Capítulo 39: mi amigo
Alek dejó de respirar, Aideen entro en un estado de negación peor del que había tenido con su prima, pero esta vez la atendía, todos nos negábamos a dejar a Alek marchar. Aideen se despertó y trato de quitar la flecha de su estómago.
- ¡Alto! Si haces eso la herida se abrirá, generara una hemorragia y se desangrara. – María había llegado hasta nosotros con ayuda de Aqua.
- ¡¿Entonces que hacemos?!
- ¿De verdad quieren salvarlo?
- ¡Si! – gritamos los tres
- De acuerdo; Hana, tu puedes curarlo.
- ¿Como? – no tenía idea a lo que se refería.
- Creo que ya has notado el potencial que tienes, solo tienes que concentrarte y pedirlo.
- ¿Como sabré que funciona?
- Lo harás, créeme, pero tenemos que hacer esto muy rápido, coloca tus manos alrededor de la flecha tocando su cuerpo, cuando empiece a curarse alguien tendrá que secar la flecha y al mismo tiempo cubrirás la herida con tus manos y terminaras el trabajo.
No dude y realice lo que me dijo, coloque mis manos. Aideen lo pensó ni un segundo cuando sus manos ya estaban sosteniendo la flecha, la mire frente de mí y ambas asentimos, estábamos listas. No era difícil concentrarse en lo que quería, lo quería de vuelta, me ayudaba, me hacía reír, era mi amigo…
- Por favor, cúrate Alek, quédate con nosotros. – nada sucedía.
De pronto de manera inconsciente comencé a tararear una canción que no conocía, en un idioma que ni siquiera sabía si existía, tenía mis ojos cerrados mientras me imaginaba Alek y los momentos con él, una luz paso por mi ojos aun cerrados y sentía un hormigueo en las manos. Sentí como Aideen saco la flecha con un grito, coloque mis manos sobre Alek, podía sentir la sangre entre mis dedos, pero aun así no deje de cantar ni pensar en salvarle la vida, sentí como la sangre comenzaba a disminuir y la herida se sentía menos caliente, abrí mis ojos lentamente y alcance a ver un brillo dorado que provenía de mis manos y de la herida. Alek se levantó abruptamente tomando aire fuertemente y volvió a respirar, su cara estaba pálida y parecía asustado.
- ¡Estoy vivo! – Aideen fue la primera en abalanzarse sobre el insultándolo, luego yo lo abrace con lágrimas y llena de alivio y después Fred quien volvía a sonreír de manera cálida. Todos estábamos sobre el llorado y felices de tenerlo de vuelta. Él nos abrazó, su piel estaba fría y tenía sus ojos llorosos.
- Gracias…