Aprendiendo A Perdonar

E S P E R A N Z A

E S P E R A N Z A

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Es más bueno negar una cosa que dar vanas esperanzas .

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Recordar aquello había sido volver a vivir todo, volver a sentir el mismo dolor que ese día. El dolor, esa sensación que había tratado de suprimir todos estos años por ellos, el dolor que ahora sentía no era como se describe, un hinchazón, ardor o una molestia, este dolor era mucho más, porque no era el dolor de un golpe, era un dolor del alma, del corazón, estaba en un sufrimiento interno que no podía controlar.

Nunca pensé desde que me había ido, que podría volver a revivir ese momento, revivirlo estando consiente, y no dormida como mucha veces había pasado, tal vez y hubiese hecho justicia, pero Darius me dio la espalda, el único en quien confiaba, muy aparte de mi abuela, había creído en fotos, y habladurías, nunca pensó la historia detrás de todo aquello, que era lo que realmente había pasado.

¿Estaba dolida con él por lo que paso años atrás y por como se mantuvo al margen hoy?, pues si, me había dolido que a pesar de todo ni siquiera haya querido remediar algo, solo estaba ahí sentado con una mirada culposa.

Y mi abuelo, reclamando banalidades, "que merecía saberlo", por dios hoy había demostrado más que nada que no merecía nada.

Todo estaba a oscuras en la habitación del hotel donde nos estábamos quedando, yo, llorando en los brazos de Daniel, llorando por algo que no merecía la pena, no merecían mis lagrimas aunque quería negarlo, sabia que aun había una llama en mi corazón que aun lo aclamaba.

Daniel no espeto nada, se dedicaba a consolarme y darme apoyo, había pasado las ultimas 24 horas en una tristeza infinita, en una donde hasta olvide mi trabajo, mi familia y todo lo que tenía en New York.

Tenía un pisca de esperanza en que el abuelo viniera a despedirse, no quería que mencionara el testamento o algo relacionado a quedarme, solo quería despedirme y solo tal vez darle más explicaciones de las que di en casa.

La esperanza, aquel sentimiento que te hace tan débil como tan fuerte, en la niñez la esperanza es lo que predomina más, cuando vas creciendo y vas enfrentando obstáculos, la vas perdiendo poco a poco, son muy escasas las personas que aun tienen esperanzas.

La esperanza te hace débil porque sigues creyendo en eso que te hace daño o simplemente en eso que no tienes pero persistes en tenerlo, en algunos casos funciona en otros crea desastres.
Y te hace fuerte porque no te rindes, ósea es un sentimiento de equilibrio donde se debe de estar en medio para poder continuar.

Yo, cuando me fui de aquí perdí todo tipo de esperanza y cuando llegaron todos ellos volvió a mi, como un destello de luz en mi oscuridad, comenzaba a ver las cosas con más colores y no solo en mi desdicha sino también en que hay personas que si me querían y era de verdad, personas que no esperaban de mi cosas perfectas, sino que con cada logro se enorgullecían y con cada falla, me alentaban a continuar.

Tenía a personas maravillosas a mi lado, y esperaba que mi abuelo apoyara la idea de volver y seguir con ella y no quedarme en un lugar donde cada lugar te crea recuerdos que fueron felices y ahora generan tristezas, o lugares que te dieron tristeza y que ahora solo me consumía la furia y el rencor.

—Cris llaman de recepción dicen que tu abuelo quiere subir— dijo, sacándome de mis pensamientos —¿Quieres que le diga que lo hagan subir?

—Si, que suba, a fin de cuenta yo lo invite a que viniera— le dije volviendo a recostarme en su pecho—Bien estará aquí en unos minutos deberías arreglarte un poco.

—¡Verdad!

Me levante de la cama y me metí dentro del baño, lave mi rostro y arregle  mi cabello. Salí del baño para ir al clóset, agarre una blusa blanca y un jean azul. Me termine colocar la blusa cuando tocan la puerta de la suite.

—Cris me llamas a cualquier emergencia, les daré privacidad, iré a adelantar algunos pendientes de la empresa.

Daniel salió a abrir y yo detrás de el, saludo a mi abuelo y salió de ella.

—Pase abuelo siéntese, ¿Quiere algo de tomar?—ofrecí mientras me iba a servir una copa de vino.

—No, gracias

Todo se sumo en silencio, un silencio de lo más incomodo, yo no sabia que decir y al parecer el tampoco.

—Yoo... —comenzó— mira Anastasia, yo no he venido a decirte que gracias por venir, vine porque quiero contarte algo y que es tu deber estar presente en el testamento.

Sorpresa, es lo que sentía, me estaba imponiendo algo que no deseaba.

—Cuando todos creímos que te habías muerto, tu abuela y yo nos sentimos de lo peor, poco después al no encontrar tu cuerpo y dieran por hecho que estabas en cenizas al igual que el auto, tu abuela se obsesiono con la idea de que estabas viva, no se lo dijo a nadie más que a mi—narro lo que había pasado en ese entonces.

—Fue doloroso ver a mi esposa afirmar que seguías con vida, eras su pequeña, quería que se quitara esa idea de la cabeza, por eso mande a investigar de nuevo pero esta vez con mis contactos, quería que ella se convenciera que estabas muerta— mostro rastro de tristeza cuando conto eso, y cuan fuerte había sido esa declaración, no me había puesto pensar en ello solo había visto lo que me hicieron y no pensé en que mi abuela posiblemente sufría.

—Ay y cuan sorpresivo fue cuando el investigador dio con que estabas con vida, y no solo eso, en ese año, te habías cambiado hasta el apellido, no sabia cuanto le haría feliz y cuanto le decepcionaría eso a mi mujer, se lo mostré a pesar de las consecuencias que podía haber, la sorpresa me la lleve yo cuando ella se puso contenta y al mismo tiempo triste porque no sabia ella las posible causas de que hayas escapado.

—Yoo... en.— levanto la mano callándome—déjame terminar



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En el texto hay: violencia, grecia, amorsorpresas

Editado: 28.01.2022

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