Antología de cuentos y fábulas.

4: Mi pequeño Ángel.

"Mi pequeño Ángel está en un lugar mejor", me recuerdo una y otra vez, siempre que puedo. Lo repito todos los días, como si hubiese sido ayer que sucedió aquella tragedia, sin evitar llorar, o sollozar inclusive, cuando lo hago.

Todo lo que pasó fue mi culpa, de eso no tengo dudas. Los demás no lo quieren admitir, dicen que fue un accidente, aunque yo sé que pude haber cambiado la situación si tan solo hubiese prestado más atención aquella tarde de verano. Fue mi descuido, mi error. Yo, su padre, tuve que haberlo cuidado, tenerlo a la vista. Qué inconsciente, qué ignorante. No pude hacerlo, no pude traerlo de vuelta.

Me habría encantado verlo crecer. Ver cómo aprendía a andar en bicicleta o cómo le iba en la escuela. Verlo jugar, reír, correr. Festejarle cada cumpleaños, día del niño, pascuas, navidad. Realmente lo extraño, con cada partícula de mi ser, con cada átomo de mi cuerpo, en cada pensamiento, anhelo, sueño.

Siempre me pregunto: ¿Cómo estará? ¿Estará enojado conmigo por no haber estado ahí para él? ¿Por dejar que su vida fuera arrebatada en un segundo? Esas preguntas rondan en mi cabeza de día y de noche. En lo nocturno, no puedo dormir, en lo diurno, no puedo trabajar. Asumo que ese es el castigo por lo que pasó.

La única persona que me hace sentir que no estoy solo, que aún queda una esperanza para mí y que aún me recuerda cómo era él, es su hermano. Es a quien pude rescatar.

Y todos estos años lo he estado cuidando como no pude cuidar a Ángel. Todos estos años lo he mantenido, prácticamente, en una burbuja de cristal, protegiéndolo del mundo exterior por temor a perderlo también, para alejarlo de toda la maldad de este mundo cruel, de todo el peligro. Rodeándolo de miedos y preocupaciones, y sé que fue un error, yo lo sé. Mantenerlo alejado de muchas cosas le ha quitado parte de su infancia, y siempre me arrepiento por no haber tomado las mejores decisiones, por ser tan impulsivo al respecto. Solamente quise hacer lo que no pude con mi pequeño Ángel.

Lo único que me quedaba era su otra mitad. Si él no hubiese estado ahí para mí, no habría podido llegar tan lejos en la vida, no habría podido seguir. Le hubiera perdido sentido a la vida. Gracias a él, después de mucho tiempo, volví a sonreír. Con cada cosa que hacía me sentía orgulloso, me sentía feliz. Aún por más pequeña sea la ocasión. Siempre que estuve a punto de rendirme, de caer y desistir, él me sostuvo del corazón y me mostró que no debía, que no podía, por los tres.

No pude estar con mi pequeño Ángel pero aún tenía a alguien por quien luchar: mi pequeño Salvador.

(N/A. Género drama/tragedia).

No sé, realmente, a qué subgénero literario pertenezca esto, los dos mencionados no son acertados ya que son más teatrales que narrativos.

So, este relato nació de la nada misma. Escribía una novela (aún no publicada en ningún sitio y no próxima a serlo) de género fantástico. Dicho escrito formaba parte de una pequeña introducción/dedicatoria; vendría siendo, en conjunto, un relato enmarcado. Luego de mucho tiempo, decidí reescribirlo y se transformó en lo que acaban de leer.

Los últimos meses, por no decir el último año, vi muchos casos (esos de tipo Paulette y Dinosaur Vlogs) sobre desaparición y/o muerte de niños/bebés.

Cada vez que veía esos documentales sentía rabia por dentro, tanto por la incompetencia o maldad de los padres, como de los policías/gente de alrededor. Y no lograba entender a la gente que no le ponía el ojo encima a sus hijos cada diez segundos, a aquellos que, viendo/habiendo tenido a tales criaturas como esas, las asesinaban como si estuviesen matando a un mosquito, o a la gente que les daba igual sus vidas y no querían buscarlos o buscar justicia para ellos como realmente merecían. Simples inocentes, ángeles que no sabían qué habían hecho para acabar así.

No quiero extenderme porque esto abarca muchas cosas de las que no quiero hablar como enfermedades mentales, trata de niños y pedofilia, además de que voy a llorar. Algún día quisiera formar parte de aquellas búsquedas de niños perdidos y conseguirles la justicia que merecen. Aunque lo que más deseo, es que esta maldad acabe de una vez.

Para resumir: trata sobre un padre que tenía gemelos/mellizos (no pude definirlo), uno era Ángel, y el otro es Salvador. Un día, cuando ambos jugaban en el patio, en un simple descuido, ambos cayeron a la piscina. El padre pudo sacarlos del agua, pero uno sobrevivió, el otro ya no. Aclaro: eran pequeños, no tenían madre, y no cayeron al mismo tiempo.

Por favor, si deciden tener hijos (Ojito con esto, eh, los estoy observando... Ahre), cuiden a esas criaturas a cada momento, no los dejen solos ni con extraños.

Sin más que agregar, no olviden darle una estrella si les gustó y comentar sus puntos de vista u opiniones.

¡Gracias por leer! I love it. <3

Giovanna Gómez.

By Jess G.



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En el texto hay: relatos, cuentos, cuentos cortos y relatos

Editado: 24.07.2020

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