Antología juvenil

Capítulo 6 Me gusta

Emily

 

 

Tenía la lengua afuera, tengo resistencia en las piernas para un terreno lineal, nunca he sido buena para subir escalones. Miré a Iskander y se veía relajado, un poco agitado, nada más.

—Falta poco, floja. Apenas llevamos diez minutos.

—¡No soy floja! Es que no soy amante a las escaleras.  

En los últimos doscientos escalones ya no me quedaba aire. Extendió su mano y otra vez me guiñó el ojo. Entrelazamos nuestras manos, él era quien hacía una fuerza de jalado. Marcó el ritmo y con tal de que no me soltara mantuve un poco de renuencia. No sé lo que sucede entre los dos, pero algo sucede. Mi abuela anoche habló conmigo sobre las salidas con el nieto de sus amigos. Sus palabras volvieron.

—¿No crees que sea malo?

Acarició mi cabello. En el cine la había pasado mal y bien. Lo malo era el miedo de quedarme sola y por eso, me tocó pedir compañía y hablar con ella menguó el susto.

—No hija. De hecho, lo veo de la mejor manera. Como si hubiera sido un presagio y ahora él sea el encargado de ayudarte a no caer en la depresión.

Mis lágrimas salieron. No me gusta tocar el tema de la muerte de mi madre. Era muy resiente.

—Es que me da remordimientos abuela, no debería reír.

—Dakota te adoraba, amaba verte feliz. Una madre… Las buenas madres, solamente desean el bienestar y felicidad de sus hijos. Míralo de ese modo.

—Es que él me hace sonreír mucho.

—Han tenido varias salidas, lo que en tu país dicen citas.

—¡No son citas abuela! ¿Quién llega con un casco a una cita?

—Alguien que teme por su vida.

—No eres graciosa. ¿Cuándo se ha visto que en una cita se invita a cine a ver una película de terror? —sonrió—. Eso fue error mío. Él… con Iskander no recuerdo el dolor de la perdida de mi madre. Hace unas tres horas no lo sentía, ahora siento remordimiento por haberme reído. ¿Me entiendes abuela?

—Sí, hija. Y no pienses en eso. Más bien date la oportunidad de recibir esos momentos de alegría como mensajes de tu madre. Juega con tu cerebro. Disfrútalos.

—No pienses que me agrada como chico…

—Cambiaste de color en las mejillas, y no he dicho nada al respecto. Emily, toma lo bueno, Iskander no está pasando por un buen momento, nada comparado con una perdida. Sin embargo, su madre libra una gran batalla en Estados Unidos para poder divorciarse. A lo mejor tú también lo ayudas a él a sobrellevar la separación de sus padres.

—No te ha parecido muy extraño mi relación con él.

—Dicen que los grandes amores llegan de manera impensable.

—Nada de amor. Es solo un amigo. ¡Ay, Abuela!

—Si tú lo dices. —Nos quedamos calladas—. Disfruta Emily, puede que no termine en romance, pero si se recordarán el resto de sus vidas de este tiempo.

—¿Por qué?

—Ambos están heridos, sufren y han iniciado el proceso de ayuda o duelo. —Sus ojos cafés eran un mar de experiencias—. Pero ten presente que si llega a pasar algo sentimental será uno de esos famosos amores de veranos. Rosario me comentó que una vez se regresen sus nietos se van a ir de Estados Unidos. Ten eso en mente.

—¿Él lo sabe?

—Rosario desconoce si su nieto está enterado. Su madre lo decidió ayer y él estaba contigo. Aunque no sé si lo pusieron al tanto. —El abuelo tocó la puerta—. Pasa chismoso.

—Llevan mucho tiempo encerradas. ¿Debo golpear a alguien?

—Factedad. —En todo caso no iba a confesar que él me gustaba.

—Planeta tierra llamando a peli rosada. —El comentario de Iskander me trajo de regreso—. Al parecer estar retraída te ayudó a terminar de subir.

—¿Ya subimos?

—Mira lo que te ibas a perder.

Decir que era bello sería dejar corta la palabra, era una vista hermosa… ¡Que! Era preciosa. Parecían miles de islitas, la brisa golpeó mi rostro, y una extraña sensación se instaló en mi pecho. En vez de sonreír los ojos se me humedecieron, el labio me tembló. La imagen de mi madre sonriendo. A ella le gustaba disfrutar de la naturaleza, siempre decía que al estar en contacto con ella se sentía más cerca de Dios… Y yo tengo rabia con el de arriba. Porque se me la llevó.

—Emily…

—Lo siento.

Quería salir corriendo, sin embargo, unos acogedores brazos me envolvieron, me aferré a ellos y a su buzo negro.

 

 

Iskander

 

No sé si hice bien traerla, espero que sí. Para mí, ella ha sido ese oasis ante mis problemas familiares. Y ahora con lo de irnos del país… No sé por qué había pensado en tener algo con ella. Sin embargo, mis problemas son delicados, más no irreversibles. Solo han pasado unas tres semanas más o menos de la muerte de su madre. Y eso ya es otro nivel. Me limité a abrazarla.



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En el texto hay: amor romance amigos

Editado: 12.06.2022

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