Llevaba algo así como 7 meses laburando en la ciudad de Coquimbo, ejerciendo de periodista y ahora era el momento, me estaban requiriendo para ir a cubrir una noticia al exterior, precisamente en salamanca. No era lo mejor del mundo, pero siempre se parte por algo.
Me levante en la noche para llegar temprano, eché lo justo en el portaequipajes y alcancé a despedirme de mis familiares, una costumbre algo sosa pero nunca se sabe… en carretera suelen haber accidentes trágicos que para mí no eran cosa nueva, convivía día a día en la oficina redactando columnas y espacios donde se reporteaba la cantidad de fallecidos, las causas del choque, etc…
Igual prefería ir en mi propio auto, nunca he podido conciliar el sueño en la carretera y más encima al parecer casi todos los accidentes ocurrían en bus, la “pega*” ya me tenía trastornado en cierto sentido.
Arranqué el motor del auto a eso de las 21:00hrs. Había un poco de llovizna pero nada grave, en la radio sonaba Pearl jam, “Even flow” era un buen acompañamiento mientras la vida nocturna me miraba de reojo en mi intento de escapar del “olor a mar*”.
Estaba saliendo de la ciudad hermana de La Serena, y aproveché de parar a comer algo en un local de comida rápida, trate de meterme rapidísimo para no mojarme, estaba muriéndome de frio así que pedí un café y chucherías para comer.
-¿aonde’ va mijo’ a esta hora con esta lluvia?
No había notado que me estaba atendiendo una mujer de edad.
-voy a salamanca.
-¿y que pretende hacer en Salamanca mijo’? si no hay nada que molestar allá.
La señora me dejo con “la bala atravesada*”, no tuve siquiera que preguntarle para que me respondiera.
-a la gente de allá, no les gusta que “metan la cuchara*” pos mijo’, no vaya a ser que lo miren “en mala*”.
- no señora, si yo voy a reportear una noticia nada más, soy periodista.
La señora hizo una mueca de sorpresa y siguió con lo suyo.
En el fondo la respuesta que me dio me dejo con un mal sabor de boca, yo no era una persona supersticiosa pero me descolocó la seriedad de su rostro.
Di los últimos sorbos al café para espabilar y me despedí con un gesto de mano.
-muchas gracias. Le dije apurado mientras me metía torpemente en el auto.
-ya mijo’, con cuidado nomas, muchas gracias.
La conversación me persiguió un par de kilómetros más allá, por alguna razón me dejo con una sensación de nerviosismo latente. Ya con las últimas luces de la ciudad desvaneciéndose en el retrovisor, empecé a recordar los cuentos que me contaban de pequeño mis abuelos…
“los brujos de Salamanca”, “la raja de Manquehua” y otros relatos que eran parte del folklore empezaron a acomodarse plácidamente en mis ideas. Me parecía interesante imaginar a estos personajes, cubiertos en sus mantos negros, recorriendo senderos ocultos por los bosques para celebrar a la luz de la luna sus aquelarres en Manquehua. Ocasionalmente me asaltaba la idea de toparme con un “Tue Tue*” de mal augurio camino a salamanca, o que un “chupacabras” saltara desde los matorrales hacia la carretera.
La radio dejo de sonar, estaba llegando a las famosas zonas muertas de la carretera. Cada cierto tiempo notaba que había casas abandonadas, terrenos cercados, etc… nada del otro mundo. Es súper común que la gente viviera en estas zonas rurales y luego abandonara para buscar empleo en las ciudades.
Me fijo en la hora y ya son las 23:30hrs. Se me está haciendo demasiado lento este viaje, para colmo la lluvia se puso más fuerte.
Avanzan las horas y entre recorrido y recorrido paso por un par de pueblos, me estacioné para fumarme un cigarro antes de reportarme por teléfono con mis familiares, es gracioso como automáticamente la gente tiene tema de conversación cuando estas lejos, pero casi ni hablan cuando uno está cerca, más tarde que nunca corte la llamada y volví a arrancar el motor.
Las luces vuelven a quedarse atrás del vehículo y desaparecen, nuevamente soy solo yo y la carretera, las luces delanteras luchan por iluminar contra la lluvia, me acuerdo de un par de historias de abducciones y cosas en plan ovni, acá en el norte son súper comunes entre camioneros y viajantes.
Son las 02:42hrs. Los bostezos empiezan a escapar de mi boca, ya no hay ni radio ni señal telefónica, a esta hora solo se ven ocasionalmente pasar buses por la carretera, un par de autos si tienes suerte, pero la mayoría del tiempo está abandonada.
La lluvia me da una sensación desagradable ahora que hay poca luz, voy recordando la conversación con la señora, sigo metido con lo que me dijo.
-“no vaya a ser que lo miren “en mala*””
Escucho un chillido a un lado de la carretera y alcanzo a distinguir como se abalanza una sombra contra mi auto. Piso el freno con todas mis fuerzas y alcanzo a escuchar el estruendo del choque, todo se fue a negro.
Son las 03:00hrs, están cayendo gotas dentro del auto, trato de incorporarme aún asustado para mirar hacia afuera pero las luces quedaron destrozadas, no veo nada aparte de sombras. siento un dolor punzante en mi rostro, parece que me corté parte de la cara en el choque. Me bajo del auto nervioso, quizá pude haber arrollado un caballo o quizá algún hombre de campo.
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Editado: 25.02.2018