Another Cinderella

Capítulo XV

Solo cuando Sharon Smith pudo poner un pie fuera de su casa, con sus fuerzas totalmente recuperadas, se dio cuenta que todo a su alrededor era una incoherencia.

Durante semanas se debatió entre la vida y la muerte, pero al final su estado de salud mejoró considerablemente gracias al esfuerzo del médico que periódicamente la visitaba sin paga alguna. Sabía que su mejor amiga, Alice, estaba detrás de ello.

Aún en medio del borroso recuerdo de su última visita, la conversación que tuvo con ella estaba perfectamente grabada en su memoria. El príncipe de Amoris la había escogido como su futura esposa. Y aquella carta envuelta en un papel fino, y sellada con la figura de una rosa, el símbolo de la familia real, invitaba a Sharon y toda la familia Smith a la celebración de la fiesta de compromiso.

«No, no lo seré», negó inmediatamente cuando le insinuó que sería una excelente reina.

«Es posible que escuches muchas cosas acerca de mi», por supuesto, aún recluida en cama las noticias sobre el sólido romance entre su amiga y el príncipe habían llegado a sus oídos.

«No las creas», le rogó con la mirada.

Y después la contradicción: «Yo en verdad amo a Nathaniel».

Ese mañana decidió poner fin a las miles de dudas que le aquejaban.

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—¡Nathaniel, espera! —el aludido buscó con su mirada a la dueña de aquella conocida voz que se alzaba sobre el bullicio, encontrándola tratando de salir de entre el gentío que se reunía en uno de los mercados del tercer distrito—. ¡Necesito hablar contigo!

—Ah, Sharon. Me alegra verte mejor —saludó una vez que la chica estuvo a su lado—. Escuché que estuviste enferma.

—Oh, eso…—un tinte de duda se notó en las palabras de la castaña, pero no tenía caso ocultar la verdad si es que planeaba tratar con él ese delicado asunto—. Un hombre bien vestido nos visitó, supongo que era del Primer Distrito. Lo acompañaba un doctor que no es de por aquí, y me atendió debidamente, pero no aceptó paga. Cuando papá insistió en darle un poco de lo que teníamos dijo que era por orden del príncipe. Supongo que Alice… —al oír esas dos palabras, príncipe y Alice, él perdió todo interés en la conversación, se dio la vuelta y comenzó a alejarse con paso furioso. — Nath, espera…

—No vuelvas a mencionarme a Alice jamás.

—¡Precisamente de ella quiero hablar! —Sharon seguía al rubio lo más rápido que podía—. Ella me lo contó… sobre ustedes

Al oír eso Nathaniel se detuvo abruptamente, sorprendido por aquella declaración. Después frunció el ceño y siguió su camino, esta vez un poco más lento.

—No sé de qué hablas.

—¡Por favor! Eran tan obvios. Sabía que tarde o temprano terminarían juntos, pero no tenía idea de que ya lo estuvieran. Y me alegro por ello. Hacen una gran pareja.

Aunque la chica sonrió, él no lo hizo. Sólo desvió la mirada y trató de contener todo el odio y rencor que estaba naciendo en su pecho. Apretó los puños.

—Yo también lo creía, ¿y sabes qué? Se acabó.

Sharon quedó perpleja.

—¿Por qué? ¿Por qué se va a casar con el príncipe?

Una risa sarcástica salió de los labios de Nathaniel.

—¿Alice te envió para burlarte de mí? ¿No fue suficiente el haberme ilusionado creyendo que era importante para ella y que un día después de pedirle que se casara conmigo me botara sin ninguna explicación?

Sharon no supo que decir, el asunto era mucho más grave de lo que creía.

—Es que no tiene sentido.

—Para mi tiene bastante sentido. Tuvo una gran oportunidad, no la rechazó. ¿Qué cosa podría ofrecerle yo cuando tiene a un rey que le puede dar todo?

Nathaniel la miró directamente a los ojos. Sharon lo veía todo: odio, rencor, dolor…

—Nath —le llamó con un suave tono de voz—. Llevas conociendo a Alice toda la vida, incluso mucho más que yo. ¿De verdad crees que le importa todo eso? ¡Ella te ama! Lo vi en sus ojos cuando me reveló lo de ustedes. Sabes perfectamente lo honesta que llega a ser, a veces raya en la ingenuidad. Y créeme: sus miradas, la forma en la que hablaba de ti, incluso cuando conversábamos del futuro, todo la delataba como una chica enamorada. ¿Crees que todo ese amor se acabaría tan solo un día después de conocer a otra persona?

—Y aún así se fue.

—A eso me refiero. Hay algo extraño en todo esto.

—O quizás —dijo mientras su rostro se volvía más sombrío— ese "amor" que tanto destilaba nunca fue auténtico en primer lugar —calló y desvío su mirada—. Olvídalo. No insistas en formular teorías.

Sharon suspiró con pesadez.

—Detesto lo testarudo que puedes llegar a ser. Y no me daré por vencida.

Y dejando a su amigo, se dirigió al segundo lugar en donde podía obtener respuestas a sus preguntas sin saber realmente si tendría éxito.

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Ámber observaba con hastío el pasar de los árboles a través de la ventana del carruaje, mientras escuchaba el sonido de las rudas de madera pasar por el camino empedrado.

Frente a ella, Charlotte no apartaba la mirada de un grueso libro que comenzó a leer desde que habían salido de la mansión Portner.

Actuar como su mucama personal (dama de compañía, según Charlotte) no estaba en sus planes iniciales, pero esta le aseguró que tendría todo lo que Ámber soñaba: venganza sobre Alice. Por todas las acusaciones que hizo contra ella. Por todos sus planes frustrados. Y por atreverse a estar encima de ella, gobernando como reina sobre Amoris.

La paga por la información que le daba a Charlotte y los vestidos bonitos que le hacía usar, «porque nunca tendría a una dama de compañía de muy baja cuna», eran un extra.

Aún no sabía las intensiones de Leclair. Ninguna de las dos hacía preguntas de más, simplemente tenían el objetivo en común de evitar la boda real y quitar a Alice del camino. No estaba segura si Charlotte aspiraba al amor de príncipe pero tampoco era un tema que le interesara. Cualquier mujer que desposase al futuro rey de sería mucho mejor opción que Arlelt.



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En el texto hay: fanfic, romance, corazondemelon

Editado: 01.02.2023

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