Capítulo 2 | Cuestiones infiltradas
1
Hmm...
¿Eh?
¿Qué? ¿Dónde...?
Mis párpados se sienten pesados, nuevamente.
Una completa oscuridad me rodea.
No, creo que solamente no puedo abrir los ojos. Es normal.
...
¿En serio lo es?
Pero... Tampoco siento nada.
No había señales de vida, ni una pizca de luz a mi alrededor.
Estaba completamente vacío.
Es como si fuera una recámara sin fondo o cubierta.
Aunque camines, no das ni un paso. Sigue siendo lo mismo.
Debo hacer memoria.
En retrospectiva...
Estuve por caer de una torre con esa chica.
Mucho más antes, una fisura en el cielo destrozó la realidad como la conozco realmente.
Anteriormente, desperté dentro de un objeto esférico enorme.
¿Y...? ¿No hay más?
Me resulta imposible recordar algún suceso anterior a ese. Es como si la cinta llegara hasta allí y se corte sin explicación.
Solo son fragmentos muy limitados.
¿Acaso, estoy muerto?
No, tal vez fue un terrible sueño.
Por donde lo mire, esos recuerdos no son reales, parecen más superficiales.
Es una pena pensar que mi mente pudo imaginar a mucha gente involucrada de gravedad.
No creo que le haya importado lo que ocurra después, todo indica que va relacionado a mi, por lo tanto también la culpa.
La única opción que se mantiene vigente es tener paciencia y esperar a que ocurra algo en este lugar tan extraño.
......
¿Será... que este es el segundo paso antes de la muerte?
......
Creí que eso era todo, pero había incongruencia en este caso.
Es cierto que no oía nada. Pero eso no significaba que mi audición tenga el mismo defecto.
A una distancia considerable, oía latidos moderados.
Un corazón tranquilo y sin exaltación.
Se trataba de un bum.
Mientras el sonido de acerca, mis párpados empiezan a perder peso, volviéndose como una pluma.
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Bum. Bum. Bum.
—......
¿Ahora, donde estoy...?
Si pude abrir los ojos, significa que solo dormía.
Estaba en una oscura pesadilla, o probablemente esta sea la misma pero a color.
Esto no pudo acabar aún. No.
No siento las piernas... ni los brazos.
Tampoco puedo hablar, o mover siquiera el cuello.
Bum. Bum.
El sonido persiste. Y viene de la parte superior. Por sobre mi cabeza.
Es alguna clase de adormecimiento extremo.
Podría decir con certeza que tampoco sentiría dolor si fuera golpeado o perforado.
Mis ojos podían desplazarse. Analicé todo a mi alcance.
... Solo en centro una fina cubierta de madera colocada al techo.
Estaba pulida de tal manera que pudiese hacerse pasar por una decoración.
No. Sería imposible.
Por más que intente recordar, solo vienen a mi mente esos sucesos.
¿Acaso...?
Más lo pensaba, y más rápido aumentaban las repeticiones contantes del Bum.
Podría imaginar que mis latidos suenan tan sincronizados como el ruido externo.
Tengo mala espina de esto.
Lo último en memoria era aquella torre en lo alto, y mi cuerpo sacudiéndose.
Si en cualquier caso caí y sobreviví, las consecuencias no serían leves.
Es natural entrar en crisis.
Perder la movilidad total por un accidente cualquiera no sería muy complicado de imaginar.
El Bum solo aumentaba.
Ya no eran 2, sino 4 por segundo.
—Al fin despertaste.
Alguien habló.
Una voz femenina provenía de la derecha.
No tenía mi completa atención, ya que me resulta imposible ver su rostro.
Este era uno de los momentos en los que te sientes vulnerable ante cualquier cosa.
Hasta podrías peligrar de un niño si no tuvieras la voluntad de mover un solo dedo para detener sus travesuras.
—... ¿Eh?
Mis pupilas temblaban sin estabilidad fija. Traté de controlarlas pero estas no respondían a mis órdenes.
Los latidos se intensificaron.
—Oye, oye, oye.
Esa mujer acortó la distancia.
—¡Oye, calmado!
¿Como quieres que...?
¿Un uniforme blanco?
Vestía un conjunto del mismo tono neutro. Podía notar una gorra sobre su cabeza, esta traía una cruz de color rubí, junto a un símbolo negro en su interior.
Podía saber que se trataba de una mujer, pero mi visión estaba borrosa por algún tipo de efecto.
Ella traía entre sus brazos una tabla de madera junto a un sujetador que agrupaba muchas hojas de papel, además, un lápiz colgaba de la cuerda que esta tenía atada.
—No te alteres, por favor. Te explicaré lo que ocurre, pero antes debes responder.
¿Responder?
Aún no puedo moverme mover mi boca.
...
No, espera.
—¿...qué...?
Ya puedo hablar, pero aún tengo dificultades para hacerlo de forma clara.
—Entonces ya puedes mover la mandíbula. Bien...
Tomó el objeto colgante en la tabla y empezó a escribir sobre el papel con una prisa notoria.
—Hmmm. ¿Por casualidad... aún no sientes tus brazos y piernas? ¿Verdad?
Se dedicaba a analizar mi estado actual.
Pero, para obtener una respuesta suya, debe contestar.
—Es... cierto.
—Bien...
No intenta ocultar su desesperación por conseguir lo que quiere.
Me pregunto si una mentira bastará para romper esos ánimos.
¿Qué está es rindiendo exactamente?