Nieve inundaba las calles de Daegu. Para muchos niños significado de diversión, puesto ya han llegado las fiestas de fin de año. Para Do, un pequeño niño de piel lechosa, no era así.
Se encontraba visualizando desde la empañada ventana de su habitación, como los niños de su calle jugaban, corrían y lanzaban pequeñas bolas de nieve con alegría.
Un suspiro forzado se escapó de los quebrantados y agrietados belfos de Kyung. Quería salir a la calle a jugar con los niños, especialmente si aquel chiquillo de piel canela se encontraba ahí.
- Quisiera poder jugar con él, pero lamentablemente no puedo y nunca podré.-
Y nuevamente suspirando, dió un paso atrás y regresó a su cama; se quedó viendo la infinita blancura del cielo raso por un largo tiempo para así distraerse, pero aquel color le recordaba a la nieve. Lo único que le incomodaba y frustraba al pequeño era la sonda nasogástrica en su naricita. Aquella transportaba el oxígeno desde una máquina a su lado hasta sus pulmones.
Desde que tiene memoria ha sido así y ya está cansado de ello; quiere ser un niño "normal".
- O-odio ésta vida... La odio.-
Susurró el agotado pequeño dejando escapar pequeñas lágrimas de sus ojos... Cómo era costumbre.
El corto lapso de tiempo que KyungSoo ha vivido siempre ha sido de ésta manera; o en su alcoba viendo por la ventana o simplemente yendo y viniendo del hospital.
Semanas pasaron y las ansias de Kyung de salir a jugar, tocar la nieve y poder correr como cualquier niño, se esfumaron. Sus ansias de hablar con aquel morenito de ojos café, también se esfumaron.
Se esfumaron junto a él ha tres metros bajo tierra, descansando así eternamente.