Escaparse de tu mansión cuando ya comienza a anochecer suele ser fácil siempre que lleves un chándal cómodo -no tengo- o unos vaqueros elásticos. Pero, ¿en vestido y tacones? No, mejor matenme. He sido criada para usarlo, sé incluso correr con tacones, pero nadie me ha enseñado a no hacer ruido con ellos.
Me los quito y los llevo en la mano junto a mi pequeño bolso negro. Me da igual si me pillan, podría salir por la puerta perfectamente, pero supongo que así le da un toque de emoción a la situación y no siento que soy una completa inútil.
Cuando salgo por la puerta de la cocina, me pongo los tacones y me aseguro por el reflejo de una ventana de estar presentable. Y sí, lo estoy. Soy una persona que tiene claro lo que es, algunos son superdotados, otros ágiles, otros tienen una voz maravillosa y yo sé que soy guapa. ¿Qué problema hay? Negarlo aún sabiéndolo me haría ver hipócrita.
He visto a muchos chicos observarme desde que mi cuerpo comenzó a desarrollarse, aunque se centró en zonas en las que prefería que no hubiera tanto, tengo un pecho algo exuberante y unos glúteos firmes y bien colocados por el ejercicio. Mis piernas son delgadas y largas, mi abdomen plano, es inevitablemente que esas dos partes de mi anatomía sobresalten.
Aún así, de mi físico, me quedo con mis ojos azules, los heredé de mi abuela paterna, persona que fue muy allegada a mí hasta que murió. Mi pelo rubio es herencia de mi madre, aunque ella se esfuerce en teñirlo de castaño, según ella "le da más seriedad" y ahí llega con sus estúpidos estereotipos.
Más de una vez ha mencionado que debería teñirmelo, pero me niego. No matará algo que es mío solo por su disfrute. Ya bastante tiene de mí.
Llevo un vestido de negro, es completamente ajustado, de escote corazón y termina tres dedos por encima de mi rodilla, junto a unos tacones del mismo color. Retoco mi carmín reflejándome en el reflejo del móvil mientras me acerco a ellos y saco de mi bolso mi perfume, Channel N°5 y pulso tres veces en dirección a mi cuello.
En algo si me parezco a mi padre: la necesidad de ir impecable vaya donde vaya. Es completamente verídico que el físico es lo primero que vemos y nunca nadie me hará de menos por como voy.
Aunque, si lo hacen, me da igual. Puedo hacer que se arrepientan con mis propias manos, fue idea de Barney que hiciera karate, taekwondo y boxeo. Bendito hombre, es mi ángel.
Me acerco al coche y Alex me espera apoyada sobre la puerta fumando un cigarro. Frunzo el ceño al verla.
-¡Pensé que te habías arrepentido! -exclama y abre sus brazos. Me acerco, pero no la abrazo. Le quito el cigarro justamente cuando le está dando una calada, lo tiro y escupo sobre él.
Inmediatamente, se apaga.
-Nunca más -la señalo con mi dedo.
Me subo al coche, ¿hay necesidad de presentaciones? Yo no lo siento así, pero al parecer el que será mi cita sí, me mira con gesto interrogante. Bufo, acabemos con esto cuanto antes.
Me giro para analizarle de arriba abajo: flaco pero con músculo, pelo cobrizo -al igual que Alex- ojos marrones y labios finos. Es guapo, pero desde luego que su físico no hará que mis bragas caigan al suelo.
-Soy Tyler.
-Yo me llamo Heather, Heather Smith. Aunque primero tendrías que haber dicho buenas noches, o como mínimo, a ver esperado fuera y haberme abierto la puerta. Después, me habrías saludado con dos besos y ésta conversación había concluido con "el placer es mío" -ruedo los ojos, le he dejado boquiabierto- eso se hace cuando realmente quieres conquistar a alguien. Así que Tyler, cómo sé que tú solo buscas lo que yo ni loca voy a darte, te ofrezco que no nos amarguemos ninguno y pasemos un rato tranquilo sin buscar agradar a la otra persona.
-Dios, ésta chica es dios -oigo como Paul murmura a mi amiga. Tyler sigue mirándome atontado, así que chasqueo los dedos frente a su rostro.
-E-Eh, sí -dice- creo que no estoy preparado para una mujer así.
-Uy, cielo -le llama Alex- ni tú, ni nadie. Es única en su especie y creeme que lo que está entre sus piernas vale más que todas nuestras casas juntas.
No era culpa mía que unos niñatos de primero antes de que nos dieran las vacaciones de verano hicieron una broma, crearon una web ofreciendo las virginidades -aunque muchas de virgen no tenían ni un pelo- selectas chicas de nuestro instituto y en una subasta completamente ilegal la mía fue muy codiciada. No diré cifras, pero con ese dinero podría independizarme y jubilarme ya.
No sé porque, pero me sonrojo ante el comentario de Alex. No suelo hacerlo, pero quizá sea la mirada de Tyler y Paul sobre mí, quiero gritarles que no me miren así, pero me mentalizo de que después del discurso que le he soltado al chico, pensarán dos veces que decirme. ¡Por Dios! No es pedir demasiado un mínimo de caballerosidad.
Sé que ellos están acostumbrados a las chicas de mi edad, pero no a mí. Odio generalizar, pero para plantear la cuestión debo hacerlo: ellas han vivido sus vidas, y yo no. Solo conozco protocologos, normas y ya. Por eso es tan relevante la educación para mí, ¡yo no voy a una tienda y digo hola! O simplemente no digo nada. Digo buenos días.