01 DE JULIO DE 2015
19 AÑOS DE EDAD
Tenía tan solo quince años cuando las cosas se complicaron, nunca entendí como la vida podía
cambiar de un segundo a otro, jamás en mi infancia las cosas habían tenido un resultado tan
catastrófico, ¿han escuchado la frase "es parte de crecer"? Bueno, sabía que el dolor era parte de
ello, pero no al grado en que yo lo viví... quería repetirme miles de veces que existían personas con
una vida más horrible que la mía, quería hacerme creer que lo que yo vivía no era suficiente motivo
para querer desear estar muerto, sin embargo, el sufrimiento no se detenía.
Me quería hacer el fuerte y no verme dan débil como realmente era, porque mi caparazón se estaba
rompiendo, yo lo sabía. Pronto caería... entonces quise detener todo, quise que todo acabara y traté
de ponerle un alto a lo que me lastimaba.
—¡Basta!— grité, empujando con todas mis fuerzas a mi padre— ¡Detente! ¡Estoy harto de ti, estoy
cansado de tu maldita mierda! ¡De tu jodida frustración!
El sabor de la sangre se colaba a mi boca y mis papilas gustativas lo sentían, mi labio inferior ardía
por corte que mi padre había ocasionado, me encontraba tan mareado y la rabia corría por todo mi
ser, sentía como el jugo gástrico subía por mi garganta y quemaba mi esófago, estaba tan agotado de
lo que sucedía, de que casi todos los días él siempre me ofendiera y yo solo lo ignorara subiendo las
escaleras hacia mi habitación.
No quería que mi madre se enfermara por todo esto, por eso evitaba pelear cuando se encontraba
presente, agradecía tanto a Jane de que la hubiese convencido ir de lunes a viernes a clases de
repostería, para que no viera toda esta escena, no quería que ella intentara meterse para defenderme
y obtuviera un golpe entre los jalones, ya había sucedido una vez y todo por culpa mía.
—¡No te demando porque eres mi maldito padre!— jadeé, mi garganta dolía y estaba a punto de
sollozar — ¡Pero algún día eso me valdrá un jodido carajo! ¡Me voy a cansar, te lo juro!
—¡Entonces vete! ¡¿Qué haces en la casa?! ¡Deja de ser un mantenido bueno para nada y sirve para
algo, no sólo para drogarte! — él gritó, su mano se aferraba a un cinturón negro de cuero y su
mandíbula estaba tensa, sus ojos mostraban furia como si quisiera matarme en ese momento.
—¡Lo hago por mi madre! ¡Si sigo aquí es por ella! ¿¡En serio crees que quiero dejarla sola con una
basura como tú!?
Sólo bastó eso para que se acercara con zancadas rápidas y sintiera el golpe del cinturón sobre mi
brazo. Ardiendo por completo, proporcionó otros sobre mi espalda. El dolor me había aturdido que
me obligaba a cerrar los ojos con fuerza, tratando de soportar el peso de mi cuerpo con mis piernas,
le decía a mi resistencia que aguantara otro poco más para que no cayera al suelo, con la poca
fuerza y la valentía que me quedaba, lo empujé lejos de mí.
Con pasos tan pesados y rápido me aferré a la idea de subir hasta mi habitación y encerrarme. Entre
mis lamentos me preguntaba, ¿cómo era posible que aún con diecinueve años no podía tener el valor de ponerle un alto a mi padre? ¿Tan cobarde era? ¿En realidad aún sentía un poco de agrado o
amor por él?
Porque de algo sí estaba demasiado seguro y era que él no sentía ni una pizca de cariño por mí.
02 DE JULIO DE 2011
15 AÑOS DE EDAD
Cogía algunos paquetes de galletas y dos refrescos para ir comiendo de regreso a Sidney, sabía que
Jack no me compraría nada a excepción de un sandwich de jamón que vendían unos de los
ambulantes que se encontraban en las casetas de pago.
—¿Qué haces, Luke?
Me giré rápidamente para darme cuenta que se trataba de la esposa de Ben, quien me miraba con
una sonrisa divertida desde la puerta de la cocina, me sentí un poco avergonzado de que me viera,
prácticamente, robando de su alacena.
—Quería algo para llevar en el viaje— murmuré, pedía en mi interior de que mis mejillas no se
tornaran de un color rojizo, no quería quedar más en rídiculo —. ¿Puedo?
Ella soltó una risa y meneó su cabeza.
