Brooke baja del coche rápidamente y vuelve a coger su móvil. En las pausas que ha podido hacer con el coche le ha escrito a Jack, pero éste seguía sin responder a sus mensajes. Cada vez está más preocupada.
Decide llamarle, pero no le contesta. Ni a esa llamada ni a las otras tres que hace mientras se dirige casi corriendo hacia su residencia. Aún recuerda la habitación en la que él duerme, así que rápidamente sube hasta la planta donde se encuentra la habitación. Llama varias veces a la puerta, pero nadie abre, ni siquiera su compañero de habitación.
¿Dónde estará?
Intenta no poder los nervios, pero cada vez le cuesta más. Después de haber recibido ese mensaje del número desconocido, Jack no le contesta a las llamadas ni a los mensajes y no está en su habitación. La única opción que le queda es ir a su facultad y buscarle por allí. Así que sale del edificio y camina –o más bien, corre– hasta la facultad de su novio.
Al llegar, se queda un momento parada sin saber dónde mirar. La única vez que estuvo ahí sólo le enseñó la facultad por fuera, no conoce el centro lo suficiente y no sabría dónde mirar. Decide empezar a mirar por el campus, entre todas las personas que hay por el césped, pero no lo ve por ningún lado.
Le llama un par de veces más, pero sigue sin recibir respuesta. Ni a las llamadas ni a los mensajes. No puede aguantar más; se siente agobiada, estresada, tiene miedo de que a su novio le haya pasado algo por su culpa.
Con una mano en el pecho e intentando respirar tranquilamente, se detiene frente a la universidad y mira a su alrededor. ¿Dónde puede estar su novio? ¿Por qué no da señales de vida?
Está a punto de volver a llamarle cuando escucha las voces de varios chicos a unos metros de ella. Se gira al instante y es ahí –por fin– cuando ve a Jack caminando junto con varios de sus amigos y compañeros. Siente como su corazón vuelve a latir con normalidad y se siente más aliviada.
Jack está bien.
Camina hacia él a paso rápido y, cuando Jack mira en su dirección, la mira con el ceño un poco fruncido. No se esperaba verla ahí.
–Brooke, ¿qué haces…? –comienza a decir, pero Brooke le interrumpe.
Nada más llegar a él, le abraza con fuerza y no puede evitar que las lágrimas que estaba conteniendo hasta ese momento resbalen por su mejilla. Pero ahora de al ver como Jack está bien.
–Eh, cariño, ¿qué te pasa? –le pregunta él, preocupado.
–¿Por qué no me has respondido a los mensajes? –se separa de él, secándose las lágrimas–. ¡No me vuelvas a hacer esto! ¡Estaba preocupada por ti!
–Estoy bien –dice él, agarrando las manos de Brooke–. Me vas a contar ya lo que está pasando, Brooke. No voy a esperar más tiempo. Mira cómo estás. Está pasando algo y quiero que me lo cuentes.
Se queda un momento callada y mira a su alrededor. Los amigos de Jack están apartados de ellos dos, hablando entre ellos. No les prestan atención al igual que nadie de los que se encuentran alrededor de ellos, pero alguien les tiene que estar observando. Si estaba viendo a Jack, tiene que seguir ahí.
Duda una vez más en si debería hacerlo. Le pondría también en peligro. Nadie sabe lo que está pasando y, si esa persona ha sido capaz de asesinar a las otras tres personas sin que ella les haya contado gran cosa, lo que puede pasar con Jack puede ser mucho peor.
Está a punto de volver a negarse, pero de repente, se le ocurre una idea.
–Brooke –Jack la llama de nuevo y ella le mira al instante.
–Vamos a tu habitación –le dice simplemente.
Sin esperar la respuesta de su novio, agarra su mano y tira de él en dirección a su residencia. Jack se despide de sus amigos rápidamente y Brooke les sonríe débilmente antes de seguir con su camino. No tiene tiempo que perder.
–¿Me vas a contar lo que está pasando? –le pregunta Jack, siguiendo los pasos apresurados de su novia.
–Antes tenemos que llegar a tu habitación.
Jack decide no seguir preguntando y esperar a llegar a su habitación, lo cual ocurre minutos más tarde. Al llegar a la residencia, suben los dos juntos las escaleras casi corriendo –de nuevo– y espera a que Jack abra la puerta antes de entrar precipitadamente.
Nada más entrar, se detiene en mitad de la habitación y espera a que Jack cierre la puerta y se acerque a ella. Pero quien también lo hace es Toby, su compañero de habitación y a quien ya conoce.
–Oh, Brooke, no esperaba verte por aquí –sonríe y se acerca a ella, saludándola amablemente–. ¿Eras tú la que ha llamado antes? Perdón por no abrir, es que estaba en el baño.
–No te preocupes. Buscaba a Jack, pero ya lo he encontrado –le dice, intentando mostrarse también amable a pesar de la tensión y el estrés que acumula en todo su cuerpo.
–Genial, pues os dejo solos –dice él, pasando por el lado de ambos–. He quedado con mi novia, me estará esperando ya.
–Hasta luego, tío –se despide Jack de él.
Brooke se despide con la mano y, cuando sale de la habitación, la pareja vuelve a mirarse.
–Brooke, ¿qué está pasando? –le pregunta Jack de nuevo.
–Vale, eh… ¿dónde tienes los folios? –le pregunta ella ahora, dirigiéndose a su escritorio y buscando en los cajones.
–¿Los folios?
–Sí, los folios, Jack. ¿Dónde los tienes? –repite, pero los encuentra en uno de los cajones antes de que responda–. Bien, ya los he encontrado. Ahora un… –mira su escritorio y coge un bolígrafo–. Vale, lo tengo todo.
–Pero, ¿qué estás haciendo?
–Ahora necesito que no hables en voz alta, ¿vale?
–¿Qué…? –Jack la mira confuso.
–Hazme caso, Jack. Por favor.
Hay un momento de silencio. Se miran entre ellos sin decir nada más y, cuando Jack asiente con la cabeza, Brooke comienza a escribir en los folios. De nuevo, está comportándose como una persona totalmente paranoica, pero si esa persona se enteró de lo de Charles cuando no lo había hablado con nadie… se tiene que asegurar de que no hay ninguna posibilidad de que la escuchen hablando de eso.
Editado: 22.10.2021