C A P I T U L O 17
“Víctimas del Opresor”
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Narrador Omnisciente.
16 de Julio de 2020
La mañana del dieciséis de julio recibió de manera estruendosa al pueblo. Las nubes indicaban que llegaría una tormenta que arrasaría no sólo con los habitantes sino también con los pacientes en el hospital. No hablamos de una tormenta cualquiera, sino de una tormenta que marcará una fase dentro de su historia.
La mañana empieza de una manera un tanto dura para el ya suspendido detective Spencer. Sus ánimos estaban por el piso, aunque no podía quejarse ya que él sólo sé lo buscó por haber abandonado su trabajo a tan cerca de su objetivo, todo por su desesperación.
Estaba empacando las maletas de él y su padre mientras que el ultimo hablaba con su superior: El Presidente.
—Si, señor —Decia por cada demanda que daba su superior en la otra línea —. De acuerdo, no volverá a pasar.
Colgo y se dirigio hacia los otros dos detectives que se mantuvieron callados durante la llamada. Hicks permanecia inexpresiva, solo ansiaba dejar este pueblo de una vez, pero Mcoy se mantuvo confundido todo el tiempo.
Se preguntaba, ¿Cómo puede ser que Spencer haya olvidado por completo lo que hizo en esos tres meses que estuvo desaparecido? ¿Lo habrán drogado?
Mcoy no tenia ni idea de lo que esos sucesos iban a significar para Spencer en el momento en que este recuperara los recuerdos bloqueados por aquella sustancia que se suministro el mismo en aquella caverna.
Spencer tomo sus cosas para llevarlo al auto, estaba perdido en sus pensamientos. No entendia nada de lo que le ha pasado, solo reaccionaba cuando era necesario. Se encontraba en modo automatico, no encontraba la manera de redimirse de la culpa. Fisicamente estaba ya en el auto con sus compañeros y su padre dirigiéndose a las afueras del pueblo, pero mentalmente trataba de encontrar algun indicio de error por parte de aquel asesino.
Ese asesino que se habia vuelto su tormento de ahora en adelante, porque ha sido el primer criminal que no ha podido atrapar gracias a la astucia e inteligencia de este quien miraba a la distancia como el auto se iba lejos de su pueblo de psicópatas, de su infierno, de su imperio…
De ahora en adelante, las cosas dentro del pueblo cambiarian, pero no para bien.
Egon iba a ser uno de los pueblos que mantenía residenciado a uno de los asesinos mas buscados por los Estados Unidos de America.
Por otro lado, se encontraba el joven Pearlford que se sentía sumido en la soledad de la mansión de su padre adoptivo. Se sentía abrumado por los mil recuerdos que ha estado teniendo de su pasado, de su vida.
Dicen que dentro de cada persona hay una oscuridad, que si dejamos que nos consuma, será nuestra perdición, pero Pearlford no solo ha dejado que eso suceda, sino también que llegara a peor sin tener conocimiento de ello. Siente culpa de algo que no entiende, quiere entenderlo, pero sus preguntas quedan al aire cuando intenta responderlas.
Se piensa que los problemas se resuelven con sexo y alcohol de por medio, bueno, eso es algo que la cantante del bar de Egon tiene en claro cada vez que quiere disfrutar de su sexualidad hasta quedarse inmóvil en una cama, pero ella es la llama que enciende a los hombres y los hipnotiza con el color esmeralda de sus ojos ganadose atribuciones que, aunque no los pida directamente, siempre los obtiene y eso hara mientras se dirige a la mansión Pearlford.
La morena de ojos verdes toca la puerta y en sus labios se dibuja la mejor sonrisa fingida que ella haya hecho en su vida ya que va a cumplir sus objetivos cueste lo que cueste. La puerta es abierta por Austin quien demuestra confusion al presenciar a la morena vestida con un conjunto de cuero y maquillada haciendo que esta se vea como la jodida diosa del inframundo.
—¿Quieres divertirte un poco, Pearlford? —Le muestra una sonrisa ladina
Ella entra sin permiso y cierra la puerta de golpe entrando a la cueva del lobo que tanta ansia probarla una y otra vez.
La lujuria siempre ha llevado a los amantes a pecar y eso es algo que siempre ha sucedido no solo en el cuerpo policial sino también en el edificio mas concurrido del pueblo: El Hospital Psiquiatrico de Egon.
Todos sabemos que la lujuria puede ser satisfactoria, pero todo tiene su limite y es algo que el Dr. Price no entendio mientras estaba follandose a una paciente del psiquiátrico en su habitación mientras esta dormia inconsciente por la dosis de anestesia que este le suministro antes de entrar en ella sin su consentimiento.
Gruñia y la agarraba con fuerza, tomo su cuello con posesión, las embestidas que le propinaba eran veraces tanto que, la pasarían factura a la chica a la hora de despertar. Price seguía satisfaciendo su sed de lujuria, pero al momento de estar a punto de acabar dentro de la chica, es interrumpido por el viejo amigo de Craig Williams.
—Price, ven ahora
—¿Acaso no ves que no he terminado?
—No me importa, te necesito ahora mismo
—Carajo
Por otro lado, una paciente del sector dos del psiquiátrico se encontraba escuchando música en su habitación, ella tarareaba su canción favorita. Estaba feliz, se sentía tranquila con ella misma, no sentía preocupaciones de ningun momento, se veía al espejo de vez en cuando mirando como su rostro se mantenía sin ninguna imperfección y como su cuerpo se movia al ritmo de la música que retumbaba en sus oídos.