Antes de que sea demasiado tarde

Capitulo 1

6 años atrás. 

Todo comenzó ese 3 de octubre de 2014, cuando el verano ya se había ido y el invierno arrasaba con los vientos frescos haciendo notar su presencia.

—Wendy, cariño, ya es hora de despertar— escuché la voz de papá llamarme y arrastrarme de mi profundo y delicioso sueño. 

Me quejé y murmuré que en unos cinco minutos más me levantaba. 

—Ah, okey. Entonces le digo a Egan que se vaya sin ti. 

— ¿Egan? No, no. Ahora bajo, ¡dile que no se vaya sin mí! 

Papá se carcajeo viendo como yo salía disparada de mi cama para meterme al armario y buscar mi uniforme de escuela. Me puse rápido mi falda y mi camisa, mientras buscaba con la mirada la maqueta que debía presentar hoy frente a todos mis compañeros. Terminé de colocarme la molestosa corbata y até rápidamente las agujetas de mis zapatos para tomar mi bolso y colgarla de mi hombro, mientras que con mis manos agarraba la maqueta perfectamente diseñada y elegante, que una niña de doce años podría presentar ante su profesor el último día de la semana. 

Caminé cuidadosamente escaleras abajo, tomándome mi tiempo para hacerlo con cuidado de no tropezar y tirar mi obra de una semana. Llegue a la cocina y encontré a mi madre sentada tomando café, mirando por la ventana entrar el sol desde el patio. 

—Buenos días, mami.

—Buenos días, cielo— saludó ella sonriéndome para luego ver lo que tenía en mano—. Oh, pero mira qué hermoso volcán traes allí. ¿Hoy es tu presentación? 

—Sip. Egan y papá me ayudaron a hacerlo. ¿Te gusta?
 
—Claro que si, Wen. Estoy segura que será el mejor de toda la clase. 

Bufé viéndola con enfado fingido, y cuando estaba por reprocharle ella me interrumpió. 

—Ya sé, ya sé. No te gusta que te digan que siempre eres la mejor. 

— ¿Cómo te sientes hoy? ¿Ya no te duele nada?— pregunta con su semblante un tanto preocupada. 

 —Si mamá, ya estoy mejor. Además no iba a faltar otro día más. —gruño un tanto fastidiada. 

—Bien, pero luego de clases iremos al doctor, sabes que me preocupa que por alguna razón hayas empezado a tener fiebre elevada y te salgan moretones sin ninguna razón. 

—Ya te dije que capaz y me golpeé sin querer y no me di cuenta. 

—Está bien, pero de todas formas iremos al doctor— sentencio para después ir por mi desayuno. 

Asentí. 

Desayuné rápidamente para después tomar mis cosas y salir por la puerta principal y encontrarme con el auto de mi mejor amigo esperando frente al portón de la casa. Subí con cuidado en la parte trasera y me acomodé bien colocándome el cinturón de seguridad. 

—Hola Egan, —saludé amistosamente— buenos días, señora Selene. 

La mamá de mi mejor me miró con reproche para después solo comenzar a conducir en dirección a la escuela. Ella era la que siempre nos llevaba cuando mis padres no podían. 

—Ya te dije que me digas solo Selene, Wen. Sabes que el “señora” me hace sentir vieja. 

Sonreí apenada y murmuré un lo siento. En tanto Egan giraba su cabeza hacia mí, ya que se encontraba en el asiento de acompañante. 

—Quedó fenomenal, Wen. Ahora que está pintado y mejor decorado se entiende. 

Lo miré fastidiada y solo le saqué la lengua, se refería a mi proyecto. Supuestamente antes eso no parecía en lo mínimo un volcán. Ja, ahora dice que está fenomenal. Quien lo entiende. 

Al poco rato llegamos a la escuela y Egan, junto a su madre, me ayudaron a bajar la maqueta y llevarla hasta el salón del profesor de ciencias de la naturaleza. Todos miraban mi proyecto que estaba en manos de Selene, mientras pasábamos por el pasillo. 

—Bueno niños, nos vemos a la salida. Cualquier cosa me llaman. — se despidió Sele cuando llegamos al salón. La saludamos y entramos para esperar la llegada del profesor. 

Estábamos hablando con nuestros amigos cuando comencé a sentirme un poco mareada y con fiebre. Al parecer Egan lo notó porque me miró con preocupación.
 
—Wen, ¿te sientes bien? 

—Sí, sí, no te preocupes. Solo tuve un mareo, pero estoy bien. 

—Mhm, okey. —respondió un tanto desconfiado. 
Justo en ese momento el profesor llegó y todos nos sentamos en nuestros lugares a la espera de que sea nuestro turno de pasar a exponer. A medida que pasaba el tiempo, más mal me sentía yo. Estaba más mareada y sentía que todo daba vueltas, sentía mucho frío y mi vista era nublosa. 

—Clifford y Russel, es su turno. — escuche llamar al profesor y como pude ignoré mi dolor y pasé al frente para poder exponer junto a mi mejor amigo. 

—Nosotros elegimos hacer un volcán. Para esto necesitamos buscar cosas recicladas que encontrábamos en casa, yo encontré cartones que ya no utilizábamos y Egan ayudó con la temperas y las botellas de plástico que utilizamos como referente para hacer la boca y forma de nuestro volcán, —digo mientras siento como todo me da vuelta. —al principio… 

De repente dejé de hablar al sentir un agudo pinchazo atravesar todo mi cuerpo haciendo tambalearme en mi lugar, recibiendo la mirada preocupada del profesor y mi amigo. 

—Wendy, ¿te ocurre algo?— preguntó el profesor. 

—No, estoy bien. — pero apenas terminé de decir eso, otro pinchazo volvió a recorrer todo mi cuerpo haciendo que me quejara. 

— ¡Por supuesto que no estás bien!— gruñe Egan a mi lado. 

Ahora toda la clase estaba a mí alrededor mirándome con curiosidad. Iba a hablar pero comencé a ver todo borroso y dejé de escuchar. El aire comenzó a faltarme y solo logré escuchar como Egan gritaba mi nombre minutos antes de que cayera al piso y cayera en la inconsciencia. 

Desperté gracias al horrible dolor de cabeza que sentía en ese momento. Mis parpados se sentían pesados y la luz blanca cegante no ayudaba mucho a la hora de querer abrir mis ojos; el olor a desinfectante y alcohol me hizo saber que me encontraba en la sala de enfermería, cuando intenté levantarme un escalofrío recorrió desde mi cabeza al final de todo mi cuerpo haciendo que vuelva a recostar mi cuerpo quejándome del dolor. Rápidamente volví a recostarme en la camilla sintiendo mi cuerpo arder, literalmente; todo me dolía, hasta respirar hacía que mi cuerpo doliera. 
Unos pasos resonaron en el trasfondo de la desolada habitación haciendo que girara lentamente mi cabeza hacia su dirección, encontrándome con dos hombres y una mujer vistiendo batas de doctores, ahí comprendí que me encontraba en la sala de una clínica y no en la enfermería de la escuela. 




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