Arcania: La Flor Marchita Y El Protector

CAPITULO 58: Recuerdos

Capítulo 58: recuerdos

Perdí mi memoria, lo primero que podía recordar era estar tumbado en la arena, había gente oculta tras rocas y palmeras, observándome con miedo.

- ¿Estás bien? ¿Cómo llegaste aquí? – una mujer totalmente diferente a los demás, su largo cabello brillaba luminoso con el sol, me extendió su mano y ayudo a levantarme, tras de ella un hombre vestido de negro me ofreció ropa nueva.

La cabeza me dolía y no podía recordar nada antes de eso, ellos no me dieron muchas explicaciones, no podían decirme donde estaba ni como había llegado, simplemente dijeron que debía ser el destino y que pronto yo entendería el porqué de las cosas, les tomo un tiempo a los habitantes acostumbrase a mi presencia y yo acostumbrarme a la de ellos, pero al final logramos congeniar, ayudaba en los campos de cultivo, en la construcción de casas y a cuidar de los niños. Los habitantes me dieron el nombre de Ram.

Ahora los habitantes me tomaban más como un mimbro de su pueblo. Pero cada día que pasaba sentía un poco más que algo me faltaba, tenía la sensación de extrañar algo pero no sabía que, a veces me encontraba conmigo mismo llorando por las noches y con dificultades para respirar. La única persona que me hacía sentir relajado era bella, verla era la única manera de relajarme. A veces la visitaba en el templo por las noches y le contaba sobre los extraños sueños que tenía.

A veces soñaba que estaba atrapado en un lugar frio, otras veces sentía que un calor muy fuerte me consumía. Pero cuando ambas sensaciones se juntaban me sentía reconfortado. Otras veces soñaba con una mesa grande de madera, yo me encontraba sentado en un extremo y el resto de la mesa estaba rodeada por siete asientos vacíos. En una ocasión incluso soñé que volaba y viaja a gran velocidad, estoy seguro que debía sentirme asustado pero me sentía protegido y cómodo. Pero había un sueño es especifico que me hacía poner mi piel de gallina, la sensación de caída libre y la falta de aire, ese era mi sueño más recurrente y por el cual me levantaba en las noches.

El tiempo había trascurrido y yo seguía en esta isla, constantemente me encontraba a mí mismo caminando al borde de la playa mirando el horizonte, en ocasiones bella me acompañan y  me contaba la historia de sus hijas, poco a poco fui comprendiendo la situación el por qué estábamos aquí y a quienes les debíamos nuestra existencia.

Después de cinco años me había adaptado a la perfección, pero aun si sentía que no Hera mi lugar. Me encontraba ayudando a unos niños que quería recoger fruta, pero cuando la baje del árbol ellos ya no estaban, la muchedumbre se hizo en el inicio de las escaleras del templo, era el día en que bella y yamir oraban así que nadie podía interrumpir por ello se me hizo extraño. Me asome entre la multitud y mire tres figuras subir por las grandes escaleras de piedra.

Un enmarañado cabello rojo intenso, un hombre que parecía la misma luna y una mujer con un cabello tan brillante como el de bella. Me quede parado un instante al borde de las escaleras y observe como avanzaban al templo. Mi corazón latía rápido, di un paso poniendo mi pie en el primer escalón y como una flecha el primer recuerdo vino a mí; Frederick, esa era mi nombre, con miedo puse mi pie en el siguiente escalón y de nuevo un recuerdo apareció en mi mente, tenía dos rostros plasmados, de los cuales suponía eran mis padres, el siguiente escalón recordé a mis hermanas. Poco a poco subí los escalones hasta llegar al recuerdo del primer día en la academia, cuando seis de nosotros nos conocimos, corrí tan rápido como pude y todas nuestras aventuras cruzaron velozmente, nuestra vida en la academia, el inicio de mi amistad con Alek, los momentos divertidos con Hana, las peleas y mi amistad con Aideen, el torneo, nuestro primer viaje, el baile, los secretos, nuestras habilidades, las amistades que hicimos, nuestras perdidas y el cómo había llegado a la isla. Todo vino a mí y cuando puse mi pie en el último escalón y los mire mayores y atónitos por mi presencia, lo único que pude decir fue “hola”.

Aideen me tomo de la mano y me llevo frente a Alek, quien sostenía un pequeño niño en brazos. Cuando el niño volteo quede impactado, por su rojizo cabello y ojos azules.

- Su nombre es Frederick, tiene cuatro años – Aideen parecía orgullosa y yo no pude evitar derramar una lágrima. Alek lo bajo y yo me coloque a la altura del niño.

- Hola pequeño –

- Hola, me llamo Frederick, mucho gusto. ¿eres amigo de mama y papa? ¿Cómo te llamas? –

- Mi nombre en Frederick Aaren y tus padres son mis dos mejores amigos – la cara del niño se ilumino, como si estuviera viendo algo maravilloso.

- ¡Fred! Mama y papa me cuentan mucho de ti, eres mi héroe.-

Me levante cargando al niño en mis hombros, choque mi muñeca con Alek quien tenía su mirada roja, Hana vino corriendo a abrazarme, voltee a ver a kali que tenía su mirada violeta, hice una leve reverencia que ella imito y después volvió a tener sus ojos negros.

Pasamos la noche en la isla, un gran banquete, fogata, música y baile. Me contaron todo lo que había ocurrido después de mi caída y yo les hable sobre lo que me sucedió. Al momento de caer al mar tuve una pelea con Dean, el seguía atado a la roca y se unida con facilidad con mis pies intente soltarme y cunado lo logre el resto del acantilado callo sobre mí, estaba seguro que debo haber muerto pero algo me sostuvo y me llevo a la isla.



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En el texto hay: diosas, habilidades especiales, aventura y amor

Editado: 06.12.2020

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