Another heaven (otro cielo)

2.

—Las cosas se ponen emocionantes por primera vez... —masculló Jayden acercándose al rostro la mirilla del subfusil que le entregara Jesse. El nuevo objetivo consistía en una diana ubicada a cincuenta metros de él, realmente una distancia corta. Así que sin apuntar disparó raudo como el rayo, abriendo un hueco en el centro del panel blanco y rojo. Un silbido de asombro. Jesse no podía hacer más que tomar a increíble la habilidad de Jayden para disparar certeramente.

—¿Y qué tal si...

Jayden disparó a un blanco más alejado antes de su contrario tuviera tiempo de sugerírselo.

—Pero si apenas iba a hablar —vaciló el sureño arqueando las cejas.

—Es muy lento, general Torres —se estaba divirtiendo de lo lindo.

—Veamos qué tan bien te va con el lanzador. ¡Que alguien le lance unos discos a Don Fanfarrón! ¡Eh, chico, enciende esa cosa! —le ordenó a un muchacho que pasaba por ahí. El chico cargó los discos y encendió la máquina. Cinco discos salieron uno tras otro igual que los disparos del pelinegro. Los discos cayeron lejos, pero todos con un agujero en el centro.

—Ahora con ésta —Jesse le pasó un rifle de batalla, y le señaló un blanco aún más alejado, entre unos matorrales y sobre una caja de municiones vacía casi al final del campo. ¡Estaba entusiasmado! Era como un niño que incita a su amiguito a tomar soda con mentas —. Vuélale la tapa a esa botella. Si es que puedes.

La socarronería de Jesse sólo sirvió para enaltecer el ego de Jayden. Como tirador, no había nadie que le superase. Y él lo sabía.

—Podría sacudirle las pulgas a un perro a tres mil metros, con el sol de frente.

Varios curiosos que de lejos habían estado viendo el espectáculo se acercaron disimuladamente, rodeando a ambos hombres. En poco tiempo, toda una multitud se había congregado ahí para averiguar quién sería el que ganara la apuesta. Los murmullos inquietos se repartían velozmente por entre la multitud: que si Jayden era algún tipo de agente de operaciones especiales, que si había sido enviado por el regente como espía, e incluso supersticiones como que había sido bendecido con el don de una puntería certera.

—¿Y bien, piensas hacerlo o te doy un beso para motivarte? —exclamó Jesse frunciendo los labios, intentando desconcentrar al pelinegro.

Jayden lo empujó con una mueca de asco, provocando las risas entre los presentes. Empuñó el rifle, la botella de cristal brillaba bajo el sol con su tapa metálica desprendiendo destellos plateados. Apuntó, la distancia no se prestaba para jalar del gatillo sin usar la mirilla. Una inoportuna corriente de viento le mesó el cabello, iba a ser más difícil atinar con aquella ráfaga.

—Me besarás el trasero cuando te haga morder el polvo —dijo Jayden, las carcajadas de Jesse no se hicieron esperar, era todo un simplón.

«Vamos, comandante Kaczmarek, puedes hacerlo como siempre lo haz hecho. ¿Qué de diferencia tiene dispararle al cráneo de alguien a dispararle a una botella?» una vocecita en su interior respondió de inmediato a esa pregunta «La diferencia es que por primera vez no estás volándole los sesos a un inocente...»

Culpa.

Y remordimiento.

Sacudió la cabeza y volvió a apuntar. La botella parecía estar fija a la caja, aquello le facilitaba las cosas un montón.

—Te verás bastante mejor con el cabello corto, camarada. ¿Mando a traer las tijeras ya?

Jayden respiró profundo. Inhala. Exhala. Inhala. Exhala. Inhala...

Un silbido cruzó el aire apenas jaló del gatillo y se produjo la explosión en la recámara del arma. Como sacado del cuento de Guillermo Tell, ni un centímetro más, ni uno menos. La tapa de la botella giró como loca sobre la rosca y saltó en vertical, y cuando al fin cayó al suelo con un tintineo apenas perceptible nadie pudo abrir la boca mas que para asombrarse. La botella, en lo demás (a excepción de una pequeña parte agrietada, mas no astillada, en la boca) seguía intacta.

Se hizo silencio absoluto. Jayden se giró hacia el general para ver su expresión.

—Revisen esa maldita botella —masculló Jesse sin dejar de ver a Jayden con ojos como platos. Un hombre parado cerca de ellos corrió hasta el otro extremo del campo de tiro, y a lo lejos se pudo ver cómo daba vueltas alrededor de la caja y la botella y giraba mirándola aquí y allá cual si fuera obra del mismísimo diablo lo que tenía al frente suyo.

Le dio al borde de la tapa, señor —escucharon todos en un radio comunicador que llevaba Jesse pendido del cinturón —. Ese jodido suertudo le disparó justo al borde de la tapa y la hizo girar. ¿De dónde diablos lo sacó, general?

Los hombres de Jesse prorrumpieron en ruidosos vítores y gritos, haciendo escándalo como un montón de críos celebrando las hazañas de otro. Jayden se volteó a ellos mirando a su alrededor los rostros animados de los que lo estaban felicitando.

—Ahora eres una celebridad, camarada. ¡Hiciste el mejor tiro que haya visto en mi vida! Necesito conocer tu técnica, ¿hiciste un pacto demoníaco? —el general rió brevemente para luego ponerse serio —De verdad quisiera que te quedaras —dijo Jesse pasándole un brazo por sobre los hombros —. Quiero que descanses, te relajes, y consideres la propuesta de unirte a nosotros. En verdad necesitamos a alguien como tú. No queremos. Necesitamos.

Jesse le dirigió una sonrisa triste, que al instante se difuminó y volvió a sonreír como siempre hacía.

—Debe ser duro vivir así —dijo Jayden, todavía emocionado por haber ganado la apuesta.

—Descubrirás que no tanto, camarada —Jesse le palmeó la espalda —. Somos una gran, gran familia. Aquí tendrás desde peleas con uno que otro estúpido, hasta unas cuantas fogatas a medianoche donde se convive y se disfruta. Ya lo verás, amigo. Te gustará vivir aquí. Es mejor que allá afuera con los perros del regente, y es mejor que nada.

El comandante Kaczmarek permaneció pensativo. No se hacía a la idea de que todos vieran con malos ojos a personas tan humildes. De tener oportunidad, pondría en todos los medios la realidad de esas personas, pero hacerlo significaba pena de muerte, ¿un soldado de Heavenly traicionando al regente? Claro que sería tomado a traición, cualquier cosa que no beneficia a un gobierno es un acto de sedición.



#24704 en Otros
#3785 en Acción
#37964 en Novela romántica

En el texto hay: aventura, lgbtq, futuro distpico

Editado: 31.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.