Llegué a casa cubierta de barro y pasto como todos los días desde que cumplí 14 años y dejé de ser la niña a la que todos pueden victimizar. Mi mamá me esperaba cerca de la puerta lista con una bata de baño y una toalla para que no ensuciara la casa.
- ¡Hola mamá! - Intento acercarme para abrazarla y me aparta rápidamente con un brazo.
- Nada de hola señorita, ¿Cuándo será el día en que llegues un poco, aunque sea un poquito, más limpia? Pensé que jugabas fútbol bebé, no al cerdo.
- ¡Mamá!
- Pero si es cierto, tienes una suerte que el uniforme sea negro, si no el pobrecito ya no tendría arreglo.
- Ya esta bien mamá. Es solo que al final del entrenamiento siempre tenemos una partida contra el equipo masculino, nos sirve para hacernos más fuertes y para que los otros equipos femeninos no nos pasen a llevar.
- Lo entiendo amor, pero tu aspecto no es de los mejores. - Suspira y me tiende la bata.- Ahora sacate esa ropa y te bañas. Necesitamos hablar contigo y tu hermano a la hora de la cena.
- ¿Es algo importante?
Mi madre me miraba en silencio y esa es la confirmación que lo que nos dirá es sumamente serio.
- Esta bien, iré a bañarme.
Cerca de la entrada mi madre colocó un biombo japonés con el propósito de ocultarme mientras me saco la ropa y me coloco la bata de baño. Al lado hay un pequeño canasto donde dejo toda mi ropa y corro al baño que está en el segundo piso para darme primero una ducha con agua helada para relajar los músculos, y luego un baño tibio con aromaterapia para terminar con la adrenalina en mi cuerpo.
Después de una hora estando bajo los efectos de la lavanda, me seco y visto con un buzo una talla más grande de la que debería usar de color negro y me dejo el pelo suelto para que se seque por su cuenta. Una vez lista, bajo las escaleras hasta la cocina, donde veo a Marta, nuestra mayordoma y persona más querida de la casa.
- Hola Marta, ¿que cocinarás de rico hoy?
- Hola cariño, tu madre me pidió que me inclinara a la cocina china hoy.
- ¿China? si que debe ser importante lo que nos tiene que decir.
Marta se quedó en silencio revolviendo una masa entre sus manos y eso me hizo sospechar que ella ya sabía sobre el tema.
- Marta, ¿Tú sabes lo que mamá y papá nos tienen que decir?
Otro silencio...
- Si mi niña, pero no es mi deber decirles nada ni a ti ni a tu hermano, eso es tema de ustedes como familia.
- Eso es injusto y lo sabes. Ya eres parte de nuestra familia hace años.
- No es lo que quise decir Alex. Solo espera a la cena cariño, no insistas más.
- Esta bien. ¿sabes donde está el idiota?
- Alex...
- Lo sé, lo siento. ¿Sabes donde está mi querido hermano Max?
- Fue a una entrevista de trabajo por la tarde, y dijo que llegaría para cenar.
- ¿Aún no encuentra trabajo? Parece imposible que fuera el primero de su generación en Ingeniería en Informática y aún no encuentre nada.
- Lamentablemente les interesa más la experiencia que las notas, y no quiere aceptar la ayuda de tu padre.
- ¿Ves? Es un idiota.
- Es suficiente Alex
- Lo siento.
- Mejor ve y ayúdame colocando los palillos, las cucharas y las salsas, por favor.
- Mmm. Esto estará delicioso
Arreglé la mesa y coloqué todas las cosas que Marta me dijo. Luego, fui a buscar los jugos naturales que siempre nos tiene listos para la cena junto a una fuente con hielos. Al momento de terminar de ordenar, escuché la puerta abrirse y las voces de mi hermano y papá.
- Hola pequeña, ¿Cómo estuvo el entrenamiento de hoy?
- Muy bien papá. Como todos los días, no tuvieron piedad con nosotras, pero logramos ganarles 3-2.
- Eso es excelente.
- Hola mi amor.
Mamá bajaba la escalera majestuosa como siempre. Su cabello, rubio al igual que el de mi hermano, se movía al compás de su cuerpo, y sus ojos, celestes con un toque de verde, al igual que los míos, brillaban al mirar a papá. Papá no era la excepción; sus ojos, verdes como los de mi hermano, miraban a mamá bajar de las escaleras y la recibía con justo entre sus brazos. Verlos a ellos me hacía creer que todavía podía encontrar un amor así: dedicado, apasionado, atrevido.
- ¿Cómo te fue hoy en el trabajo?
- Estuvo genial. Por fin pudimos firmar la expansión.
- ¿En serio?
- Si, te explicaré más adelante.
Se dieron una mirada cómplice y junto a mi hermano quedamos un poco curiosos. Justo en ese momento llegó Marta con una sonrisa en los labios.
- La cena esta servida, por favor, pasen a sentarse.
Nos movimos todos a la mesa, y una rica sopa de Won Ton* nos esperaba para ser devorada. Ya listos, Marta nos sirvió un plato llamado Chow Mein* junto a unos rollitos primavera, la invitamos a sentarse junto a nosotros y comimos entre chistes y un buen ánimo. Finalmente, Marta nos sirvió unos ricos helados fritos* con galletas de la fortuna.