C A P I T U L O 20
"Revelación"
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Residencia Sapphire - 12:00 p.m.
Michelle Dixon
Miro mis cosas desesperada, no encuentro nada de lo que tenía en mi escritorio, no sé donde tengo la cabeza. Los papeles los había dejado en mi escritorio hace una hora, me estoy volviendo loca.
No es momento de perder la cordura.
Me agarro el cabello halando de este para calmarme, el pecho me duele, no he comido en todo el día y estoy a punto de sufrir un ataque al corazón en este momento. Necesito relajarme y pensar con claridad.
Busco entre los cajones, no están ahí.
Busco en mi cama, tampoco está ahí.
El baño nada.
Mi mesa de noche, nada.
En la cocina, logro encontrar los papeles que me faltaban, el aire vuelve a oxigenar mi cabeza. Reviso los papeles, los cuales son pruebas de ADN, junto a toda la evidencia que estuve recopilando desde la muerte de Jordán Lee. Leo todos y cada uno de ellos, las investigaciones, las pruebas, las fotografías de mi padre, mis hermanas y yo.
Me detengo para ver lo que dicen los resultados de las pruebas de ADN, había llevado muestras de sangre de Hannah, Heather, Craig, papá y yo; quería estar segura de que las teorías de Jordán eran completamente falsas, pero... Esto lo cambia todo...
La sangre de mis hermanas y yo... no son compatibles con la de mi padre, mientras que con la sangre de Craig... Sí...
—Esto no es posible...
Verifico otra de las pruebas de sangre que se hicieron a Ryan hace unas semanas para saber como se encontraban sus vasos sanguíneos. Reviso con atención, nuestra sangre... es 89% compatible con la de Ryan y Craig, el otro 11% es de ella...
Entonces...
—No... No esto... No es real —mi cabeza comienza a doler.
Las mentiras, los engaños, el dolor causado por él, todo fue parte de su maldito plan. Necesitaba herederos que le sirvieran en el futuro. Maldito enfermo de mierda.
—¿Ahora sabes la verdad? —la voz de Jordan aparece de repente, rio porque sé que es producto de mi imaginación —. ¿Ahora entiendes por qué quería salvarlas de ese hombre?
—No eres real... —susurro —. El verdadero Jordan está muerto...
—Estoy muerto, porque ustedes no decidieron creerme —me sobresalto al sentir su voz cerca de mí —. No temas, no voy a hacerte daño.
—¿Que quieres?
—¿Que quiero? —la sonrisa que se dibuja en su rostro de manera perversa me causa escalofríos, mi cuerpo tiembla, no logro respirar bien —. Solo quería darles lo que él nunca les dio, pero prefirieron deshacerse de mí...
Retrocedo unos cuantos pasos cuando la alucinación de Jordán se acerca a mí acorralándome en el proceso. Tomo la navaja de bolsillo que estaba en la mesa de la sala, mantengo mi pulso firme para que retroceda, pero este solo sigue avanzando hasta tocar la punta del arma con su pecho.
—Hazlo... —ordena —. Sé que en el fondo, tú aún eres esa niñita asustada que vio morir a su madre frente a sus ojos —la mención de aquel recuerdo aún me carcome, porque sé que no hice nada para evitar que pasara —, eres aquella chica que sin importar que pasara, siempre protegía a sus hermanas de la muerte súbita.
Lo miro a los ojos, las lágrimas que siento son difíciles de dejar ir cuando los recuerdos del pasado acechan mi alma por completo. No suelo llorar, no suelo romperme frente a nadie que lo merezca, no suelo demostrar lo que soy en realidad. Así nos criaron, así nos educaron y así nos convirtieron en lo más insano de este pueblo.
—Michelle, tienes que entregarte —niego con la cabeza —. Entrégate para que puedas entregar al hombre que les hizo daño a tu padre, a tu madre, a tus hermanas y a ti... Entrégate, Michelle Williams...
Dejo caer la navaja, por un momento, creo que tuve mi primer lapso de lucidez, entendí lo que Jordán estuvo queriendo decirnos desde hace muchos años, pero las constantes amenazas de Craig era lo que me detenía de entregarle el caso a la policía. Cuando tienes poder, nada te detiene y yo no podía detenerlo por más pruebas que tuviera.
—Lo haré...
Jordán me sonríe complacido con mi respuesta, estoy desorientada, solo quiero que esto termine de una vez por todas. La tranquilidad se acaba en tan solo unos segundos, cuando escucho que alguien toca la puerta de mi casa, miro por el lente que está incrustado en la puerta. Unos hombres de cabello oscuro y piel trigueña se encuentran allí con sus posturas de escoltas y rostros de asesinos.
—Mierda... —susurro.
—Dra. Dixon, venimos de parte de su tío —anuncia uno de ellos, provocando que corra a la sala.
No contesto, por lo que no faltara mucho para que esos hombres quieran entrar a la fuerza, escondo los papeles, pruebas y demás para guardarlo en un sobre con una nota que tenía preparada desde hace mucho tiempo. Mis manos tiemblan, tomo mi teléfono para dejarle un mensaje a la primera persona que se me ocurre, podría llegar a otorgarle la información a la policía.