Prólogo

Era una noche lluviosa. Mi madre estaba al lado mío jugando con mi hermana pequeña. Tenia tan solo 5 años pero era muy espabilada. Yo en ese entonces tenia 7. Recuerdo a la perfección como ese día mi madre me advirtió sobre mis poderes. No podía dejar que nadie los viera si no quería morir.

Un rayo cayó encima nuestro y derribó un árbol de nuestro pequeño jardín.
Sombras acecharon nuestra casa. Otro rayo cayó. Pude divisar unos rostros en las sombras. Eran cinco hombres armados hasta los dientes. Rondaban de unos 45 años. Los reconocí de inmediato. Mercenarios. Mamá había hablado mucho sobre ellos. Había dicho que debía tener mucho cuidado con ellos. Esos hombres no sabían lo que era la lealtad. Tan solo se movían por sus propios intereses y el dinero.

Una bola de fuego impactó contra la ventana y la rompió.
-Sarah,corre y llevaré a tu hermana! ¡Yo los entretendré! 
-Pero,mamá... 
-No. Huye. -me lanzó la mirada más severa que había visto en ella. Normalmente era muy dulce y sus ojos eran cálidos. Pero ahora estaban llenos de determinación y seriedad.

Tan solo pude asentir ante tal mirada. Cogí a Samantha de los brazos y subí las escaleras de cuatro en cuatro hacia el piso de arriba. Cuando llegué, abrí la habitación de mi madre. Allí había un compartimento secreto donde cabían tres personas. Instantes después de meternos dentro, escuché un grito desgarrador y agudo.

Oí pasos. Pasos que se adentraban en la habitación.
-¿¡Donde están!? ¡Tienen que estar aquí! Es imposible que hayan escapado. -rugió una voz de hombre
-Son solo unas niñas. Ni siquiera sabemos si tienen un don. Dejemoslas. Ya hemos cumplido nuestra parte. La madre esta muerta. -rebatió otra voz.

Es ese instante, mis ojos comenzaron a lagrimar sin yo percatarme. Cuando lo hice, las sequé rápidamente con la manga. No podía permitirme ser débil. No ahora. Debía ser fuerte,por las dos.
-Bien. Vámonos -gruñó. Y se fueron.

Tras dos horas allí rezagadas y en silencio, salimos. Fuimos corriendo directamente hacia el salón. Allí vi una imagen que no pude olvidar durante años. Delante de mi,estaba mi madre. Muerta.

Esa fue la primera vez que mi poder se descontroló. Fue la primera y la última.