El reloj de pared en el sótano del archivo marcaba las seis de la tarde. La mayoría de los empleados de Larsson Enterprises ya había abandonado sus puestos, buscando el alivio del final de la jornada. Pero para Julia y Luca, el día apenas comenzaba a tomar un giro decisivo. Diego había regresado poco después de su partida con Luca, su rostro ahora más relajado al confirmar la autorización de Alec. La misión estaba clara: desentrañar el misterio del "proyecto Centinela" y cualquier otro rastro borrado del sistema.
Luca había instalado su equipo en una de las salas de reuniones del archivo, un espacio más amplio y privado. Su laptop, de un diseño elegante y robusto, estaba conectada a una maraña de cables que Julia apenas comprendía, pero que parecían pulsionar con la promesa de desvelar secretos. Varias pantallas se desplegaban, mostrando líneas de código, gráficos complejos y lo que parecían ser mapas de rojos intrincados. Luca se movía con una eficiencia silenciosa, sus dedos largos y hábiles volando sobre el teclado.
Julia observaba, sintiendo la mezcla habitual de fascinación y torpeza. Era un mundo completamente diferente al de los legados físicos, aunque el objetivo final fuera el mismo: encontrar y organizar la información.
—Bien, señorita Freire —dijo Luca, su voz tranquila y con esa pronunciación peculiar que Julia ya empezaba a encontrar casi hipnótica—. Si está lista, podemos empezar.
Julia se sentó frente a una de las pantallas, donde Luca ya había cargado los registros de actividad del sistema que ella había logrado rastrear. El aire en la sala se sentía cargado de una expectativa silenciosa.
—Mi primera tarea ha sido intentar recrear el flujo de datos alrededor de la eliminación del expediente "Centinela" —explicó Luca, señalando una serie de líneas de tiempo en una de las pantallas. Sus ojos pardos se movían rápidamente, absorbiendo cada detalle—. Como le comenté, el borrado fue impecable. Pero siempre quedan ecos. Pequeñas anomalías en el comportamiento del sistema.
Julia asintió, su cerebro de archivista ya procesando la información. —Como una gota de agua que cae en un estanque. La gota desaparece, pero las ondas se quedan.
Luca giró su cabeza para mirarla, una pequeña y casi imperceptible sonrisa curvando sus labios. —Exactamente. Una analogía… acertada. Ahora, mi algoritmo está diseñado para detectar esas ondas. Pero su mente, señorita Freire, ha estado sumergida en la esencia de estos documentos por días. Mi máquina busca patrones lógicos; usted busca patrones humanos. Conexiones que una máquina podría pasar por alto.
La tarea de Julia era clara: mientras Luca ejecutaba sus complejos programas de recuperación y rastreo, ella debía revisar los datos filtrados, buscando cualquier anomalía, cualquier nombre, fecha o referencia que le resultara "extraña", incluso si el algoritmo no la marcaba como tal. Era un trabajo de intuición fina, basado en la familiaridad que ya había desarrollado con la información.
Pasaron las horas en un silencio casi reverencial. La sala se llenó solo con el suave tecleo de Luca, el ocasional clic del ratón de Julia y el zumbido constante de los ordenadores. Julia se encontró sumida en los datos, sus ojos recorriendo pantallas llenas de información que para cualquier otro parecería insignificante. Pero para ella, cada línea era una pista, cada fecha un posible eslabón.
Luca, por su parte, era una máquina de concentración. Julia lo observaba de reojo de vez en cuando. Su forma de trabajar era hipnotizante. Parecía fusionarse con la tecnología, sus movimientos fluidos y sin esfuerzo. Hablaba consigo mismo a veces en murmullos inaudibles, a veces en un inglés rápido y lleno de tecnicismos que Julia no entendía, pero que sonaban como una sinfonía compleja.
De repente, Luca se detuvo. Sus dedos dejaron de teclear. Su postura se tensó. En una de las pantallas, un gráfico de rojo comenzó a iluminarse con puntos rojos.
—Lo tengo —murmuró Luca, su voz baja, casi un suspiro de satisfacción. Se giró hacia Julia, sus ojos pardos brillando con una intensidad que la hizo estremecer—. El servidor espejo. Hay un acceso. No un borrado directo, sino una… modificación. Un cambio de propietario. Y una transferencia de datos.
Julia se acercó a la pantalla, sintiendo la adrenalina en sus venas. — ¿Una transferencia? ¿A dónde?
Luca amplió una sección del gráfico. —Un servidor de almacenamiento externo. De terceros. Un proveedor de servicios de datos que Larsson Enterprises no utiliza activamente. Lo más interesante es la identidad del acceso.
Un nombre apareció en la pantalla, enmarcado en un círculo rojo parpadeante: Elara Systems. Y debajo, una fecha y hora específicas, apenas unas semanas después de la creación y "purga" original del proyecto "Centinela".
—Elara Systems —repitió Julia en voz baja. El nombre no le sonaba.
—Una empresa de seguridad informática poco conocida —explicó Luca, con el ceño fruncido—. O más bien, era poco conocida. Parece que cerraron sus operaciones hace unos cinco años.
— ¿Cerraron? Pero entonces, ¿cómo se transfirieron los datos? —Julia se sentía cada vez más confundida.
Luca se encogió de hombros. —Esa es la pregunta. Los datos se transfirieron a un servidor que ahora, oficialmente, no existe. Es como si el contenedor se disolviera, llevándose el contenido con él.
Pero la mente de Julia, entrenada para conectar piezas, ya estaba trabajando. —Espera un momento. Sistemas Elara. Recuerdo haber visto ese nombre…
Se volvió rápidamente a su propio ordenador y abrió el sistema de archivo general. Buscó "Sistemas Elara". Al principio, nada. Pero luego, recordó un pequeño detalle que había visto en uno de los documentos de adquisición de Larsson Enterprises, uno que ella había clasificado hacía solo un par de días. Era un anexo, casi ilegible, de un contrato de compra de patentes.
—¡Aquí! —exclamó Julia, su voz un poco más fuerte de lo que pretendía. Encontró el documento y lo proyectó en la pantalla grande. Era un contrato de adquisición, y en una cláusula minúscula, se mencionaba la compra de una "cartera de patentes de software de seguridad" de una empresa menor: Elara Systems. La fecha de adquisición de esas patentes coincidía, o era muy cercana, con la fecha de "cierre" de Elara Systems y la transferencia de los datos.
Editado: 30.07.2025