—Adelante, toma lo que quieras — se acercó al refrigerador y sacó un paquete de chocolates —,
¿los quieres? Puedes llevarlos, no hay ningún problema, de todos modos tu hermano no puede
comer mucha azúcar.
—Gracias — asentí regalándole una sonrisa, tomé el paquete y caminé hacia la puerta para salir de
la cocina —. ¿Sabes dónde está Jack?
—Acababa de salir del baño, quizá ya esté afuera — se acercó hasta a mi y abrió —, iré por Ben.
Sin más que decir, se fue. Relamí mis labios y caminé hacia el pórtico. Jack estaba de pie cerca de
las pequeñas escaleras que conectaban el jardín delantero.
—Mamá dice que ha estado lloviendo— mencionó, rascó la parte trasera de su oreja y dio un
bostezo —, pero le dije que acá no, así que nos iremos con cuidado por si la lluvia aparece.
—Tormenta tropical — comenté. Él me miró extrañado—. Hay tormenta tropical en al costa de
Sidney, ya pasó por Melbourne, ahora viene hacia Brisbane. Creo que es de cinco grados de latitud,
realmente no recuerdo...
—¿Cómo mierda sabes eso? — Jack me interrumpió, su ceño se fruncía y la incredulidad también
se plasmaba en su rostro.
—Hay algo que se llama noticias y la pasan por televisión, no sé, creo que deberías de verlas algún
día, a veces dicen cosas educativas y otras no... pero eso es algo imposible si siempre te la pasas
viendo porno.
—Tu igual ves porno— atacó—. Eso es normal, ¿bien?
—Al menos yo sí sé diferenciar las categorías— sonreí, él dio un paso hacia mí y metió un ligero
golpe en mi cabeza—. ¡Hey!
Quería replicar por su acción antes hecha, pero Amanda y Ben aparecieron tomados de la mano,
sería un largo viaje de diez horas, aún me preguntaba si Jack podría aguantar, papá le había dicho
que si estaba muy cansado paráramos cerca de un hotel para que pudiera descansar, pero sabía que
no lo haría. No lo hizo de venida, así que no dudaba en que no lo hiciera de ida.
—Bien, entonces ya nos vamos — anunció Jack—. Vamos, Pushi.
—No me llames así— espeté poniéndome de mal humor.
Él echó una risilla y yo volqué los ojos. Ese maldito apodo me sacaba de mis casillas cada que lo
escuchaba, una larga historia de la creación de ello. Sólo que había descubierto mi fastidio y
desagrado cuando me llamó de esa forma y yo terminé aventándole un vaso. Me regañaron a mí y
después a él, pero más a mí.
Me incorporé y caminé hasta mi hermano mayor y su esposa para despedirme de ellos, después de
eso, subí al auto y me puse el cinturón de seguridad, Jack entró luego y encendió el motor para
comenzar nuestro destino. Me encontraba pensando en el dolor de trasero que tendría después,
realmente esto sería un gran martirio.
Seis horas después la carretera se encontraba mojada y el parabrisas no se detenía ni un segundo
tratando de quitar todas las gotas de la lluvia que caían sobre el cristal, ninguno hablaba, nos
habíamos peleado por algo tan estúpido, él detuvo el auto unos minutos para poder tranquilizarse y,
una vez que lo logró, retomó el camino. Ahora, en el estéreo sonaba una canción que Jack había
puesto desde su celular.
—Esa canción se refiere a Dios— hablé después de un rato.
Sentía un poco la tensión y creí que no me respondería, pero me equivoqué cuando escuché que rió.
—Muchos dicen eso y es cierto, es un hombre hablándole a Dios, quizá reprochándole que llegó
tarde a su vida, pero muchas personas se atan a la idea del amor, los creyentes dicen que Dios es
amor... ¿entiendes? Es cuando estás perdido y llega alguien con amor a cambiar la perspectiva de tu
vida, alguien que siempre estuvo en tu camino...
—¿Cómo lo relacionarías sentimentalmente?— lo interrumpí.
—En la canción, el hombre le pregunta que porqué llegó tarde, Dios le dice que siempre había
estado ahí, solo tenía que llamar y creer. Él tenía que dar la iniciativa para levantarse. Si lo usamos
en una forma de noviazgo... pues la persona dañada intentará ser mejor persona si él así lo quiere, si
se deja ayudar, ¿vas tomándole el hilo a las cosas?
—Pues en pocas palabras sería que uno cambia si así lo quieres, si se deja ayudar— hablé obvio—.
¿Es eso?
—Sí — sonrió sin despegar la vista de la carretera —, entiendes rápido, Pushi.