Una vez más, despierto, se dónde estoy, finalmente en casa. Mi casa. La casa que entre mi esposa y yo compramos y el hogar que ella yo construimos. Fue en este punto de mi vida, que todo dio un giro inesperado, mis hijos habían nacido, y mi futuro se convirtió en algo menos importante para mí, porque lo primordial, siempre fue el futuro de mis niños, dejé de preocuparme por mi para preocuparme por estos niños, sangre de mi sangre, que me brindaban, orgullo, satisfacción, amor, deleite, y todo lo que los padres pueden sentir por el regalo más grande y la creación más bella.
Gracias a mi familia fue que comprendí que no necesitaba ser recordado por programas de televisión o por el internet, ni por las revistas ni por el periódico, ni siquiera por mucha gente, si ellos me recordaban, si ellos me amaban, ¿Qué más podía pedir? Fue con ellos que entendí que no necesitaba el amor o admiración de extraños, sino, de mi misma familia, y me fue más importante, dejarles el mejor de los futuros, la mejor de las educaciones, y la mejor versión de mí. Dejarles todo lo bueno, educarlos para que sean personas con una visión y misión, para que sean más que solamente uno más.
Era un padre inexperto, era padre primerizo, e inconcientemente en mi esfuerzo por darles lo mejor, los hice iguales a mí, y justo como yo dejé olvidada a mi madre, ahora ellos me han dejado. Recuerdo esas largas jornadas que me impedian verlos seguido, los veía por la mañana para llevarlos a la escuela, y muchas veces por las noches no tenía oportunidad de pasar tiempo con ellos, porque ya etaban profundamente doridos. Sin embargo, no importaba que tan cansado estuviese mi día, me paraba en el umbral de su puerta, mientras mi esposa me abrazaba con cariño, y los veía descanzar, eso hacía que cada esfuerzo o coraje hecho en el día verdaderamente valiera la pena. Me llenaba de satifacción verlos en una cómoda cama, con un techo sobre sus cabezas y numerosos juguetes. Si bien no los veía mucho,siempre fueron lo más importante para mi, además de mi esposa. En esos momesntos donde entendía lo que sentía un padre, pensaba en mi madre, y en como todos sus esfuerzos me habían llevado directamete a donde me encontraba actualmente. Mis hijos habían estado con mi madre muy pocas veces, puesto que nuestra relación nunca fue estrecha. Siendo totalmente honesto, me arrepiento profundamente de eso. Me hubiera gustado muchísimo que conocieran mejor a esa increíble persona, o a mis hermanos, quienes si bien solían ser súmamente moelstos, finalmente les tenía un cariño indscriptible.
Hoy en día estoy solo en una casa abandonada, es viernes, y el domingo cada vez está más próximo, pero no importa, ya no importa, no se puede escapar de lo inevitable, y especialmente, no se puede escapar de la muerte.
Un día más en este mundo, mañana, no sé a qué hora, la muerte tocará una vez más mi puerta, y una vez más, yo voy a abrirle.
Este día, es un día común y corriente, mi esposa en su sillón, y yo en mío, nuestros hijos ya se habían ido de la casa, solo éramos ella y yo, nadie más. Este es uno de los momentos que más atesoro, dónde puedo estar tranquiamente junto mi amada, admirando el silencio, sin decir una sola palabra, porque no hay necesidad de hacerlo, es este momento, dónde ambos, entrelazamos nuestros dedos que inconcintemente, entrelazan nuestras almas. Nuestro amor ha superado muchas cosas, y ahora estamos aquí, sin una sola preocupacion en el mundo, sabiendo que hemos hecho la cosas bien. Ella se levanta al cabo de un rato, tras terminar de leer un artículo de jardinería de una revista. Sale al jardín. Yo me levanto dirigiéndome a la cocina, y preparo té, de su favorito, y lo llevo cuidadosamente al jardín, donde ella se encontraba en cuclillas, regando unas flores, y admirando unos botones de la misma, otra vez tuve la oportunidad de verla tan pacíficamente en aquel jardín del que se había enamorado, en el cual yo me enamoraba de ella.
Tan hermosa, tan perfecta y calmada, volteo mí vista a aquella jaula que ahora tenía únicamente un pájaro, me acerque, y la abrí, dejando libre a la pequeña criaturita. La vida me ha tratado bien, ha tenido sus altos y sus bajos, pero siempre ha sido justa, me ha dado lo que merezco, en cuanto al futuro, ya sé que es lo que me espera, sé cómo es que termina mi historia, el ojala ya no existe, lo hecho, hecho está, nada se borra, nada cambia. No me asusta particularmente la idea de la muerte, ni siquiera tengo curiosidad por lo que sigue, si s que sigue algo. No tengo mi fé puesta en algo. Jamás me he preguntado que es lo que sigue, y ahora no es el momento, en unas horas ya lo habré descubierto. por ahora únicamente me queda disfrutar de aquello que poseo, hoy, ahora. Disfrutar de los recuerdos que tengo, y vivir lo poco que falta por vivir.
Este último día fue rápido, todo pasó a una velocidad muy alta, pero no importa, tuve la oportunidad, de por una vez, no pensar en el futuro y concéntrame únicamente en el presente, la vida me ha sido bondadosa, pero he de admitir que la muerte también.