Al otro lado de la puerta de roca había un gran salón, consistía en muchos pilares de mármol en fila, como si apuntaran un camino hacia otra puerta que se situaba del otro lado del salón, el piso y las paredes también estaban hechos de mármol y alrededor de ésta había muchos guardias con armaduras doradas, ni siquiera podía creer como aquella gran habitación estaba tan bien iluminada sabiendo que el musgo y los arbustos estaban por fuera.
Seguimos a Kaisa hacia la puerta del otro extremo mientras sentía como todos aquellos cientos de guardias nos miraban y analizaban con la mirada. Kaisa abrió la otra puerta que nos dejó ver el otro lado. Un salón más pequeño que el anterior, también con paredes, suelo y pilares de mármol, solo que este salón era más lujoso y tenía menos guardias. A medida que íbamos avanzando podíamos ver el lujoso y rico inmobiliario que se utilizaba para decorar aquella habitación.
Un par de cuadros de paisajes hermosos estaban situados colgados en la pared a lo largo del salón y unas flores que hacían aquel espacio más llamativo y natural. Ya me podría imaginar como serían las siguientes habitaciones.
Doblamos a la derecha y Kaisa abrió otra compuerta hacia otro gran salón el cual era mucho más grande que el primero y gran parte de él lo ocupaba dos escaleras a cada lado, las cuales se juntaban en el segundo piso. Subimos por una de ellas hasta llegar arriba e irnos por el pasillo con varias puertas en esta.
Kaisa dejo a Eifion en una de las puertas y a mí me dejo en la última que había en el pasillo.
Una hermosa pieza redonda echa de piedra estaba en frente de mis ojos, había unos escalones para llegar a la cama que estaba junto a una ventana donde entraba luz, un pequeño tocador que quedaba al otro lado de la pieza, unas flores decorativas y un raro símbolo de estrella que estaba justo en el circulo que creaba en medio de la habitación.
Me despojé de la gran capa que me cubría. Tenía que ir a conversar con Eifion sobre lo que le dijo su hermana antes de entrar al castillo. Necesitaba saber si es que realmente obedecerá esas órdenes o no y recordarle que tiene que buscar a mi madre mientras yo esté en este lugar encerrada.
Tomé el arco y las flechas del peliblanco, debía devolvérselo en algún momento, caminé hacia la puerta y salí con mucho sigilo sin antes de ver hacia el pasillo por si algún guerrero dorado estaba vigilando las puertas, pero no había nadie. Rápidamente camine hacia la habitación que había entrado Eifion y sin pedir permiso, entre en su habitación encontrándome con él mismo a punto de abrir la puerta.
—Justo iba a ir a tu habitación—Habló
No pude evitar sonreír al escuchar aquello, me hacía completamente feliz de que pensáramos casi lo mismo.
—Necesitamos hablar de muchas cosas, Eifion
Él simplemente asintió a mi comentario. Lo miré con decisión y tomé su mano para guiarlo a la cama que estaba en un rincón.
—Pero primero debo entregarte esto —Hice presencia de su arco con flechas
Él miro los artículos que tenía en mi mano y con un simple movimiento de su mano, cerró mis dedos con el arco y las flechas dentro de mi palma y lo empujó hacia mí.
—Es un regalo, para que me recuerdes en cada prueba que te impongan.
Ambos nos sentamos mirándonos el uno al otro y yo sonreí sin decirle ninguna palabra más, no sabía muy bien como demostrar mi gratitud ante aquella muestra tan linda que él hizo por mí.
—¿De qué vamos a hablar? —Comenzó él a hablar
—Tu hermana dijo que tenías que seguir con tu deber.
Suspiró antes de hablar—Antes de conocerte y después de conocerte en tu dimensión, nunca le hice daño a alguien.
Dejé el arco con las flechas a un lado de la cama y tomé sus manos entre las mías —Y confió en que seguirá siendo así. No dejes que tu hermana por ser la guardia de la reina te mande a hacer cosas que no quieres hacer. Tu corazón es el que manda.
—Y tú no dejes que nadie te pase llevar a lo largo de tu estadía en este lugar, eres especial, nunca lo olvides.
—Nunca lo olvidaré y también te agradezco por todo lo que me has enseñado estos días, espero que nos encontremos en un futuro.
—Entonces, al irme te estaré esperando para que nos demos la despedida
Yo sonreí con tristeza, pero era la única manera en la que él no se preocupara por mí y se pudiera ir sin problema alguno.
Me levanté de la cama sin antes tomar su regalo entre mis manos y caminé hacia la puerta sin antes mirar hacia atrás, su alma me hizo darme cuenta de que estos seres son buenos, tan solo tienen un líder que los está guiando por el camino del mal.
Me fui a mi habitación con mucho sigilo, al abrir la puerta me di cuenta de que el cuarto no estaba vacío, ¿Es que acaso había que compartir habitación también? Una mujer de alrededor 40 años estaba parada en círculo que se creaba en medio.
—Mi nombre es Antia y seré su doncella a lo largo de su estancia en el castillo—Hizo una reverencia.
Me llamo la atención su cabello rosa ondulado, era muy llamativo e intrigante a la vez, no sabía si era su color natural o no.