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Cuatro noches después de haber salido del castillo de Lilith, Kirón llegó de nuevo al fuerte de Lycanthrópolis. Increíblemente el marginal que había custodiado hasta tierras de la reina en la entrega de la primera misiva aún seguía a su lado. A pesar de los muchos intentos del centauro por deshacerse del maldito marginal, no lo había logrado. Quizás se acostumbró a la compañía del vampiro, Kirón no lo sabía, lo que sí sabía era que podría haberlo matado sin ningún miramiento ni consecuencia alguna, su función ya estaba cumplida en esta misión, pero no quiso hacerlo. Tampoco podía negar que en el camino de ida, y de vuelta incluso, el marginal le había sido de mucha ayuda ya que conocía muy bien los territorios por donde viajaban, así pudieron evitar en más de una oportunidad, zonas peligrosas como el bosque de los Guivernos, o la cantera de las harpías, paso obligado este antes de cruzar a la Isla de la Muerte: morada de la reina Lilith y su rey lobo amante.
Optimus Emirp recibió a Kirón y a su acompañante particular en su oficina. El quinqué roto en el arrebato de furia del coronel, cuando había tenido que enviar a prisión a Uxmael, había sido reemplazado y fulguraba intensamente. El marginal esta vez se lo hizo esperar afuera. Kirón entregó la carta al coronel y éste leyó la respuesta de la reina en voz alta:
—Estimado Níctimo, hijo de Licaón, rey de Lycanthrópolis: como reina de Aftokratoria Vampir me apena saber de las malas nuevas que me envías. Lamento profundamente la pérdida de vidas de tu pueblo, y de esa aldea en particular. Por supuesto entenderás que desde hace un tiempo, mi pueblo está teniendo serios inconvenientes de recursos ya sean tanto alimenticios como estructurales. Cada vez tenemos menos vida salvaje para drenar y alimentarnos y por supuesto sabes que las jaulas de humanos no llegan a abastecer a todo el mundo, entre las malditas brujas que compiten con nosotros por las jaulas y parte de tu pueblo licántropo que se empecina en sabotear y desbaratar el tránsito de las mismas hacia nuestro territorio, entenderás que estamos en un serio problema aquí que nos plantea una disyuntiva muy peculiar. No justifico lo sufrido por tu aldea, pero debo decir que me solidarizo con mis maltratados marginales que han incursionado en tus tierras ya que fue un acto desesperado, un acto de supervivencia, por lo que no comparto la idea que el famosos Pacto Milenario haya sido roto por mi pueblo. Por otro lado hablamos de un pacto totalmente retrógrado, caduco y restrictivo, que ni Zeus debe recordar ya haberlo escrito. Por ello te propongo en contrapartida a tu solicitud, un poco exagerada diría yo por otro lado, que hagamos un nuevo Pacto Milenario si quieres llamarlo así: uno entre mi reino y el tuyo. Aquí mismo te explicaré las instrucciones para llevarlo a cabo: primero una reina en calidad de semidiosa como yo, sabrás entender, no puede disculparse ante nadie, menos públicamente ante un pueblo como el tuyo que bastante tiene que ver con que nosotros suframos de inanición sanguínea; segundo, debido a los últimos acontecimiento me he dado cuenta que necesitamos expandirnos un poco para darle más oportunidades a mi pueblo, por lo tanto te comunico que en exactamente veinticinco días, cantidad exacta de marginales asesinados por tus patrullas de lobos cuando a todas luces estaban en franca retirada y ya no harían daño a nadie, nos entregarás la parte de tu territorio que abarca desde la puerta sur del Muro Este, justo donde fue la incursión que tanto te ha incomodado, hasta esa aldea que mis protegidos debieron de atacar por su propia supervivencia, que por otro lado, si la aldea fue masacrada como tan gráficamente expones en tu misiva, ha quedado libre de ocupantes, ¿por qué no repoblarla y utilizar sus recursos para una buena causa?; y por último, para que no pienses que he hecho caso omiso a tus pretensiones, dejame decirte que ni bien encontremos a esos cinco humanos capturados, serán devueltos a tus filántropos lobos que se dedican a desmontar nuestro tránsito de jaulas perjudicando seriamente nuestra fuente de alimento, así y todo, como muestra de magnanimidad te cederé a esos humanos, cuando los encontremos claro. Bien espero queden claras las condiciones y de más está decir que cualquier negativa a acatar estas condiciones planteadas serán tomadas como una grave hostilidad hacia nuestro pueblo y lamentablemente habrá serias consecuencias para el tuyo. Un cordial saludo te envío mi jefe operativo a cargo de esta misión que he dado en llamar: Adquisición de Nuevas Tierras, Astur Poliperos. No hace falta que respondas estimado Níctimo, en veinticinco días nos vemos.
Optimus y Kirón quedaron estupefactos. No podían creerlo. El coronel de hecho, volvió a releer la carta pensando que todo había sido un mal sueño y que ahora sí se encontraría con la verdadera misiva. Por supuesto que no fue así, la carta era real y la respuesta de Lilith no podría haber sido más auténtica y cínica a su vez. Jamás hubiera esperado una respuesta así. Pero en el fondo, aunque no lo aceptaran, no los sorprendió en absoluto. Desde el momento en que el Pacto Milenario de los Dioses fue quebrantado, todo se había ido al carajo mismísimo demonio.
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