Another Cinderella

Capítulo VIII

Armin podría ser la persona más relajada de todo Amoris. Se tomaba a la ligera la mayoría de las cosas, mas cuando la situación lo ameritaba (o Lysandre lo obligaba) podía actuar seriamente, nunca olvidando su lado bromista por más sombrío fuese el panorama. Aún así jamás se había sentido cómodo en aquel lugar.

Después de terminar su entrenamiento como miembro de la Guardia Imperial había sido invitado muchas veces a merendar allí; y ahora que ostentaba el cargo del Capitán de la Tropa de Élite las invitaciones para cenar habían incrementado. En ese lugar había pasado bastantes horas de su vida, llegando a guardarle cierto cariño.

Pero el cuerpo de un oso disecado en un rincón con una mueca salvaje, la pared llena de cabezas de bestias con grandes cuernos que exhibía como trofeos y la vitrina repleta de artefactos de tortura y diversas armas hacían que el lugar se tornara lúgubre y escalofriante. No entendía cómo es que Kentin había logrado vivir en aquella gran mansión toda su vida.

―Capitán Kreiger, es un honor tenerlo aquí ―Giles Portner le saludó mientras descendía de las escaleras que daban al recibidor de su mansión, la más grande en el Primer Distrito. Su rostro, con arrugas en las comisuras de los ojos, denotaba un sentido del humor que nunca lo había caracterizado en su trayectoria de Líder General de la Guardia Imperial y Capitán de la Tropa de Élite, cargos que ahora recaían en Armin. Todo el mundo decía que el retiro le había sentado muy bien, pero el actual capitán podía sentir que estaba tramando algo.

―Más honor para mí haber sido invitado por mi predecesor― respondió, haciendo una reverencia. Él hombre de cabello rubio soltó una carcajada, las arrugas se acentuaron conforme realizaba el gesto.

―Oh, muchacho ¡Siempre tan humilde! ―palmeó su espalda con más fuerza de la necesaria, y no era para menos. El hombre a sus 60 años aún permanecía misma musculatura que en sus días de estratega―. Si fueras mi hijo, estaría muy orgulloso de ti― Armin solo pudo reprimir su mueca de descontento―. ¿Admirando mi pasatiempo?

Dio un último vistazo a la sala antes de responder.

―Me parece… hmmm, interesante.

―¡Ah! Un hombre con sublimes gustos ―exclamó mientras se dirigían al comedor―. Y dime… ¿qué tal le va a mi hijo?

―Excelente, señor. No hay nadie más diestro en el manejo de armas que él ―Giles bufó.

―Tonterías ―hizo un ademán al aire, restándole importancia. Comentarios como ese eran frecuentes. Armin los había escuchado desde el primer día que conoció a Kentin, los siguió escuchando en sus días de entrenamiento y habían aumentado cuando Armin, y no Kentin, fue elegido como el siguiente Capitán y Líder. Solo atinó a sonreír, aunque por dentro sintió pesar por su subordinado―. Es lo mínimo que un Portner debe hacer.

―Bueno, hace un par de semanas fue nombrado Líder del Primer Distrito.

―No por mérito propio, sino porque al viejo Weiss se le ocurrió jubilarse.

―Y es subcapitán de la Tropa de Élite. Si me permite decirlo, eso ya es bastante impresionante.

―Si fuera así, él sería el capitán―masculló entre dientes―. Sin ofender.

―No me ofende ―contestó como si aquel comentario no le hubiese afectado. El hombre sonrió y soltó un breve «Por su puesto» antes de tomar su asiento en la cabecera de la gran mesa de banquetes. Armin, extrañado por la ausencia de personas que regularmente les acompañaban, preguntó al sentarse― ¿Las damas no nos deleitarán con su presencia ésta ocasión?

―Mi esposa y mi sobrina han tenido que salir a realizar algunas diligencias. Charlotte pronto cumplirá diecisiete años, y planeamos dar una pequeña fiesta, algo íntimo, doscientas personas de sus amistades más cercanas.

Sí, claro, pequeña, pensó el capitán, pero prefirió guardar para sí ese pensamiento. Las fiestas de la familia Portner solo podían ser superadas por las de la familia real.

―Vaya, qué rápido pasa el tiempo, ya es toda una dama.

―Esa chiquilla es mi orgullo― dijo con honestidad―. Se ha convertido en una mujer elegante, digna de la realeza. Es una lástima que el príncipe haya estado tan ciego para no verlo― aunque su semblante se oscureció por segundos al decir la última oración, recuperó la compostura rápidamente―. Se le extendió la invitación tanto a él, como a su Majestad, pero fue declinada, debido a la mala salud de la reina. Espero, sin embargo, que nos puedas acompañar en la fiesta.

―No me lo perdería por nada del mundo ―mintió con una sonrisa en el rostro. ¿Pasar un día libre rodeado de personas que se regodean por no haber hecho nada en su vida? No, gracias. Mucho menos si se trataba de una arpía como lo era Charlotte Leclair. Ya inventaría una excusa de último minuto para faltar.

En ese momento fueron interrumpidos por el mayordomo, quien anunció que la cena sería servida. Acto seguido ingresaron a la sala numerosos sirvientes depositando diferentes platillos, un gran banquete que parecía hecho para decenas de personas, porque a Giles le encantaba presumir su fortuna y Armin no podía reclamarle algo. Así el resto de la comida terminaba en la basura, aunque a veces se las ingeniaba para guardar un par de panes entre sus ropas y dárselos a algún niño de la calle.

Una vez que los sirvientes se retiraron, Giles continuó la conversación, aún animado.

―Y… ¿qué se cuenta en los corredores del palacio?

―Nada de lo que se no haya inventado chisme aún― respondió tomando unos vegetales, pero al hombre no le agradó la falta de interés de su invitado.

―He escuchado cosas muy interesantes acerca de la prometida del príncipe.

―¿Ah, sí? ―repentinamente el pelinegro dejó a un lado la cena para prestarle total atención―. Me encantaría escucharlos.

El hombre entrelazó sus manos y posó su vista en la del joven durante unos segundos antes de hablar.

―Cierta dama que acaba de mudarse a nuestra calle proclama ser la madre de la señorita en cuestión, pero sus modales dejan mucho que desear. Se nota que no tuvo educación. Nada puede salir bien de las personas que vienen de la calle― esta vez Armin no guardó su descontento ante la despectiva descripción, y su acompañante lo notó, por lo que apresuró a corregir―…Con excepciones, claro está. Además, se rumora que tuvo cierta discrepancia con los guardias del Tercer Distrito, justo cuando tomaste el liderazgo. ¿Has escuchado algo parecido?



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En el texto hay: fanfic, romance, corazondemelon

Editado: 01.02.2023

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