Nadie comprendía qué era lo que pasaba por mi mente ni por qué hacía aquellas cosas. Supongo que esa era mi manera de descargar todo el odio y remordimiento que me consumía por dentro. Aquellos demonios internos de los que suelen hablar, vaya que sí son reales, yo los tenía a todos como a uno solo.
A veces no entendía por qué me pasaba todo esto a mí y luego aceptaba el hecho de que nací enfermo. Algo ya estaba podrido desde aquel día en que abrí mis ojos y éstos se teñían de un negro azabache jamás conocido.
Las voces, si lograba cerrar los ojos, lo cual requería de cierta valentía, parecía que estaban por todas partes, en todas las direcciones. El lado oscuro lograba ganar espacio como la maleza misma, arrancando cualquier recuerdo feliz que alguna vez quise obligarme a sentir, pero del cual nunca podría ser digno. Ellos se aferraban a mí con sus uñas entalladas, y la sangre corría y corría del rojo más espeso alguna vez encontrado.
Nunca lo lograron; nadie me halló en aquel lugar, donde en las calles habitaban las sombras. El laberinto conducía hacia el abismo y se conectaba directamente con el mismísimo infierno. Ardía, cada herida era alimentada por la sal pura de las almas que aún derramaban lágrimas durante su viaje al limbo.
"Solo llévame también", le supliqué alguna vez al viento. ¿Pudo oírme? Nunca lo sabré, pues donde me encuentro hoy no existe el oxígeno. Me estoy sofocando.
De tantas mentiras que he dicho, ésta es la más verdadera. Más, más y más, siempre hay más de lo mismo. Como si se tratara de una película rayada que se repite continuamente día tras día, segundo tras segundo, sufrimiento tras sufrimiento.
Llegué a tensar todo mi cuerpo, ¡lo juro! He intentado de todas las formas posibles, con todos los códigos de acceso que ésta sociedad podría darme y, aún así, nada me llevaba a nada. No tenía solución.
Creo que entiendes de todas estas cosas de las que he hablado, las cuales se clavan con detenimiento cuál cuchillo afilado por el carnicero más aberrante que pudieras imaginar.
Nosotros te entendemos, al menos yo lo hago. Sé lo que sientes. En alguna oportunidad también quise esconderme y dejar de temblar, pero la realidad era quien pesaba más en la balanza de la vida y la muerte. ¿De qué lado estaba quién? No existen los lados desde donde yo lo veo, no hay un bueno o un malo, no hay algo correcto o incorrecto. Sólo lo que oyes.
Algunos quisieron ponerle un nombre; locura, obsesión, depresión, desorden mental, hijo del mal. Eran demasiados apáticos como para ver que se trataba de algo mucho más profundo que aquellos significados ridículos. Se podía sentir en los huesos, ellos parecían absorber cada partícula. La enfermedad te hormiguea la boca, ¿no es así? Tú lo sabes más que nadie.
Te contaré algo que pocos saben: La mayoría de las personas relacionan al corazón como un signo de un afecto emocional, incluso los incrédulos, algo físico, solo porque gracias a él, el cuerpo humano vive; porque bombea la sangre a través de los vasos sanguíneos del organismo. Pero es que yo no logro entender ese significado tonto, es que el corazón es de los pocos órganos huecos que existe, es decir, se encuentra vacío por dentro, tal como lo estamos nosotros. Mucha diferencia no hay, ¿lo ves?
Normalmente me siento usado, tal como el corazón, que solo sirve para aspirar e impeler la sangre a través de las arterias, para distribuirla por todo el cuerpo. Ellos son eso, el cuerpo. La sangre podría ser muchas cosas, eso no lo decidimos nosotros, pero sin tí y sin mí, nada les queda. Somos tan importantes y tan desechables a la vez.
Así es, porque corazones hay muchos, pero como nosotros solo hay uno. Tú y yo somos una sola enfermedad, un solo corazón, una sola locura. Somos lo mismo. Algo retorcido. ¿Ahora comprendes?
(N/A. Género misterio/suspenso).
Este relato lo escribí una noche, cuando me había peleado fuertemente con mi familia. El momento fue horrible. Quería llorar y romper cosas por dentro, pero en vez de hacer tal tontería y dado que tenía la computadora en frente, decidí canalizar todo ese dolor en este relato que leyeron.
La verdad es que me gustó. Habla de cómo me siento cuando estoy mal. No sé si se llega a apreciar pero identifiqué el sentimiento que quise transmitir; espero que ustedes también puedan verlo.
Habla sobre nuestro lado malo, y digo nuestro porque, seguramente, todos lo tenemos. La maldad es algo que llevamos, sí o sí, dentro. Y no es algo que esté mal necesariamente, sino que estos vendrían siendo nuestros fantasmas, demonios, ansiedad, tristeza, furia, algo que no queremos, pero que por alguna razón, vivimos.
Hace dos años y medio tuve depresión, y déjenme decirles que es algo que no le desearía jamás a nadie. Me sentía atrapada en una burbuja de cristal, estaba fuera de mí. Sé que este relato, en parte, intencionalmente o no, habla sobre ello.
También hay una especie de metáfora extraña en él, ¿lograron comprenderla? Si es así, me gustaría que me dijeran qué piensan sobre ella acá en este párrafo. Si no la has entendido, pregúntame, quizás podamos indagar más sobre su rareza.
Sin más que agregar, no olviden darle una estrella si les gustó y comentar sus puntos de vista u opiniones.
¡Gracias por leer! I love it. <3
Giovanna Gómez.
By Jess G.