Arcadia

11- el plan de Mew

Mew dejó a la cabra a resguardo y miró hacia el Bosque Milenario. Desde allí una mano lo saludó con entusiasmo.

- ¡Bien hecho, Dulzura!- dijo Leo al verlo entrar por la puerta lateral de la cocina- ¿No te ha dado problemas esa cabra?

- Ni uno.- contestó Mew mientras se quitaba las botas embarradas y se ponía las pantuflas- ¿En qué te ayudo , tía Sarah?

- Lávate las manos y saca los scons del horno que ya deben de estar.

Mew hizo lo que se le ordenó mientras gesticulaba con la boca, haciendo movimientos curiosos con los labios sin emitir sonido alguno. Leo quien no le había quitado la vista de encima desde que hubo entrado, se le acercó y le preguntó:

- ¿Qué será lo que esa cabecita está tramando?

- ¡¿Cómo lo sabes…?!- Mew se tapó la boca- Quiero decir… ¿por qué lo dices?

Leo sonrió, con la misma dulzura con la que lo hacía Phillip  cuando miraba a aquel jovencito.

- Haces el mismo movimiento con tus labios que hacía Josephine, tu madre cuando estaba tramando algo…que por lo general era alguna travesura…divertida. ¡Ya! ¡Cuéntame! No me vas a dejar fuera de la diversión. Soy tu tío favorito.

Mew rió divertido. Desde el primer momento supo que Leo era un niño que por alguna razón parecía estar atrapado en el cuerpo de un adulto.

- Me he encontrado con Gul Lynch en el Bosque Milenario…

Leo lo miró con curiosidad.

-…Y he visto su casa…y a su madre…

Leo asintió.

- Sí, Gulf no ha tenido suerte en el reparto de familias.- sentenció Leo mirando el cielo raso. 

Mew no comprendió muy bien las palabras de su tío pero al verlo tan interesado, prosiguió bajando un poco la voz: 

- Se me ha ocurrido que quizás…nosotros podríamos ayudarlo. Sería bueno para él. Ya no tendría que soportar a esa señora borracha…

- ¡Mew…!

- …alcohólica…Ni tendría que soportar más la burla de sus hermanos…

- ¿Y qué propones…?- preguntó Leo temiendo que a su sobrino se le hubiese metido en la cabeza la idea de adoptarlo, pues no sabía cómo se lo diría a Sarah, para empezar- Aunque si ése es el plan, ya se me ocurrirá algo…- pensó Leo, rendido a la idea de que por Mew estaba dispuesto a adoptar a todos los niños Lynch si hiciera falta.

- Propongo darle trabaja a Gulf aquí en Arcadia.

Leo suspiró aliviado. Después de todo, ése era un plan más sencillo que el que tener que adoptar a ocho niños de un tirón.

- Podría ser tu ayudante en el tambo y en la huerta y cuando tengamos que reparar algo. Ayer mismo dijiste que al techo habría que darle una capa de breda líquida antes de que empiece a nevar.

- Brea…líquida…- dijo Leo sin poder evitar reírse.

- Y sé que a Gulf le vendría bien trabajar aquí, no tienes que pagarle mucho. No es un joven demasiado ambicioso. Con techo, comida y un jornal estaría más que satisfecho. Y a mí me harías completamente feliz.

Leo estaba encantado por la fluidez y la convicción con las que Mew había expuesto su plan. Y antes de que terminara su discurso, ya había decidido que Gulf Lynch trabajaría con él en Arcadia. Pero también era conciente de que a Sarah no sería tan fácil convencerla de que un extraño, y mucho menos alguien tan extraño como ese joven Lynch, viviera bajo el mismo techo que ella. 

Pero antes de que Leo pudiera decirle algo a Mew, el jovencito una vez más lo sorprendió:

- De la tía Sarah me encargo yo. ¿Qué me dices, tío Leo? ¿Tengo tu aprobación?

Leo no hizo más que sonreír. Estaba extasiado. Esas cosas pasaban en La Isla de los Espíritus: que a veces- solo a veces- los seres queridos que se habían ido volvieran por breves instantes, en un aroma, un sonido peculiar en el viento, una palabra suelta dicha por algún extraño o, como esta vez, una mirada intensa que condensaba toda la sabiduría de su querido primo Phillip o la dulzura de su extrañada prima Josephine. 

Y Leo, con una excusa, se retiró al tambo para que nadie lo viera llorar.

Mew sabía que tenía poco tiempo antes de que llegaran las Damas de beneficencia. Se reunían una vez al mes en la casa de cada una de las mujeres miembros: todas señoras respetadas de la más respetadas familias de la isla, todas pioneras.

- Tía Sarah, ya preparé los platos, los scons están en su fuente, la mermelada de frutillas está lista y la he probado. Y la sopa crema de cebollas te ha quedado excepcional.

Sarah sonrió levemente mientras contaba los cubiertos plateados que eran reservados para ocasiones especiales.

- Lástima que el tío Leo tenga que pasarse tanto tiempo en el tambo y yo sólo pueda ayudarlo a cargar los toneles de leche.

Sarah lo miró pero no dijo nada. Sabía muy bien que Leo no daba abasto con sus faenas que, aunque Domingo, día de reposo, debían llevarse a cabo igual. Pues las cabras debían ser ordeñadas y llevarse después a pastar, los quesos debían hacerse, sin mencionar el cuidado de la huerta.

- Hoy el Ministro Blackcross me ha sorprendido agradablemente con su sermón.- dijo Mew secando unos vasos- Ha hecho hincapié en la solidaridad y en la ayuda al próximo…



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Editado: 17.09.2023

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