mis brazos.
El no dejaba de observarme y no tomaba en cuenta lo que acababa de suceder.
— Oye Ris —seguí caminando, ignorándolo— no te enojes y además si vi el auto
— ¿Querías saber a qué sabia el asfalto o que? —dije sin mirarlo.
Nos acercamos a un parque que tenia un pequeño lago con patos.
— Lo siento —él se paró en frente mío.
Sus ojos me observaban eran de ese color tan hermoso y únicos como les llamaba yo. Quizás mis ojos era lo único que podía rescatar de mi cuerpo.
— No vuelvas a hacer eso… —dije pensando en todas las posibilidades que podían ocurrir en cualquier momento de nuestras vidas.
Caminamos hasta llegar cerca de donde estaban los patos.
— Ahora quiero saber el nombre de esas estúpidas que te dicen cosas horribles —dijo el sentándose a mi lado.
— No te lo diré —dije mirando hacia el lago con los patos.
— Solo quiero saber... anoche estuve pensando en cuando me dijiste que te sentías culpable por la separación de tus padres —tome aire y luego lo mire— bueno nuestros padres...
— ¿Es necesario que hablemos de eso? —pregunte al ver que el estaba dispuesto a seguir con la conversación.
— Tú te sientes mal por eso y déjame decirte que tu no eres la única que se guardo eso —el tomo un poco de pasto entre sus manos mirando lo que hacía— tu le dijiste a mamá que habías descubierto lo de papá... pero yo fui quien le descubrió a mamá.
Volví a mirarlo sorprendida al escuchar algo de lo que no estaba enterada.
— Mamá me odia a veces siento que le molesta mi existencia —mire hacia otro lado.
— No te odia pero creo que mamá muchas veces actúa por impulso —puse mis ojos en blanco.
No quería hablar de mamá en esos momentos me puse de pie sacudiendo mi calza.
— Nunca te gusta hablar de tu familia —dijo el también parándose.
— Y creo que no soy la única —empecé a caminar alejando del lago de los patos.
Los dos caminamos en silencio, sin pronunciar ninguna palabra solo éramos los dos sumergidos en nuestros pensamientos.
— Te conozco Ris... seamos sinceros se que no eres así —
Cruzamos la calle y nos dirigimos hacia la tienda.
— ¿Tienes dinero? —dije mirando a mi hermano.
— Creo que si —el metió la mano en sus bolsillos— aquí está
Saco un billete que estaba prácticamente arrugado. Sonreí pero mi sonrisa se borro a lo segundos.
No podía comprar algo que tuviera muchas calorías.
— ¿Cuánto necesitas? —pregunto Tanner.
— No deja —me di la vuelta para seguir caminando— recordé que estoy haciendo dieta...
— ¡Oye Ris! —el corrió llegando a donde yo estaba.
Había crecido y mi cuerpo estaba más delgado y se veía en forma, pero sabia que si no mantenía la dieta probablemente iba a subir de peso.
Fue hasta que unos quejidos capto mi atención.
Mire a mi hermano que también había escuchado lo mismo.
A metros había la entrada a un edificio y luego un callejón.
Corrí hacia el sitio para ver que era lo que estaba sucediendo.
Una mochila estaba justo en el suelo, me acerque y en la mochila tenía colgado un llavero de la bandera LGBT.
— Ris espera... —Tanner llego a donde yo estaba.
Mire y dos sujetos casi al final del callejón sin salida estaban golpeando a un chico.
Salí corriendo indignada por lo que estaba viendo.
— ¡Déjalo! —dije empujando a uno de los sujetos.
Mire al chico que cubría su cabeza en el suelo.
— ¡Tu no deberías estar aquí! — el tipo que había empujado se volvió hacia mi.
— ¡¿Qué también quieres que te de una lección como a este marica?! —el tipo tenía unos veinte años maso menos.
El otro sujeto seguía golpeando al muchacho.
Mire con enojo al tipo que golpeaba al chico e intente hacer lo mismo.
Sentí que alguien me agarro por la cintura llevándome hacia atrás.
— Ahí viene la policía —Tanner me sostenía con un brazo y miro a los otros dos sujetos.
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Editado: 16.08.2022