El aroma del césped no ha cambiado desde la primera vez que estuve aquí. La tranquilidad del lugar me sigue dando la paz que necesito. La casa es tal como la recordaba, hermosa y rodeada de árboles y flores.
Estar aquí en la entrada, hace que mi corazón quiera salir.
Al abrir la puerta veo aquel librero que tanto anhelaba tener, listo para que ambos lo llenemos de nuestros libros. La casa misma está lista para llenarla de los momentos y recuerdos más hermosos.
Entro y tu voz protagoniza el primer momento perfecto - Bienvenida a casa – dices.
Caminas hacía mí y me abrazas. No puedo ser más dichosa mi amor. Podría llorar en este momento, podría jurarte amor eterno en este instante. Tu sonrisa y esos ojos llenos de ilusión. Mi amor, tú y esta casa son mi sueño.
Tu emoción por mostrarme cada habitación, cada detalle.
Miro tu rostro y sé que ya lo tengo todo.
Y entonces… de golpe, el frío de esta casa vacía me despierta y me trae a la realidad.
Estoy parada en la entrada de una casa sin ti, una casa sin librero. Un librero que jamás se compró.
Estoy en una casa sin ilusión, sin amor, tan sola y deprimente.
Mi realidad es sin ti, sin esta casa que sigue en venta y que nunca compramos para vivir.
Doy media vuelta y me alejo de un lugar que en la vida será nuestro. De un lugar que tiene mi felicidad secuestrada y que nunca saldrá de ahí.