CARTA SIN LECTOR

Te escribo esta carta, imaginando tontamente que en algún momento tendrás la necesidad de leerme, pero no será así. Nunca has tenido la necesidad de mí, mucho menos de estas últimas palabras que expreso para ti.

Escribo porque no tengo otra manera de desechar cada sentimiento y dolor que durante mucho tiempo guarde sin saber que hacer. Esta es la única arma que no pudiste quitarme. Acabaste con mi mente, mi voz, mi persona, pero no con mis letras. Posiblemente por tu falta de interés hacía lo único en lo que yo tenía talento.

No negarás… perdón… corrijo.

Negarás completamente que mucho de ti fue una causa importante para haberme ahogado. Lo negarás, porque difícilmente eres capaz de aceptar que eres humano y cometes errores. El mío, fue haberte repetido millones de veces que eras perfecto. No me daba cuenta que sólo alimentaba el ego y vanidad de un monstruo.

Te escribo para expresarte lo mucho que me duele haber sido sólo una alfombra para ti. Siempre teniéndome al borde de la desesperación por no sentirme suficiente. Darme cuenta una y otra vez que hiciera lo que hiciera, nunca sería suficiente para ti. No importaba que tanto bailara, que tan fuerte cantara, que tanto mi brillo deslumbrara al mundo, jamás te complacería.

Te escribo por mí, no por ti. Es mi acto de amor propio, porque aún sabiendo que nada de lo que está plasmado aquí lo verán tus ojos, quiero desecharlo. Lo desecho como me desechaste a mí. No me sirve tanta basura en el alma.

Tienes total libertad de reírte, enfadarte o sentir ese fastidio que tan constantemente yo te causaba. Te imagino leyendo esto y haciendo aquel gesto de desagrado que tanto te gustaba hacer al mirarme. Pero está vez, mi corazón ha decidido parar.

Perdiste todo privilegio conmigo. Perdiste todo al irme yo. Y lo más triste, es que ni siquiera tuviste el corazón para darte cuenta.