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Lilith enfurecida, le gritaba a Astur luego de leer la carta enviada por el rey Níctimo.
—¡Esto es una locura! Pero quién se ha creído que es ese rey maloliente para enviarme a mí, a mí, ¡a la reina más poderosa del planeta!, un misiva como esa. ¡Qué descaro, qué impertinencia, qué insolencia! ¡Ah nooo!, esto no va a quedar así señor rey de la perrera, ¡nooo señor!, va a correr sangre, ¡por Zeus! que va a correr sangre de perro por todo Ares!
—Tranquilizate Lilith, por favor, podemos arreglarlo de alguna forma política quizás y así evitar…
—¡Qué! ¡¿Evitar qué?! ¿Acaso le tienes miedo a ese espurio? A ese hijo de perros que tú mismo has puesto donde está ahora, dándosela de gran rey, y como te ha pagado ¿EH? ¡¿Cómo?! Ahh si: ¡DESTERRÁNDOTE!
—No me mal interpretes Lilith, mi hermosa reina, jamás le temería al hijo de quien decapité con mis propias manos, no, antes de temerle a Níctimo, me hago esclavo de las brujas de Hekseiland por voluntad propia… No mi amada reina…
—Entonces, Astur, por qué me reprimes, dejame que los mate, dejame que los mate a todos, podría hacerlo… tu sabes que podría hacerlo, y además nos quedaríamos con sus sucias tierras, que no nos vendrían nada mal después de todo… Yo, yo sé que quizás he descuidado un poco a mis pobres marginales, a mis upirs, y quizás hasta a mis propios hijos lilims, pero sería muy beneficiosos para todos…de verdad… solo, solo debo matarlos a todos y ya, la paz reinará de nuevo sobre Ares…
—Mi amada reina, cuando hablas así, eres tan hermosa… ¿Pero sabes qué? Quizás tengas razón después de todo…
—¿Si? ¡Bravo! Ahora mismo mando a llamar a Andreus y armamos un ejército para matar a todos los lobos de Lycanthrópolis…
—No, no, espera mi reina. No quise decir eso, pero dejame explicarte. Si tienes razón en que hemos descuidado un poco a nuestro pueblo, y eso ha llevado a que eso marginales idiotas entraran en territorio de lobos, rompiendo el bendito Pacto Milenario…
—¡Ese pacto de mierda! —Lilith estalló de nuevo— Después de milenios de no hacerse presente en Ares, después de haberme sentenciado a parir esas asquerosas larvas todos los meses, larvas que no sobreviven más de una o dos con suerte, o ninguno en el mejor de los casos, ¿qué asquerosa y cínica maldición es esa? Cómo crees que me siento yo viendo morir mes a mes, a cientos de pequeños lilims, cientos de pequeños hijos míos… como crees…
—No Lilith, amada, discúlpame, no quise recordarte eso, se cómo sufres por ello, lo sé perfectamente, pero acaso no estoy ahí siempre, no lo he estado desde que vine a pedir tu misericordia y al final no solo me adoptaste como uno de los tuyos, a pesar de ser un maldito perro, no solo eso, sino que me has hecho además el ser más feliz de Ares…
—No mi amor, no digas eso, tú no eres un perro, no, tu eres mi lobo, mi lobo alfa, mi protector, mi fogoso amante, no te dejes llevar por mis insultos vacíos, sabes perfectamente que son para ellos, solo para esos malditos de Lycanthrópolis. Entonces, dime amor, por qué debemos seguir respetando ese pacto iluso creado por un Dios que ya no existe, que no comulga ni comulgó jamás con los suyos, ¿acaso no somos sus creaciones?, ¿acaso no somos sus maldiciones también?, ¿por qué seguir respetando a un Zeus indiferente y ausente?
—Lilith, entiendo tu angustia, de veras, nosotros también hemos sido maldecidos por él ¿recuerdas? Claro que entiendo tu frustración, pero mira, ese pacto es lo que mantiene a raya y tranquilos a todos los pueblos y a todas las razas con las que compartimos este mundo, ¿sabes por qué?
—Recuérdamelo amado…
—Porque todos todavía creen en él, mi hermosa reina. Todos, sin excepción, se aferran a ese pacto. Gracias a ello las brujas de Hekseiland no salen de su isla más que para traficar humanos para sus magias; gracias a ello, los licántropos no traspasan su territorio si no es para salvar alguna que otra vez, una jaula humana y sentirse así menos miserables, menos despreciables; gracias a ello los humanos viven aterrados en su franja territorial sirviéndote a ti y a tu pueblo de alimento. Gracias al Pacto, cada uno cumple su aciaga parte en la cadena alimenticia. Y tu mi amada reina, eres la cabeza de la esa cadena…
—¡Ay! me pones a hervir por dentro cuando hablas así Astur… ¿Quieres…?
—Si claro mi reina, siempre quiero, pero espérame un momento. Volvamos a eso de las tierras de mis hermanos licántropos. Creo que has tenido una idea genial Lilith, a ver si te entusiasmo con esto…
Astur le contó su idea a la reina y ella quedó muy conforme y entusiasmada. Hicieron llamar a Kirón que vino custodiado por guardias reales, dos lilims, y Astur le entregó la respuesta en forma de carta también y con el sello real de Lilith, que era una cabeza de gárgola de grandes colmillos, en relieve, impregnada sobre la cera roja del sello. Para sorpresa de Astur el marginal aún acompañaba al centauro.
—Aquí tiene la respuesta de la reina. Además también encontraras las instrucciones claramente detalladas…
—¿Instrucciones? —replicó Kirón.
—¡Ja! No eres quién para que yo deba darte explicaciones, así que limítate a llevar la respuesta a tu rey como buen lacayo que eres. Y cuando lo veas mándale mis más sinceros saludos…