OPHELIA
Una tarde de enero, regresando de la escuela, me recosté en la cama, mis planes eran descansar, relajarme, no pensar tanto.
Minutos de ocio acompañado de música, interrumpidos por mi mamá, quien entró emocionada a mi cuarto con unos papeles en la mano, metidos en una carpeta con una portada de muchas imágenes de adolescentes sonriendo y monumentos de ciudades importantes junto con edificios parecidos a escuelas.
Ella se sentó en la orilla de la cama y yo me acomodé para quedar semi sentada junto a ella.
—¿Del uno al diez que tan lista te sientes para ir sola a otro país?—me preguntó mamá.
Nunca lo había pensado honestamente, y me confundió mucho su pregunta. Rápidamente mi inconsciente hizo cálculos. La carpeta con esa portada de viajes y jóvenes, mi mamá entusiasmada, preguntándome por viajar a otro país: ¿me iría de viaje a otro país? Muy probablemente.
—Pues... no se, nunca lo he hecho y nunca me lo había planteado, así que no se. Supongo que ¿7.5?... depende el país al que voy.—Dije con toda sinceridad.
Mamá solo rió.
—Pues vete poniendo 10, porque en siete meses te vas de intercambio y por lo del país no te preocupes porque es uno que se que admiras mucho.—Lo dijo muy tranquilamente; y a mi casi se me salía el corazón por la garganta.
No sabía qué sentir, qué pensar, qué decir. Me quedé sin nada, ¿Esto me hace muy feliz? ¿Tengo miedo? ¿Podré hacerlo?
Miedo
El miedo no es real, es una sensación de alerta y angustia que inventamos por algún motivo. Es un pretexto de nuestro cerebro para no hacer algo que no queremos o algo que creemos que es demasiado para nosotros.
Miedo es el que hace que las personas trabajen por el sueño de otro, y nunca viven su propio sueño; se pierden demasiadas oportunidades por miedo. Se arruinan experiencias por eso, y después de perderte todo viene el hubiera, "si tan solo hubiera..." sí, pero no lo hiciste.
¿Por qué? Claro, por miedo.
Miedo y hubiera son algo que no existen, pero aún así dejas que arruinen grandes cosas.
Miedo era algo que no me podía permitir, y menos en cuestión de estar sola en otro país, porque a fin de cuentas esa era mi meta de vida; salir de México e irme a vivir a otro país.
Y ahora que tenía la oportunidad de tener una probadita de eso, me asustaba.
Lo deseaba profundamente pero también me angustiaba un poco.
—¿Está todo bien? Si no te gusta la idea cancelo todo, de verdad, no pasa nada, esto es para ti, para que lo disfrutes tú. Dime que te parece porque llevas como un minuto sin decir nada y sin alguna expresión en tu cara. —Mamá me sacó de mis pensamientos.
Respiré, recordé y afirmé.
—Estoy nerviosa, en el buen sentido, pero más que nada muy emocionada.
—Tranquila, falta tiempo, estoy segura que para ese entonces esos nervios habrán disminuido y tú emoción crecerá.—Mamá dijo, con una gran seguridad en su voz que casi me convencía.
Y siete meses después
Aquí estoy, 1 de Julio, en el aeropuerto, con mis maletas y ese dolor de estómago que me da cuando estoy muy nerviosa; no voy sola, pues es un viaje de intercambio de un mes a Canadá, hecho con una agencia, y voy con más chicos de mi edad o un año más grandes. Eso no quita el hecho de que no los conozco, y no les veo planes de hablarme, pues varios de ellos ya se conocen y supongo que se harán compañía entre amigos. Así que sí, básicamente voy sola.
Ya me despedí de mis papás y mis abuelos, diría que los voy a extrañar pero la verdad es que no lo creo, siempre me he querido alejar, no de ellos, si no de aquí, nunca los he visitado mucho, siempre he querido irme lejos muy lejos además nunca he sido dependiente de las personas; me duele aceptarlo pero por más cercano que llegues a ser conmigo no me costaría más de medio año para olvidarte por completo.
No es que las personas sean reemplazables, es solo que no puedes depender de nadie, porque la única persona que va a estar en tu vida de inicio a fin, eres tú. Cualquiera te puede fallar, o aunque no te fallen en algún punto se irán, ya sea de tu lado o de esta vida, porque al final solo te tienes a ti, duele pero así de cruda es la verdad.
—¡Adiós princesa, te vamos a extrañar mucho! ¡Te portas bien y me avisas en cuanto llegues, te amamos! —Me gritaron en el aeropuerto mis papás.
—¡Claro, y yo igual, los amo!—Lo dije con mucha sinceridad y con el corazón en la garganta por los nervios.
Ahora con la maleta en mi mano y apunto de abordar, mis latidos a todo lo que dan, todo se sentía como esos momentos en cámara lenta de una película.
Aquí estoy, abordando el avión, dejando todo atrás, tal vez no permanentemente pero si por un mes, alejándome de este lugar, de todos y todo; preparada para vivir algo nuevo, algo diferente. Una probadita de lo que sería mi nueva vida.
Solo puedo ver como el sol cae y las luces de la ciudad se notan más, y cada vez más pequeñas, todo cada vez más pequeño, aunque así es realmente el mundo, tan diminuto e insignificante.
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Sueños, no los de deseos, si no sueños, los de la mente, aquellos que aparecen cuando solo cierras tus ojos y te desconectas un rato. ¿Tendrán algún significado? ¿Les damos la importancia que realmente merecen?
Los míos son extraños (supongo que el de las demás personas igual) pero no extraños en el mal sentido, si no, diferentes, especiales.
Veo pequeñas imágenes borrosas, sensaciones, aromas, colores; suelo despertar, restarle importancia y continuar. Y tiempo después, sucede. No, no es ningún déjà vu, yo literalmente recuerdo mis sueños, y justo cuando lo vivo recuerdo que ya lo había soñado; como si la vida me diese un pequeño adelanto de algo que viviré.
De las nueve horas de vuelo, llevo dormida al menos 5, y tengo un sueño interesante; es un grupo de personas, el ambiente y las vibras del lugar se sienten bien, relajado, veo montañas, y un cuerpo de agua muy esmeralda... ¿un lago será? Es lo más probable.
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Editado: 15.01.2022