Odio verme en el espejo. Odio que mi reflejo imite todos los movimientos que hago. Que me siga a todas partes para recordarme lo que soy y que nunca pueda deshacerme de eso.
¿Por qué lo aborrezco? Simple. Porque, a veces, mi reflejo no me imita. Sigue por su propia cuenta y está esperando a que baje la guardia para hacerme daño.
Por eso no me miro en el espejo y los evito. Porque el odio y el miedo me pueden llevar a la locura y mi reflejo ya me ha mostrado como acabar conmigo.
Y solo necesita un espejo para lograrlo.