Antes de la universidad

Iniciando el curso

Capítulo 2

Iniciando el curso

Al llegar a la casa de la cultura de la ciudad, eran las 09:00 me encontré con unas diez personas más que sin lugar a dudas eran veinte veces más extrovertidas que yo, noté que apenas se estaban conociendo porque se preguntaban cosas muy básicas con edad, escolaridad, nombre o profesión, y hablaban con tanta confianza, alegría, una chispa que no había visto en el resto de los cursos. La mayoría platicaba de su última puesta en escena, donde el escenario más pequeño del que escuche hablar fue un teatro con no menos de 200 personas; cuando notaron mi presencia rápidamente me incorporaron a la plática, lo cual me dio un empujón hacia la tranquilidad. De pronto se escuchó una voz imponente, “buenas tardes chicos” no pude evitar pensar – Este hombre es hermoso, el profesor es más guapo en persona, aunque se ve diferente -.

-Me llamo Alejandro.

Un “hola” unísono del resto de mis compañeros me hizo volver en sí, que pena sentí al creer que notaron que pensé que un compañero nuevo era nuestro maestro, ni si quiera tenía rasgos similares, además él tiene cabello y pues, a decir verdad, no creo que le haya crecido ni le pueda crecer el cabello tan rápido a un calvo.

Pasaron treinta minutos y todos nos empezábamos a desesperar, el profesor no llegaba, mis compañeros empezaban a enojarse por el tiempo perdido, yo solo temía que todo esto fuera una estafa, donde no habría ni cursos y menos devolución de dinero. Pasando la hora, dos de mis compañeros que al parecer esos si se conocían y muy bien, decidieron irse y dejaron sus números para que se les avisara si el maestro llegaba, supuse que eran novios, ya que se agarraron las manos, que genial es compartir una pasión como lo es el arte con tu compañero de vida. Un poco después de las 11:00 las puertas se abrieron, el maestro sudado, con una herida en la frente y muy fatigado por su forma de respirar apareció y dijo – Disculpen, tuve un accidente automovilístico y aunque no fue tan grave, lamentablemente ocupo muchas horas de mi tiempo y me impidió llegar antes, les pido una gran disculpa y de ante mano esto no se volverá a repetir, les pido que suban al escenario para iniciar con la clase de hoy.

Después de una hora llegó la parejita que se había retira y se incorporaron a los ejercicios en los que estábamos. Ese día nos tocó un tipo diagnóstico de todos los enfoques del taller.

Primero calentamos voz, me sentí muy avergonzada, pues no pude cantar cuando el maestro me lo pidió por primera vez, confesé que era muy insegura de mi voz y que era difícil para mí cantar si previamente haber elegido una canción y haberla practicado, el profesor se limitó de decir –Los profesionales no se excusan con nada y hacen lo que le toca- Todos callaron y sentí como mi cara se iba enrojeciendo, de pronto no sé de donde salió pero mi boca iba pronunciando una canción, hubo un total silencio por parte de mis compañeros y solo sonaba mi voz y su propio eco, quizás fue la emoción, pero jamás me había sentido tan armónica al cantar,  hasta que el profesor dijo –Gracias te puedes sentar, siguiente- Hizo unas anotaciones, su cara estaba neutra, no podía distinguir si estaba enojado o admirado, supuse que no sería la primera vez que alguien admirara mi voz y menos al escuchar al chico que canto después, era ópera, en un casting, canto ópera, sin embargo el profesor le dijo exactamente lo mismo e hizo anotaciones sin ningún gesto en el rostro; así hasta que todos pasaran. Después pasamos a baile, nos puso una coreografía y cuando nos dispuso a bailar solo, nos observaba y anotaba, así bailamos una y otra vez hasta que terminó de evaluar a todos quiero creer. Sinceramente me sentí más segura, porque, aunque no era mi fuerte, me va mejor que cantando. Terminando baile tuvimos un pequeño descanso entre 15:00 y 15:30.

Al volver al escenario pasamos a modelaje, aunque no tenía experiencia frente a un público, andar en tacones no es nuevo para mí, me empoderé y cuando tuve el turno me sentí más guapa que miss universo, más elegante que una reina y más admirada que cualquier actriz, pero cuando creí que ya nada podía salir mal porque casi salía de la pasarela el tobillo me traicionó y aunque no caí si tambalee y escuche inicios de risas, pero un siseo imponente del profesor detuvo cualquier burla que pudiera comenzar, así fuimos pasando, sin importar sexo uno a uno. Una chica pasó y se notaba que era su fuerte, caminaba con naturalidad, parecía que las pasarelas eran su día a día, una sonrisa que se confundía con las de las mañanas al pasar frente a tu vecino, definitivamente sentí como mis propias lonjas me decían “¿qué haces aquí?, vamos por tacos.” Diablos, mientras que debía dar lo mejor de mí, yo tenía hambre; nada mejor que mi mente ocupada en mi ansiedad.

La siguiente sección fue voz, empezaba a sentirme en mi zona de confort, no fue muy difícil esta prueba, solo nos dio un guion y nos pidió leer, otros con trabajo leían, otro tenía más facilidad, matices, volumen, personalmente, no puedo decir nada, me concentré tanto por leer bien, entonar, entender y más que cuando me detuve fue porque dijeron “siguiente”, no preste atención ni al profesor, pero es que leer hace que mi imaginación vuelve.



#40521 en Novela romántica
#26488 en Otros
#2230 en No ficción

En el texto hay: viaje, amor, amistad

Editado: 16.09.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.