Aprendiendo a ser padres

7. La vuelta de mis recuerdos.

Omar adornaba el escaparate de la librería para las fiestas navideñas, la mañana era tranquila, pero la tarde se anunciaba movida como las tardes anteriores. 

Fabiola entró en una cafetería en el barrio donde vivía la familia Brown, mirando a todos lados hasta detener sus ojos en una de las mesas donde había una mujer sentada. La mujer sonrió al ver a Fabiola y se levantó de la silla. 

— Ofelia. — La llamó la mujer por su verdadero nombre y volvió a sentarse cuando Fabiola se acercó y también tomó asiento. — No sabes lo preocupados que hemos estando sin saber lo que te había ocurrido. 

— Lo que ellos pretendían no ha ocurrido. Todos deben creer que estoy muerta. — Contestó Ofelia. — Por un momento hasta yo creí que me moría. 

— ¿No piensas regresar? — Le preguntó Helen, su secretaria.

Ofelia golpeó con sus uñas la mesa, negando a su regreso. 

— Esperaré hasta que mi bebé nazca. — Respondió Ofelia. — La familia Romero son unos desarmados y son capaces de cualquier cosa para quedarse con toda la fortuna de mi padre. 

Helen se sintió mal por ella, sin poder dejar de pensar en sus señores, los padres de Ofelia. Tanto Julia como Martín habían hecho lo imposible para mantener a salvo a su única hija.

— Si es la decisión que has tomado, la estaré apoyando. — Le habló Helen a Ofelia. — Y la mantendré al tanto de todos los pasos de la familia Romero. 

Ofelia asintió, mirando una bolsa en el suelo, bolsa que Helen rápidamente tomó. 

— ¿Eso es? 

— Lo que usted me ha pedido. — Asintió Helen, extendiéndole la bolsa de papel a Ofelia. — Ah, ahora que me acuerdo, la abogada Vania ha ido a hacerle una visita al doctor May, para que deje de intentar averiguar quien es usted. 

— Gracias. — Le agradeció Ofelia, levantándose después de la silla. — Hasta hace poco no sabía quién era, pero ver en la televisión como mi familia pretende usurpar mi lugar como heredera de mi padre. Eso me devolvió los recuerdos y me devolvió a la realidad en un solo instante. Resulta gracioso, ¿no crees? 

Helen se levantó. Ofelia era la Ceo de las empresas de su padre. Pero la secretaría temía que los miembros de la familia Romero pudieran hacer algo más que usurpar a la señorita Ofelia. 

— Señorita… Llámame o llame a la abogada Vania si necesitas algo. 

— Ahora que lo estás mencionando, sí necesito algo con urgencia. — Habló Ofelia sonriente. — Quiero que Omar Brown haga la entrevista para la compañía a la que echó el currículum y que pase tal entrevista, ¿me entiendes? 

— No podemos hacer eso... — Se alarmó Helen y Ofelia se le acercó apoyando una mano en su brazo. 

— Claro que podemos. Solo tenemos que hacer ese pequeño paso por él, luego dependerá de Omar superar los dos meses que estará en período de prueba. — Ofelia no hablaba por hablar, estaba dando una orden clara para que Omar pudiera avanzar como él quería.

— Es tan exigente como su padre. — Le dijo Helen y Ofelia no pudo dejar de sonreír. 

— Gracias. 

Ofelia se marchó y la secretaría Helen se volvió a sentar, dándose cuenta entonces de que no le había dado a Ofelia el nuevo teléfono móvil que trajo para ella. 

El escaparate de la librería está adornado con adornos navideños. La señora de la librería, Valentina, juntó las manos satisfecha por el buen trabajo de sus empleados. 

— Ha quedado lindo. — Dijo Valentina, madre de Ján. — Os compraré unos pasteles navideños para agradeceros por vuestro trabajo. 

— ¡Gracias, jefa! — Contestó Vero, agarrándose al brazo de Valentina. 

Omar sonrió, viendo que las dos entraron en la librería y observó después cómo se encendieron las luces que pusieron en el escaparate. 

Cuando lo abrazaron por la espalda y solo vio una bolsa que colgaba de las manos que lo tenían prisionero. 

— ¿Trabajando duro? — Le preguntó Fabiola soltándolo. 

Omar se dio la vuelta mirando a Fabiola. Acercándose a ella para abrocharle los botones superiores de su abrigo. 

— ¿Qué haces por aquí? 

— He salido a comprar unas zapatillas. — Le dijo Fabiola.

— Si necesitas algo solo debes decírmelo. Las calles están heladas debido a la nieve y podrías caerte. — Habló Omar, bajando luego su mirada a la bolsa que Fabiola llevaba. — Espérame, le diré a mi jefa que me de permiso para llevarte a casa. 

Fabiola negó con la cabeza, tomándolo de la mano cuando él iba a entrar en la librería. 

— No me hagas sentir mal. También quería visitarte, además, en casa me aburro mucho. — Fabiola lo abrazó y lo miró a la cara sonriéndole. — Ahora regresaré, vale. 

Omar asintió avergonzado, estando también preocupado de que regresara sola a casa en su estado. 

— Ve con cuidado, el suelo helado es muy traicionero. — La tomó de los brazos haciendo que ella lo dejara de abrazar. 

Fabiola sonrió aferrándose nuevamente a él. No quería soltarlo aún. 

— ¿Por qué te pones vergonzoso conmigo? — Le preguntó Fabiola. 

— ¿Por qué me estás abrazando?

— Porque me gusta hacerlo. Es agradable estar así contigo. 

Omar cubrió el rostro de Fabiola con sus manos para que ella no viera que su cara se pondría como un tómate. 

— ¿No hacen buena pareja? — Lanzó la pregunta Valentina dentro de la librería. 

Vero, que se bebía un café caliente para relajarse del frío que hacía en la calle, miró hacía fuera. 

— Ella está embarazada. — Comentó Vero. 

— ¿Y? ¿Qué pasa con que la chica esté embarazada? — Le preguntó Valentina seria, dejando de mirar a la pareja para trabajar en los nuevos libros que acababan de entrar en la tienda. 

— Ella tiene que tener pareja, solo es que no lo recuerda. — Explicó Vero. — Me preocupa que Omar se enamore y que ella le rompa el corazón. Su primer amor tiene que ser con alguien perfecta para él. 

— El amor no es como en las telenovelas que tanto ves, la realidad es distinta y nunca elegimos de quién nos enamoramos. — Le dijo Valentina. 



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En el texto hay: drama, amor, #familia

Editado: 18.03.2024

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