Aprendiendo a ser un Zorro Dragón

CAPÍTULO 9

Me dirigí a mi habitación después de una callada y rápida cena por parte de Alely. Milett parecía que no le importaba la actitud de ella, lo cual solo era un alivio ante una posible y dolorosa experiencia.

Al llegar al oscuro lugar, cierto miedo me invadió a la hora de dormir, debido a que las actividades de aquel día estaban pasando factura a mi cuerpo. Los ojos se me cerraban y tomando resignación ante la posibilidad de soñar nuevamente con esas voces, me acosté esperando lo peor.

Cuando apenas sentía que me había acostumbrado a la oscuridad que me llamaba a soñar, sentí el chorro de agua que me despertó de un salto, ya que estaba fría. Deduciendo correctamente quien había sido, miré como Alely estaba en el marco de la entrada de la habitación esperándome.

—Levántate rápido, zorrito, Rafago nos está esperando. Al menos quiero desayunar esta vez.

—¿Desayunar? —Cuestione confuso —. Hace poco cenamos —indique fastidiado pensando que era una broma y volviéndo a cerrar los ojos para continuar con un sueño rara vez tranquilizante.

—Eso fue en la noche y ya es hora de despertar. ¿Acaso te pasaste develando? —Pregunto la dragona blanca ante mis palabras.

Al mirar por la ventana, me di cuenta que tenía razón, el sol nuevamente estaba por salir y yo sentía que no había descansado absolutamente nada. Algo agradecido por no haber soñado nada extraño, me levanté y me acerqué a la mesa, donde un rápido desayuno me esperaba para luego dirigirnos al campo de entrenamiento.

—Escuché que cada uno tuvo una tarde ocupada —comentó Rafago sin siquiera saludarnos.

—Ja ja Rafago, buenos días para ti también —dijo con sarcasmo Alely —. ¿Tú sabes que es lo que le pasó a Arlet? Ayer se portó..., diferente conmigo y hasta abandonó al zorrito.

—Tengo mi suposición, pero me abstendré de decirla de forma precipitada. Por otra parte me gustaría concentrarme en hacer cumplir cierta promesa que zorrito hizo ayer —dijo dirigiendo su mirada hacia mí.

Sin tiempo que perder, Rafago inició su entrenamiento en una pequeña competencia contra Alely para ver quién obtenía la victoria de una carrera de resistencia. Obviamente seguía tras la dragona blanca, quien no perdió tiempo en presumirme su triunfo con una traviesa sonrisa mostrándome su lengua.

A continuación nos dio una introducción a una de las actividades de mayor importancia para el valle, y esa era la caza. Mostrándome las posiciones que debía hacer y la forma de asechar un objetivo. Empezamos con una caminata bajando todo lo posible el cuerpo, casi arrastrando el estómago en el suelo.

—Deja que tus huevos sientan el suelo, eso te indicará que estás a una buena altura —en una rápida acción, con su cola golpeo mi trasero indicándome que lo bajara más.

Luego de una caminata bajando lo más posible mi cuerpo iniciaron los ejercicios de práctica, donde Rafago era la presa, el cual tenía los ojos cerrados y trata de evitarnos. Basta con decir que fracase, al igual que Alely, la cual siempre era encontrada por el dragón anaranjado y su gran habilidad de saber dónde estábamos sin importar desde donde intentamos atacarle.

Así fue hasta la hora de almuerzo, donde Rafago detuvo el entrenamiento y uno de sus ayudantes de restaurante trajo los almuerzos y nos indicaba la hora de nuestro tiempo libre.

—Alely, irás a la montaña, Arlet te seguirá entrenando en perfeccionar el manejo de tu elemento. Fue una petición que hizo a tu madre y la verdad es que es una oportunidad que no debes perder —anunció Rafago dejando a Alely con un mal sabor de boca en su última bocanada de la comida.

—¿Es broma? —Cuestiono ella mirándolo, hasta que al no tener una respuesta cómica, respondió —. Tienen que estar bromeando, ayer fue igual, además, ¿Qué harán con el zorro?

—Él encontrara que hacer al igual que ayer. Tal vez consiga el interés de otras dragonas mostrando su lado paternal como ayer en el centro de curación —indicó mientras me miraba de forma picara —. Te deberías preocupar por ti, el humor de Arlet no mejorará si llegas tarde.

Una mirada de odio fue lo que recibí como su despedida mientras se elevaba en el aire y se dirigía al lugar de su próximo entrenamiento.

—Próximamente van a traerme verduras, puedes darte un paseo por los regadíos cerca de la montaña de los dragones de tierra —dicho esto, Rafago se elevó en el aire y se fue de camino a la aldea.

No entendía que había pasado, pero debido a que nuevamente estaba libre de cierta forma, me dirigí a donde Rafago me había recomendado, dando como resultado la misma atención que había en el centro de curación. Mi sola presencia ya llamaba la curiosidad de los que ahí trabajaban y los que pasaban por casualidad.

—Líder Brydres. No es que me moleste, pero ¿qué hace aquí? —Pregunto un dragón de escamas verdes.

—Bueno, la verdad es que me encuentro de curioso y quería saber más sobre mi nuevo hogar. ¿Hay algo que les pueda ayudar? —Mi pregunta dejo a más de uno asombrado, pero con una sonrisa y amabilidad aceptaron.




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