Archivo 105 [#3 Saga Archivos Criminales]

C A P I TU L O 2

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"Estrategia"

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Hospital Psiquiatrico de Egon - 11:00 p.m.

Ryan Spencer

Desde mi ventana se pueden apreciar las llamas ardientes de ese incendio abrasador provocado por los pueblerinos de Egon, al final se dignaron a reclamar justicia y levantarse frente al mandato fascista de este lugar. Hace un tiempo que Egon está siendo comandado por los militares estadounidenses, pues el presidente pidió que las fuerzas especiales intervinieran en este asunto a como diera lugar.

Por otro lado, el psiquiátrico se ha vuelto un caos, ya que se han reportado más de 60 intentos de homicidio, todos provocados por hombres en estado alcohólico o por drogas que han estado distribuyendo, pero no encuentran ningún indicio de traficantes dentro del pueblo.

—Con todo este alboroto, él vendrá a reclamar lo que es suyo —menciona Joe acercándose a mí.

—Que lo reclame, porque nadie se lo dará —de pronto, Ángela se une a la conversación —. Llegó uno nuevo, deberían ir a verlo —informa ella, la seguimos hasta el pasillo y los guardias están llevándose a otro loco a la fuerza, observamos como todos los demás que están allí en el pasillo para saber de quién se trata esta vez.

La vida dentro del psiquiátrico es un reflejo de como es la vida en el pueblo; chismes, peleas, muertes y robos; parece otro pueblo, pero está reducido a un espacio con paredes blancas y seguridad reforzada hasta los codos. Este año han decidido que lo mejor era que la seguridad de los pacientes fuese el doble que el año anterior.

Esto fue decisión del doctor Price, extrañamente.

Llevan al nuevo interno a su habitación, los demás vuelven a sus habitaciones a regañadientes.

—Carne fresca para algunos, al parecer —murmuro.

—Ya lo veremos mañana.

—¡Hora de dormir, señores! —nos dice uno de los enfermeros.

Todos nos vamos a las habitaciones, yo me recuesto en mi cama. No he dormido desde que llegué a este hospital, todos los días mantengo los ojos abiertos para estar alerta ante cualquier movimiento extraño que vea o escuche en la noche. Me he vuelto una especie de vigilante nocturno.

Cuando intento dormir, tengo pesadillas constantes sobre lo que me sucedió hace dos años. Sigo sin creer que todo haya pasado tan rápido y aun así... No he logrado atrapar a Craig Williams, quien debe estar regodeándose con su nueva vida lejos de Egon, moviendo a sus marionetas desde donde esté y que ellos hagan lo que dice.

Me he preguntado, a veces...

¿Cómo pudo mi madre haberse casado con ese psicópata?

Por más que lo pienso, no encuentro una respuesta lógica a todo esto.

¿Cómo fue que sucedió?

Escucho que alguien toca la puerta de mi habitación, frunzo el ceño al no saber quién está allí, abro la puerta y es la morena de cabello negro la que entra cerrando la puerta en segundos, no dejo que avance un paso más, ya que la acorralo.

—¿Qué haces? —pregunto.

—No quería estar sola en mi habitación —me mira fijamente.

—No puedes venir aquí cuando quieras, alguien podría verte —reprocho.

—Pareces un viejo cascarrabias —se burla de mí, no muestro ninguna expresión.

—Haz lo que quieras —rodeo los ojos, nos sentamos en mi cama manteniendo un silencio sepulcral.

—Sé que no debería seguir haciendo esto —habla en medio de un murmullo —, pero no quiero estar sola esta noche...

Observo su rostro, como se va apagando poco a poco ese brillo en sus ojos, su voz se desvanece en el silencio de la habitación. No puedo decir que siento lástima por ella, porque sería mentira. Siento rabia, porque no pude evitar que ese idiota siguiera haciéndole daño a personas inocentes como Ángela, personas que no pidieron estar dentro de un hospital con problemas mucho más grandes de lo que varios se imaginan.

Quiero alentarla, intentar ser compasivo, pero eso empeorará su comportamiento.

Respiro profundo, cierro los ojos y dejo salir aquello que tanto me carcome.

—Cuando era niño, estuve solo por mucho tiempo —empiezo —. No tenía a nadie, de hecho estuve viviendo en una cabaña abandonada en medio del bosque de la frontera con Carolina del Norte. Fueron años muy difíciles para mí...

—¿Nunca tuviste ayuda?

Niego con la cabeza a su pregunta.

—Los guardabosques siempre estaban dando vueltas por los alrededores patrullando —explico —, pero nunca me dejé ver y ellos no entraban a la cabaña, pensaban que estaba embrujada —hice una pausa —. Lo único que sé de mi madre, es que fue asesinada luego de mi nacimiento.

—¿Y tu padre? —es una pregunta que no quiero responderle.

—Mi padre me encontró en la cabaña muriendo del dolor a los 5 años —respondo dando entender que me refiero a Justin.

—¿Y tu padre biológico?

—No sé quién es, y tampoco quiero saberlo —me levanto para mirar hacia la ventana.




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