La cena.
Cuando llegué al lugar, vi una casa bastante grande, en un vecindario de personas adineradas. No creía que la profesora viviera allí, hasta que toqué el timbre y vi esos ojos brillantes que ya conocía.
—Hola, Darcia —saludó educadamente —, me alegra que hayas decidido venir —me dedicó una sonrisa amable.
—No hay de qué profesora, Daughtler —le devolví la sonrisa.
—Oh, no mi niña, llámame Miranda fuera del instituto —dijo la profesora —, ven entra.
Mientras entraba miraba a todos lados, es una casa muy bella, es muy moderna y tiene unos cuadros decorando las paredes blancas muy hermosos.
—Linda casa —dije siguiéndola a la cocina.
—Gracias —me guiñó un ojo —. Aún no está lista la cena, haz llegado algo temprano.
—Eh, solo... no quería llegar tarde —me sonrojé un poco.
—Tranquila cariño, ¿Quieres esperar en la sala? —preguntó.
—Eh, si —asentí con la cabeza.
—Esta mi hijo, ven te presentaré.
Nos dirigimos a la sala de estar y en cuanto entramos me quedé en shock, al ver al chico que estaba sentado en el sofá.
—Hijo, ella es...
—Darcia, me alegra tanto verte de nuevo —dijo Dylan, levantándose del sofá para darme un abrazo en forma de saludo.
Eso significa que, Ian, vive aquí.
Será divertido.
Oh, ya volviste. Me había alegrado.
Estoy hecha para molestarte, mi reina.
Te odio, conciencia.
—¿Se conocen? —preguntó Miranda, haciéndome volver a la realidad.
—S-si, estudia con mi hermana —dije casi tartamudeando.
—¡Que bueno! —exclamó la profesora —. Me retiro unos minutos, tengo que ver cómo va la comida. Le dices a tu hermano que salga de su habitación, ahora, no quiero que baje solo a cenar.
—Si, mamá —Dylan, hizo una expresión perezosa —. Ya vuelvo, puedes cambiar la tele —me extendió el control y subió las escaleras para buscar a Ian.
Me senté en el sofá muy nerviosa, esperando que bajarán, no sé cómo reaccionará Ian, al verme, por nuestra pequeña discusión creo que está molesto conmigo.
Después de unos minutos, escuché que alguien bajaba, cerré los ojos un momento y cuando los volví a abrir estaba justo en frente de mi.
—No ha querido venir —dijo Dylan.
Solo me encogí de hombros, soltando disimuladamente todo el aire retenido en mis pulmones, actuando como si no me importara, pero en realidad si quería que bajara. ¿Será que Dylan, le dijo que estoy acá abajo y no quiso bajar por que está molesto conmigo?. Mientras sacaba conclusiones en mi cabeza, entró Miranda.
—Está lista la cena —dijo con una amplia sonrisa —, ¿Quién tiene hambre?
—Yo —Dylan, levantó una de sus manos.
—Lamento hacerte esperar —Miranda, se acercó a mí —. Ven, vamos a la mesa.
Me dirigió hacia la mesa sentándose junto a mi, dejando a Dylan en frente de ella, miró a Dylan con el ceño fruncido.
—¿Y tú hermano? —lo estaba mirando enojada —, ¿No le dijiste que bajara?
—No quiso bajar —se encogió de hombros —, sabes cómo es Ian.
—Ahora me va a escuchar —se levantó furiosa y tú subió las escaleras.
Habían pasado más de cinco minutos y nadie bajaba las escaleras, así que Dylan decidió subir. Yo me quedé sola, mirando ese pollo que se veía tan apetitoso, moría de hambre, quería agarrar una alita pero sería de mala educación. Sentía que la comida me decía a gritos "Cómeme".
Pensándolo bien, no he comido nada en todo el día. Ya era mucha tentación el tener que ver toda esa deliciosa comida delante de mi, olía demasiado bien —que castigo —, traté de estirar mi brazo para agarrar una papita, pero cuando estuve lo suficientemente cerca de tomar una bajo Ian, y se sentó a mi lado.
—Hola —me saludó —, perón por hacerte esperar.
—Tranquilo, no tengo nada de prisa —le dediqué una sonrisa.
Pero en realidad si tengo prisa, no puedo llegar tan tarde a casa, mi madre se molestará si lo hago, y un castigo no es lo que quiero ahora.
Luego bajó, Dylan y la profesora Miranda, con una sonrisa divertida. No creí que la profesora fuera tan divertida, pensé que sería más estricta, pero no, es todo lo contrario.
—Debimos haberle dicho eso desde un principio —dijo Dylan —, habríamos logrado que bajara antes.
—¿Como no se me había ocurrido antes? —le siguió Miranda.
Si, definitivamente es todo lo contrario, a veces parece una adolescente, es divertido estar con ella.
Mientras tanto Ian, no parecía tan divertido por lo que ellos decidan. Yo no entendía por qué se reían, pero me causaba gracia la cara de Ian.
Luego se sentaron en los mismos lugares en qué estaban antes. Cuando empezó a servir yo babeaba, olía muy bien, mientras yo miraba el pollo como un tigre mira a su presa, noté una mirada clavada en mi, me di la vuelta y era, Ian, en cuanto nuestras miradas se cruzaron me sonrojé, el miró a otra dirección. Mientras tanto, Dylan, del otro lado de la mesa nos miraba a ambos con cara divertida, intentaba esconder su sonrisa, pero era notable que no podía.
Miré la hora, eran la 09:45 no pensé que fuera tan tarde, tenía que llegar antes de la 11:30 tenía que comer lo más rápido que podía, el camino hacia mi casa era largo.
—¿Quieres que te lleve? —la voz baja de Ian, me sorprendió un poco —, es un poco tarde.
Tenía razón, era un poco tarde, tenía que aceptar, pero tenía que hacerlo rogar. Miré mi móvil nuevamente para generar un poco más de drama y luego lo miré a el.
—No gracias —le dediqué una sonrisa —, no es tan tarde.
Cruzaba los dedos para que siguiera insistiendo.
—Sabes que si lo es —se centró en su plato, ya estaba servida la comida —, solo acepta.
—Okey —fue lo único que logré decirle, moría de hambre, no estaba pensando en más nada, solo en comer.
Durante la cena no hablamos de casi nada, o al menos yo no hable de casi nada, traté de devorar la comida lo más calmada que pude, no quería lucir tan desesperada. Después de un rato, Ian, ya había terminado, luego Dylan, después Miranda, solo faltaba yo.