Apocalypsis: Creados

DOS

 

Abrí mis ojos encontrándome en un lugar pintado totalmente de blanco, me levanté para dirigirme a la puerta, pero esta estaba cerrada. Era de metal, al igual que la pequeña cama donde me encontraba anteriormente.

Me duele todo mi cuerpo, tengo hambre y sed.

—Agua, agua—imploré en un pequeño susurro.

—No te darán nada, a ellos no les importamos.

Volteé brusca viendo de donde venia aquella voz apagada y seca, pero al mismo tiempo dulce, parecía pertenecerle a un niño.

—¿Quién es?—pregunté en un susurro apenas audible.

—¿Me puedes escuchar?

Inspeccioné el cuarto, pero no había nadie.

—¿Dónde estás?

—En el cuarto del lado—respondió balbuceando—. ¿Cómo puedes oírme?

—Porque estas hablándome.

—No te estoy hablando, estoy pensando—aclaró.

—¿Qué quieres decir?, no te entiendo.

—Mírate ¿Dónde crees que estas?.

Bajé la mirada a mí, llevaba puesto unos pantalones grises y una camiseta del mismo color, los pies descalzos. Miré mis manos y eran pequeñas como las de un niño. Miré mis pies de nuevo y eran pequeños, tanteé en todo mi cuerpo y era todo tan pequeño.

—¿Cuántos años tengo?—le pregunté notando mi voz un poco alterada.

—¿Cuál es tu número?—preguntó.

—¿Mi qué?.

—Mira tu pulsera.

Dirigí mi mirada a mi muñeca, buscando la pulsera y en el había un número. 0397

—0397.

—Tienes mi edad—pareció decírselo a el mismo—. Tienes cinco.

—¿Con quién hablas?—gritó una voz desde afuera del cuarto llegando a asustarme—. ¿Quieres que llame a Reiner?

—¡No!—grité desesperada.

La puerta se abrió dejando entrar la luz. Blanco.

 

 

 

 

Me levanté de golpe llegando a caerme de la cama.

Mierda, eso dolió.

Puse mi mano en mi pecho notando mi corazón alterado. 

Otro sueño, pero lo que me sorprende es como mi cuerpo reaccionó a un nombre, logrando asustarme tan rápido.

Miré el reloj de la mesa de noche. 4:37.

Cada vez, las pesadillas se hacen más largas y más reales.

Me paré del suelo para hacer lo mismo de siempre que pasa esto. Tomar mi mantita, enrollarla en todo mi cuerpo e ir a la ventana.

Pronto algo llamó mi atención. Después de lo de Noah que aproximadamente fue hace dos meses, no había pasado nada interesante. Hasta hoy

Los vecinos de recién casados que gracias a mi madre sé como se llaman, resultaban siendo los Rice. 

Su auto se estacionaba en la acera de su casa. De el bajaron la pareja con maletas en mano.

¿Se habían ido de vacaciones?, pero si los había visto ayer. 

Pero de la parte trasera del auto, bajó otra persona. Era más alto que el señor Rice, o eso parecía.

Dio un vistazo al lugar donde se encontraba, inspeccionando con su mirada todo, hasta que dio con la mía. Tal vez la sintió pesada ya que no apartaba la vista de ese auto desde que llegaron.

Me miró sin expresión aparente y yo hice lo mismo. No aparté la mirada porque no era un pecado y mucho menos un delito, y aunque él sabía que lo estaba mirando sin vergüenza alguna, tampoco apartó la mirada.

Él traía unos jeans azul oscuro con una sudadera negra. Cubría su cara con la capucha de aquella, la cual me dificultaba ver bien su rostro.

Luego escuché como alguien salía de mi casa, bajé la mirada encontrándome con la mayor sorpresa del mundo, o al menos para mí. Mi mamá se dirigía hacia los Rice.

Me aparté tan rápido para que ella no lograra verme. Asomé ligeramente la cabeza para poder observar.

Mi mamá hablaba con el señor Rice mientras que la señora solo tomaba al chico del brazo para adentrarlo a la casa. Ambos asistieron para luego cada uno ir a su respectiva casa.

¿Qué demonios fue eso?

Pasé las últimas horas pensando que había sido eso.

¿Qué hacia mi mamá despierta a esta hora?, ¿Por qué hablaba con ellos a esta hora?, ¿Quién era ese chico?... ahhhh de verdad no entiendo nada.

La alarma sonó llegando a asustarme. La apagué lo más rápido que pude. Entré a la ducha para tomar un baño y dejar de pensar en eso, al salir tomé mi ropa que en este caso consistía de jeans azules clásicos, una playera gris clara, una casaca negra y los converse y peinado de siempre. Todo es lo mismo de siempre.

No usaba ningún tipo de joyería a excepción del collar de nacimiento de Tommy. Era de color plata con un dije colgando que formaba la letra "T".

Bajé a la cocina para encontrarme con mi mamá hablando por teléfono que colgó apenas me vio.

—Hola cariño—me saludó con una beso en la frente.

—¿Hola?—fruncí el ceño ante su acto, era  inusual en ella.

—¿Cómo dormiste?.

Ok, esto es raro.

—Como siempre—la miré—, ¿Pasa algo?

Dejó en la mesa un plato con leche y me alcanzó el cereal.

—No, nada—me sonrió.

—¿Okey..?

—¿Cómo te sientes?

—¿Segura que no pasa nada?—volví a preguntar, esto es muy raro.

¿Acaso ya descubrió sobre mis desveladas?, ¿es su manera de castigarme psicológicamente?

—Sí, todo bien... solo quiero saber, no te ves muy bien...—disminuyó su voz al terminar la frase.

Auch... justo en el blanco.

—Me siento per-fec-ta—ironicé.

—Lo siento.

—No te preocupes—serví el cereal en la leche, algunas hojuelas logrando caerse en la mesa, soy un desastre.—Vendré a las seis o siete por ahí—avisé.

—¿Adónde vas?—preguntó sorprendida.

—Ayer te dije que iría a casa de Tye hoy—aclaré obvia.

—Cierto—bajo la mirada, pero enseguida la levantó de nuevo—. Lo siento hija pero hoy no puedes salir.




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