El silencio era insoportable, mi mente solo pensaba en las posibilidades de lo que estaría haciendo
si no estuviera aquí, y todas ellas se reducían a estar acostado sobre mi cama, lamentándome de
todo, claro.
Mi vista iba de un rincón a otro, desde los pequeños portarretratos, los cuales no les podía ver la
fotografía, que estaban en su escritorio hasta el gran reloj que colgaba en la pared que estaba
justamente en frente de mí. La zuela de mis zapatos golpeaban el suelo con desesperación, fue mala
idea haber fumado un rollo de marihuana antes de venir por primera vez a este lugar.
Jugueteaba con mis dientes el pequeño aro de mental que atravesaba mi labio inferior, aún
recordaba el jodido regaño que había recibido de mi madre al verme con eso, por suerte y obra del
destino, papá solo me lanzó una mirada fulminante seguido de volcar los ojos, cansado de mi
actitud y sin importarle tanto lo que hacía con mi cuerpo.
Me la pasé un día entero pidiéndole perdón a mamá.
Al final, ella se rindió de estar insistiéndome en que me lo quitara y lo aceptó haciéndome
prometerle que no me perforaría más, yo había soltado un suspiro de reproche y asentí. No podía ir
en su contra, no cuando era quien más cuidaba de mí.
Le mientes, pequeño imbécil. Gritó mi subconsciente.
La puerta de la oficina se abrió y mi vista fue directamente hacia esa dirección, enarqué una ceja al
ver a la mujer pelinegra entrar y disculparse mientras sujetaba con fuerzas un montón de hojas. Yo
no hice ningún gesto o sonido, solo seguí cada uno de sus movimientos con mi vista, dejó a un lado
la diminuta pila de papeles y tomó asiento, sujetó su tabla y leyó para después dirigir sus ojos hacia
mí.
—Buenas tardes, Luke— saludó, regalándome una sonrisa no tan exagerada, lo primero que pude
notar, fueron sus ojos azules, pero algo oscuros.
—Blodie— pronuncié ladeando mi cabeza.
—No— negó riendo—, es Bonnie, mi nombre es Bonnie.
Yo enarqué una ceja y mejoré mi postura en el asiento. Ella seguía con la sonrisa, tratando de
transmitirme un poco de confianza y tranquilidad.
—Según yo, es Blodie— insistí—. Es Blodie Weigel, ¿no?
—Ese es mi apellido, pero no mi nombre— aclaró su garganta y arrastró un poco hacia adelante su
silla para quedar cerca del escritorio—. Tal vez leíste mal, pero soy Bonnie, lo puedes ver aquí—
ella acomodó mejor una placa que había en el escritorio, dándome acceso a leer lo que decía.
Bonnie Weigel.
Mis ojos siguieron sobre su nombre unos segundos más hasta que los conecté con los de ella, relamí
mis labios y solté un suspiro.
—De acuerdo— mascullé y reí en voz baja—, ¿que haremos el día de hoy, Blodie?
A la mujer no pareció molestarle en lo absoluto mi inútil insistencia con decirle de otra forma, y
desde ese momento supe que no era una persona a quien la podía sacar de sus casillas con facilidad,
tendría que esforzarme un poco mejor.
Soltó una risa llena de humor y empezó a hojear unas cuantas cosas, escribió algo con un lapicero
negro y quitó algunas cosas, dándole un lugar a todo en un espacio muy a parte para así poner sus
brazos sobre el escritorio.
—Muy bien, Luke, puedes decirme así si gustas, si aquello te hace sentir en una zona de confort,
adelante. No me voy a quejar de que me llames de esa forma, hasta parece un poco entretenido,
tienes una gran imaginación, chico— indicó—. Ahora, respondiéndote, haremos una ronda de
preguntas, pero antes de eso, te daré dos hojas blancas, en una vas escribirme todo lo que te gusta y
en la otra harás algún dibujo.
—¿Está de broma?— pregunté incrédulo—. Eso se lo hacen a los niños pequeños, ¿cuántos años
cree que tengo? ¿Siete o Nueve?
—Tienes dieciocho, lo sé perfectamente— canturreó y cogió dos hojas blancas, arrastrándolas por
encima del escritorio, continuó—. Te estoy pidiendo una tarea muy sencilla, tu haz lo que te pedí y
podremos ha...
—No— la interrumpí negando, me puse de pie y fruncí mi ceño, Blodie no se inmutó en ningún
momento, ella solo me miraba con tranquilidad, como si supiera que todo lo tenía bajo control —,
no tengo una maldita idea de porqué mierda he venido a este lugar, no necesito un psicólogo, he ido
a tantos y todo hablan la misma jodida cosa, repiten lo mismo y uno se sigue sintiendo
completamente miserable— farfullé cansado de esto—. ¿Qué me dirás? ¿Todo estará bien? ¿Debo
darle tiempo al tiempo? Lo único que hacen es escuchar los problemas de uno, anotar cualquier
estupidez, dar antidepresivos y ganar dinero por medio de gente mediocre que cree que contando
sus problemas podrán sentirse mejor.
Caminé hacia el fondo de la oficina y tomé una gran bocanada de aire, había expulsado toda la
capacidad de mis pulmones al decir eso, me sentía enojado y sofocado, carajo, los efectos ya
estaban comenzando.
—No, Luke, no te diré que todo estará bien porque no será así— afirmó con la voz alta y clara—,
tampoco que debes darle tiempo al tiempo— río y se puso de pie, su mirada era seria y demandante
—, porque primero tienes que darte tiempo a ti mismo para que así puedas pensar mejor las cosas y
afrontarlas, no sé que problemas tengas y te estén atormentando, pero con esa actitud tan negativa
no podrás salir de esa burbuja tóxica en la que te encuentras— juntó sus palmas y me apuntó—. Así
que, Luke Howland, si estás aquí, no es para que yo escuche todos tus líos y te diga que todo estará
bien, sino para que sanemos tu paz mental y encontremos tu alma perdida, y si tampoco contarlos te
ayuda mucho, entonces tenemos mucho trabajo por hacer, porque toda persona que entra a mi
oficina es alguien, y tú no eres la excepción.
Admitiré que esas palabras fueran muy bien practicadas, pero conmigo ya nada funcionaba.
—Oww, que lindo, Blodie— fingí ternura y finalicé con un rostro serio —. ¿De qué libro lo
sacaste? ¿Alguno de auto-superación?