Aquellas noches de Julio

Capítulo XIII

HENNING

18 Julio, 13:13

Estaba planeando, junto a Vincent, todo para las exhibiciones que haré a Ophelia y a su grupo de amigos.

Habíamos seleccionado obras de todo tipo. La mayoría de los artistas eran amigos míos y de Vincent. Que ya se habían graduado de la universidad o estaban cursando la carrera.

Y a pesar de que Vincent y yo apenas tuviéramos 17 y ni siquiera hubiéramos empezado la universidad aún, habíamos decidido probar nuestra suerte como artistas, en América.

Y no me había ido tan mal, logré mantenerme de eso un tiempo. Y no era tan famoso pero había tenido mis logros.

Vincent se inclinó por el lado de literatura y teatro, mientras yo me enamoraba y adentraba en el mundo de la pintura.

Me esforcé lo suficiente y logré que un par de mis cuadros se exhibieran en algunas galerías y museos de la ciudad.
Pero tomé la decisión de estudiar algo además de esto, al notar que no había una ganancia fija, y que en temporadas de baja venta (si no fuera por el dinero de mis papás) fácilmente estaría un tiempo sin comer.

Era parte de. En este mundo de vivir del arte todo es incierto, aunque eso no quiere decir que en todos lados lo sea, depende de que tanto valoren las bellas artes la sociedad de cada lugar.

Aunque para todo aspecto siempre habrá personas llenas de prejuicio, estereotipos y críticas con malas intenciones. Y eso no debe ser motivo para renunciar a un sueño.

•••

Luego de un rato de ajustar detalles estaba todo listo, sólo quedaba invitarla.

//Corrección; invitarlos//

Sí, por supuesto, invitarlos.

Siempre he tenido flojera de escribir así que prefiero las llamadas.
La llamé.

—¿Bueno?—Contestó con esa linda voz.

—No lo sé, tal vez es malo. —Bromeé.

—Ay que pena, perdón, es que de donde soy, así se responde. —Soltó una risa avergonzada.

—No te disculpes por eso. ¿Cómo te sientes?—Lo pregunté en verdad.

Ella tardó unos pocos segundos en responder.
Solo escuché que respiro hondo.

—Bien, supongo. —Sonó más como si se lo preguntara ella misma.

—Entonces estás bien, —Reafirmé— pero ¿qué necesitas para estar mejor?

—Yo... no lo sé. Me siento improductiva, siento que se me ha pasado el tiempo aquí, que ya llevo más de la mitad del mes en esta ciudad y no he hecho más que estar acostada. Justo ahora, me siento la persona más improductiva.

Pensé unos segundos, hasta que mi cerebro volvió a hacer clic.

Toma un abrigo, llegaré por ti en unos minutos.

—¿Qué? ¿Para...? Bueno, está bien. Te esperaré aquí. — Me respondió.

Colgamos la llamada, y me dirigí por mi gabardina y mis llaves, y antes de salir hice un par de llamadas.

Y una vez que tenía mi plan preparado, me dirigí por la linda señorita que lo viviría.
Rezando por que en verdad le gustara.

•••

Me bajé dirigiéndome a la puerta del edificio donde estaba parada esperándome, la acompañé al auto y la ayude a entrar, me dirigí a mi lado y nos abróchanos el cintó en sintonía.

—¿Preparada?—Le pregunté.
Noté ese brillo de curiosidad, emoción y ansias que emanaban de sus ojos. Y sólo hacían que se viera aún más linda.

—Ajá, eso creo, confío en ti. —Respondió.

Y fue todo lo que necesité para tener esa dosis de endorfinas que no sabía que necesitaba.

Luego de manejar un rato llegamos a la entrada del Capilano Bridge, un puente colgante y largo; el cual había querido visitar (junto con muchos otros lugares) desde que llegué aquí, pero no se había dado la oportunidad.

Pagué las entradas, nos dirigimos a las pequeñas cabañas, que hacían de puesto, junto al comienzo del puente. Una de ellas era de comida, lo que me hizo recordar que ya eran las 15:30 horas.

—¿Prefieres comer antes o después del paseo? O te puedo comprar algo para llevar y si te da hambre, comes durante el trayecto.— Le sugerí.

—No, así está bien, pero muchas gracias.

—¿Ya comiste?—Le pregunté.

—No, pero desayuné, y con eso me basta.—Me respondió.

Solo podía recordar a mamá diciéndonos a mí y a mis hermanos que las tres comidas son muy importantes y recordándonos tomar la suficiente agua todo el tiempo.

Entonces mi señora interior se activó.

—Nada de eso, ven. —La tomé de la muñeca con suavidad y la dirigí a uno de los restaurantes.

—En serio, está bien, después cenaré. No te preocupes.

//¡Claro que no señorita! Nada de eso, que te necesito enérgica para todo lo que planeé.//

—Anda, comerás solo un poco si quieres, pero vamos a recargar nutrientes de aquí. ¿Qué se te antoja? —Le pregunté mientras nos sentábamos en una mesa y leía el menú en la pared.

—Mmm... no lo sé, elige tú.

—¿Hay algo que deba evitar o no te guste? —Le pregunté

—Me gusta de todo, casi. Estará bien lo que sea que pidas. —Me aseguró.

Me dirigí a la caja y ordené tres paninis de jamón, papas con queso derretido y carne encima, dos botellas de agua simple. Y unas galletas con chispas de chocolates.

Compré una mochila, que tenían colgada en un perchero junto con bolsas, gorras, recuerditos y más cosas.
Y dentro guardé una de las botellas de agua, las galletas y un panini.

La comida restante la llevé a la mesa y me senté frente a ella. Se comió la papa con carne y queso, tomó un poco de agua, y yo me comí un panini.

Nos dirigimos al inicio del puente y al notar su expresión de asombro sentí que mi corazón saldría de mi pecho. Solo ver su cara de admiración me bastó para ser feliz.

Y eso era con algo tan sencillo como esto. No podría imaginarme su rostro al ver las verdaderas maravillas de paisajes que tiene el mundo.

//Anotado, nueva meta de vida: verla descubrir el mundo.//

Si me dejaba yo podría enseñárselo completo.




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