Aquel invierno de Londres

Capítulo 17: Nick..

Siempre me ha costado hablar de mí. No por miedo, sino porque nunca supe bien por dónde empezar. A veces creo que mi historia no tiene un principio claro, solo fragmentos que se encadenan, unos más ruidosos que otros.

Conocí a Harry en el primer año de preparatoria cuando tenía trece. Yo era el chico nuevo, delgado, callado, con una mochila que pesaba más por lo que no decía que por los libros. Él llegó con una guitarra al hombro y una sonrisa que desarmaba cualquier intento de aislamiento. Me senté al fondo, esperando pasar desapercibido, pero en la primera hora libre ya estaba en su grupo, como si siempre hubiese pertenecido.

Emily apareció un poco después. Ella era distinta a todos. Inteligente, creativa, con ese aire tranquilo que te envuelve sin darte cuenta. Nunca entendí bien cómo nos hicimos tan cercanos los tres. Solo pasó. Y con ellos, por primera vez, el mundo dejó de parecer tan ajeno.

Mi padre... bueno, él siempre estuvo, pero a su manera. Rígido, reservado. Nunca fue de muchos abrazos ni palabras dulces. Creo que después de que mamá murió, él también perdió una parte de sí. La cuidó hasta el último día, pero nunca volvió a ser el mismo.

Yo tenía doce cuando pasó. Mamá tenía las manos más suaves del mundo y la risa más clara. Ella me enseñó a escuchar música con atención, como si cada nota dijera algo importante. Fue quien me compró mi primera batería, usada, vieja, pero perfecta. La instalamos en el garaje, y desde entonces ese lugar se convirtió en mi refugio. Cuando ella se fue, lo único que me quedó fue el ruido. Golpear los parches era la única forma en la que podía gritar sin que nadie escuchara.

Con el tiempo, aprendí a tocar de verdad. A dejar que la música hablara por mí. Soñaba —y todavía sueño— con subirme a un escenario y que todos sepan mi nombre no por fama, sino porque logré decir algo sin tener que abrir la boca.

Harry y Emily siempre me apoyaron. Son mi familia. Y ahora... ahora está Olivia. Ella llegó como una melodía suave, de esas que no buscás, pero te atrapan sin permiso. Es como escuchar "Something" de los Beatles. Me cuesta entender lo que siento, y aún más admitirlo. Pero sé que desde que la conocí, hay una parte de mí que está en calma.

Y eso... eso ya es mucho más de lo que creí posible.
.......................

El ensayo había terminado hacía más de una hora, pero ahí estábamos, los tres, tirados en el suelo del garaje de Harry como tantas otras veces. Las luces tenues colgaban de los viejos cables enredados, y la batería todavía tenía el eco tibio de la última canción.

—¿Recuerdas cuando apenas podías mantener el ritmo de “Under Pressure”? —dijo Harry, riendo mientras estiraba las piernas.

—¿Y tú? Que creías que sabías tocar guitarra solo porque te sabías los acordes de Wonderwall —le respondí con una sonrisa cansada.

Emily se acomodó el cabello detrás de la oreja y nos miró con ese brillo en los ojos que siempre me daba paz.

—Yo los grabé esa vez —dijo—. Todavía tengo ese video. Estaban tan concentrados que daban ternura.

Reímos. De esas risas que nacen en el pecho y alivian el alma.

Ellos son parte de mi historia. De mi versión más honesta. Con Harry puedo ser torpe, callado o un idiota, y aun así sé que me va a cubrir las espaldas. Con Emily... es distinto. Con ella siempre hay calma. Una especie de claridad. Nunca necesito explicar demasiado, porque ella entiende incluso lo que no digo.

—¿En qué piensas? —preguntó ella de repente, con los ojos fijos en mí.

—En ustedes —dije, sin mentir—. En cómo no sé qué sería de mí si no los tuviera.

El silencio que siguió no fue incómodo. Fue cálido. Como si los tres supiéramos, sin decirlo, que esto —nosotros— era algo que no todos tienen la suerte de encontrar.

Harry me empujó suavemente con el pie.

—Te pusiste sentimental, ¿Te está ablandando Olivia?

Sonreí, pero no respondí. Porque quizás sí. Quizás ella me estaba ablandando. Pero ellos... ellos me sostuvieron cuando todo estaba quebrado.

Y en ese momento, mirando el techo rajado del garaje, supe que no importaba lo que pasara en el futuro. Mi historia siempre iba a tener sus nombres grabados en cada acorde.

—Nick… —dijo Harry, con la voz más seria de lo habitual—. ¿Cómo estás, de verdad?

Me tomó por sorpresa. No era muy dado a hablar de emociones, y mucho menos de forma tan directa. Me quedé callado unos segundos. Sabía exactamente a qué se refería.

Emily se cruzó de piernas, mirándome con esa expresión dulce que siempre usaba cuando algo le importaba de verdad.

—¿Olivia lo sabe? —preguntó ella, casi en un susurro.

Bajé la mirada. El suelo tenía manchas viejas de pintura seca, como si alguien hubiera intentado crear algo y lo hubiera dejado a medias. A veces yo me sentía así. Un poco incompleto.

—No…aun no le he dicho nada —admití, con un nudo formándose en la garganta—. No quiero que piense que todo esto fue temporal. Que lo nuestro… que lo que estamos construyendo tiene una fecha de vencimiento.

—Pero tiene que saberlo, Nick —dijo Harry con suavidad, sin sonar duro—. No puedes dejar que se entere cuando ya estés haciendo las maletas.

Asentí lentamente.

—Lo sé. Solo que… no quiero arruinar lo que tenemos. Con ustedes, con ella. Este lugar es lo más parecido a un hogar que he tenido en mucho tiempo.

Emily se inclinó hacia adelante, apoyando su mano sobre la mía.

—Irte no significa perderlo todo. Tal vez sea el inicio de algo nuevo. Pero para que eso funcione, tienes que ser honesto con las personas que te quieren.

Me quedé mirando sus manos entrelazadas con las mías. No eran muchas las personas que podían mirarme sin que sintiera la necesidad de esconderme. Ellos eran dos de esas pocas.

—¿Y si se aleja cuando se lo diga? —pregunté, sin ocultar el miedo.

—¿Y si se queda? —respondió Harry.

Nos quedamos en silencio un momento. El tipo de silencio que no incomoda, pero que te hace pensar. Afuera, el viento golpeaba las ramas de los árboles contra el portón del garaje, como una canción lejana.




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