Apocalypsis: Creados

SIETE

 

MAX.

Estoy aliviada.

Ellos están bien, tal vez no lo estén mucho psicológicamente, pero al menos físicamente, sí.

Habían pasado por mucho en tal solo alrededor de unos días.

Llegamos a la "cabaña", aunque en realidad parece una mansión de madera. Es una casa impresionantemente grande, no sé como describirla en si, con un color café claro y el tejado de uno oscuro, contrastando con el color. Hay un pórtico con unos muebles afuera para sentarse y apreciar el paisaje de este lugar.

Dejamos las armas afuera de la cochera, y sí, hasta cochera había. Se pueden imaginar lo grande de la casa, ¿verdad?.

Jena busco en su pantalón y sacó un juego de llaves. Escogió una y abrió la puerta principal.

Al entrar te puedes encontrar con una sala gigante y un comedor igual de grande, la cocina conecta con ambos lugares.

Britney y mi madre se encontraban sentadas en la sala. Al parecer se percataron del ruido que hicimos al entrar ya se sobresaltaros. Al ver que éramos nosotros, se aproximaron hasta quedar delante nuestro.

En un movimiento rápido sentí el abrazo de mi mamá con fuerza. Me tomó por sorpresa ya que ella pocas veces había sido cariñosa conmigo. Se preocupaba por mí, preguntaba como estaba, me daba lo que necesitase, me cuidaba. Sé que me quiere, pero las muestras de cariño físicas nunca fueron recurrentes, estos abrazos pasan muy pocas veces pasan.

Se separó de mí.

—Me alegro que estés bien—colocó sus manos acunando mis mejillas.

Le mostré una sonrisa sincera.

—Claro que estamos bien—minimizó Julia—. Estábamos juntos, claro que no nos pasaría nada malo, ¿y Brando?

—Cierto—intervino Tye—, ¿Dónde está papá?

Mi mamá compartió una mirada preocupada con Britney.

—Ustedes se fueron corriendo a no sé dónde—habló Britney—. No estaríamos tranquilos con ustedes afuera...

—Brando y Antonio salieron por ustedes, pero aún no han regresado—terminó por decir mamá.

Julia salió de la casa seguida por Tye. los seguí hasta afuera.

—Quédate—ordenó Julia en un tono serio.

—No me pidas eso.

—No te lo estoy pidiendo, Tye—ella tomó una escopeta—, te lo estoy ordenando.

Ella se aproximo a mí. No hizo falta saber que quería. Me saqué la mochila y se lo tendí. Ella asintió en agradecimiento para luego sacar municiones de la mochila.

—Mamá...—susurró el rubio.

—Hijo, prefiero que estés aquí a salvo, que afuera en peligro—lo abrazó—. Iré y regresaré con ambos, por favor quédate aquí.

Tye asintió en comprensión.

Julia caminó hacia el bosque con una linterna en mano ya que pronto anochecería. Axl caminaba detrás de ella cargando su arma. Volteé a ver la mochila y efectivamente parecía que había sido saqueada.

—Axl, quédate—ordenó Julia.

—No te estoy pidiendo permiso—se paró delante de ella quedando frente a frente.

Mamá se aproximo hacia él. Parece que tuvieron un conversación ahí. Julia asintió y ambos se adentraron al bosque. Mamá regresó hasta nosotros.

—Estarán bien—afirmó ella ingresando a la casa.

Estuvimos esperando aproximadamente diez minutos y ellos aún no llegaban.

Me hubiera gustado ir con ellos, pero sé claramente cual había sido la respuesta de Julia. A veces una mirada dice más que las palabras.

Tye moví las piernas nervioso y no era de menos ya que no sabía nada de sus padres y está consiente que eso no es buena en esta situación.

Jena tomó mi mano apartando mi dedo de mi boca.

—Debes dejar esa habito, Max—susurró.

Al parecer me mordía las uñas cuando estaba concentrada, nerviosa, ansiosa y a veces hasta cuando estaba aburrido, o al menos eso me había dicho Tye y Jena. Según ellos es una costumbre desagradable, pero sinceramente no me parece así, además del hecho que nunca me doy cuenta que lo estoy haciendo hasta que ya llevo un rato haciéndolo, o hasta que me lastimo los dedos de tanto morderme las uñas y jalarme los pellejitos de mis dedos, logrando sacarme sangre. No recuerdo muy bien cuando comencé a hacerlo, pero lo que estoy segura es que no es fácil dejarlo cuando ya lo haces inconscientemente.

—Lo siento...

—Tranquila, todo estará bien—me animó.

—Lo sé, solo...

—Lo sé, no tienes que decirlo, yo también lo estoy, pero no podemos hacer nada más que esperar.

—Y eso es lo peor.

Pasaron unos minutos más y ya estábamos los suficientemente tensos como para decir una palabra más.

Sin pensarlo me paré del sillón dirigiéndome a la puerta.

—Max—llamó mamá.

La ignoré.

Abrí la puerta principal encontrándome con el rostro de Axl delante mío apunto de tocar la puerta.

—¡Antonio!, ¡Axl!—exclamó Britney.

Ella pasó por mi lado abrazando a su esposo y al chico. 

Julia apareció detrás de ellos con Brandon su lado. Tye corrió a abrazar a sus padres.

—¿Qué ibas a hacer?—preguntó mi mamá a un lado mío.

—A abrir la puerta.

—¿Solo eso?—me miró frunciendo el ceño, asentí—. ¿Sabías que venían?

—No lo sabía.

—¿Entonces?

—No sé—suspiré—. Solo me dieron ganas de abrir la puerta y eso hice. Lo hice sin pensar, ¿por?

—Por nada...

Julia se acerco a nosotros a abrazarnos.

—Llegamos—respondió ella alegremente.

—Cariño, casi me da un infarto cuando no llegaban—respondió mi madre entre risas nerviosas.

—Awww...—soltó un sonido enternecida Julia—ya sabía yo que me querías tanto.

Me aproximé a abrazar a Brando, él me devolvió el abrazo sin dudarlo.

—Me alegro que estés bien.

—Lo mismo digo—respondí separándome de él.

Entramos a la cabaña.

—Bueno, creo que ahora todos estamos más tranquilos—finalizó Julia.

Luego de un rato, Tye y Noah pasaron a ser el centro de atención. Ambos contaban las anécdotas que habían sucedido mientras estábamos separados.




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