Aquarium

Capítulo 2: DESCONTROL

     Tic- Tic- Tic

El sonido de la alarma replicaba en mi cabeza como pequeños clavos, me senté de golpe, tratando de recuperar el aliento, me costó mucho despegar los párpados para despertarme y abrir mis ojos de una vez, toda la habitación estaba borrosa, empañada por la mirada matutina que tiene uno siempre al levantarse. El sol ingresaba ligeramente sus rayos atreves de las cortinas color naranja que tanto le fascinaban a mi “cuidadora de celda” (apodo del cual se había hecho acreedora la tía Meery).

Me froté los ojos con los puños cerrados, y luego ahí estaba todo, tan normal como siempre, muy diferente al escenario de aquella pesadilla.

Gracias al cielo que solo era eso, una pesadilla pensé.

Recorrí con la mirada todo, desde la repisa llena de libros colocados y ordenados de forma alfabéticamente que estaba junto a la televisión de plasma que era más grande que el mueble de madera que la contenía; a un costado, en una enmarañada pila de comics que nunca terminaba de leer se encontraba pegado en la pared el poster de uno de los mejores Dj’s del momento, las letras gigantes y remarcadas que tenía el poster hacían que indirectamente viera el reloj digital que mostraba las seis y media de la mañana, el cual se mantenía por el encima de escritorio de la computadora.

Intenté localizar con la mano el control remoto de la televisión entre el remolino de sábanas blancas que tenía debajo de mí, hasta que lo encontré. Lo saqué de su escondite y me apresuré a dirigirlo hacia la televisión, aún faltaban un par de horas antes de que iniciaran las clases del último curso.

Presioné el minúsculo botón de encender y comencé a cambiar los canales de forma aleatoria sin ver nada en particular, hasta que me detuve en el canal de las noticias; una mujer con el cabello color zanahoria que le llegaba hasta el mentón estaba al frente de la cámara informando de lo sucedido en varios estados del país, su piel blanca hacia un contraste muy profesional con su singular cabello y su traje de color verde botella.

—Ahora vamos con las noticias internacionales —dijo al mismo tiempo que acomoda una hilera de hojas blancas que tenía en sus delgadas manos, las golpeó levemente contra su escritorio.

Las victimas ascienden en un número considerable desde las últimas veinticuatro horas del tsunami ocurrido el día de ayer en Filipinas, y las cifras de daños siguen aumentando —expresó con rostro sereno y sus minúsculos ojos viendo directamente hacia la cámara—. Sumado a eso, Europa ha registrado la mayor baja de temperatura en toda su historia, las tormentas de nieve han paralizado los vuelos de forma magistral —continuó; las imágenes en miniaturas de los hechos se colocaron rápidamente en la parte superior derecha de la presentadora, realizando un collage de fotografías mostrando lo sucedido—. Ahora nos vamos para la parte sur de América en donde aún siguen personas desaparecidas por el terremoto ocurrido hace dos días en la zona central de Chile, varias familias se han quedado sin hogares, el gobierno hace todo lo posible para poder enviar su ayuda a los damnificados —hizo una leve pausa para tomar un respiro y después prosiguió cambiando de ángulo y dirección de la cámara—. Inusualmente estos fenómenos nos vuelven a sorprender. Dunas de nieve vistieron el desierto del Sahara en estos días, no cabe duda que en cuanto a naturaleza se trata, no hay nada escrito. Ahora vamos contigo Alfred para el reporte del tiempo —señaló, cediéndole el lugar a un hombre de rostro cuadrado que vestía de traje color café quemado.

Después de un momento vacilé en mis pensamientos, sabía que el mundo estaba vuelto loco, pero no a ese extremo. Decidí levantarme de la cama para pegarme un buen estirón, el bostezo salió casi instantáneamente; accedí hasta la parte de la ventana para poder correr las cortinas que tanto cuidaba la tía Meery, los rayos penetrantes del sol bañaron rápidamente con su luz el dormitorio colándose por la ventana cuadrada, afuera parecía un día normal, el cielo estaba con nubarrones blanquecinos por todos lados, con esos colores de una típica mañana de primavera. Después de observar el hermoso paisaje de la lejanía fui directo al baño para poder cepillarme los dientes.

El grifo del lavabo hizo un sonido ahogado antes de que saliera el agua, ésta estaba fría tanto como un témpano de hielo, la cual me hizo temblar al momento que impactó con mi rostro, acción que me reconfortaba, me hacía sentir lleno de energías para poder comenzar el pesado día que tenía por delante.

En el espejo circular que se encontraba en la parte superior del lavabo observé a un delgado muchacho con tan solo diecisiete años, quien me devolvió la mirada con una expresión de desconcierto en los brillantes ojos marrón (en donde se contorneaban unas ojeras moreteadas muy marcadas por la falta de horas de sueño), que relucían bajo el enmarañado pelo color cobrizo.



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En el texto hay: paranormal, amor peligroso

Editado: 26.03.2018

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